Ciudad
del Vaticano, 29 de junio de 2014 (VIS).-Esta mañana en la basílica
vaticana, con motivo de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, el
Papa Francisco ha impuesto el palio -símbolo del vínculo de unidad
con la sede de Pedro- a veinticuatro nuevos arzobispos
metropolitanos. A otros tres, los arzobispos de Lilongwe (Malawi),
Mandalay (Myanmar) y Freiburg im Breisgau (Alemania), les será
impuesto en sus propias sedes metropolitanas.
El
Santo Padre ha concelebrado la Eucaristía con los nuevos arzobispos.
Como es costumbre en la festividad de los santos patronos de Roma
estaba presente una delegación del Patriarcado Ecuménico de
Constantinopla, enviada por el Patriarca Ecuménico Bartolomé I y
encabezada por el Metropolitano de Pérgamo Ioannis (Zizioulas),
copresidente de la Comisión Mixta para el diálogo teológico entre
la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa.
En
su homilía Francisco habló de los problemas que pueden acarrear a
los eclesiásticos dos cuestiones: el miedo y los refugios pastorales
que eligen para combatirlo, partiendo de los comienzos del servicio
de Pedro en la comunidad cristiana de Jerusalén cuando había aún
temor de la persecución de Herodes.
''Habían
matado a Santiago, y ahora encarcelado a Pedro, para complacer a la
gente- dijo- Mientras éste estaba en la cárcel y encadenado, oye la
voz del ángel que le dice: ''Date prisa, levántate... Ponte el
cinturón y las sandalias... Envuélvete en el manto y sígueme'' Las
cadenas cayeron y la puerta de la prisión se abrió sola. Pedro se
da cuenta de que el Señor... lo ha liberado del temor y de las
cadenas. Sí, el Señor nos libera de todo miedo y de todas las
cadenas, de manera que podamos ser verdaderamente libres. La
celebración litúrgica expresa bien esta realidad con las palabras
del Salmo responsorial: ''El Señor me libró de todos mis temores''.
''Aquí
está el problema para nosotros -explicó- el del miedo y de los
refugios pastorales. Nosotros... queridos hermanos obispos, ¿tenemos
miedo?, ¿de qué tenemos miedo? Y si lo tenemos, ¿qué refugios
buscamos en nuestra vida pastoral para estar seguros? ¿Buscamos tal
vez el apoyo de los que tienen poder en este mundo? ¿O nos dejamos
engañar por el orgullo que busca gratificaciones y reconocimientos,
y allí nos parece estar a salvo? ¿Queridos hermanos obispos, dónde
ponemos nuestra seguridad?''.
''El
testimonio del apóstol Pedro nos recuerda que nuestro verdadero
refugio es la confianza en Dios: ella disipa todo temor y nos hace
libres de toda esclavitud y de toda tentación mundana. Hoy, el
Obispo de Roma y los demás obispos, especialmente los Metropolitanos
que han recibido el palio, nos sentimos interpelados por el ejemplo
de san Pedro a verificar nuestra confianza en el Señor. Pedro
recobró su confianza cuando Jesús le dijo por tres veces:
''Apacienta mis ovejas'' Y, al mismo tiempo él, Simón, confesó
por tres veces su amor por Jesús, reparando así su triple negación
durante la pasión. Pedro siente todavía dentro de sí el resquemor
de la herida de aquella decepción causada a su Señor en la noche de
la traición. Ahora que él pregunta: ''¿Me amas?'', Pedro no confía
en sí mismo y en sus propias fuerzas, sino en Jesús y en su divina
misericordia: ''Señor, tú conoces todo; tú sabes que te quiero''.
Y aquí desaparece el miedo, la inseguridad, la pusilanimidad''.
''Pedro
ha experimentado que la fidelidad de Dios es más grande que nuestras
infidelidades y más fuerte que nuestras negaciones. Se da cuenta de
que la fidelidad del Señor aparta nuestros temores y supera toda
imaginación humana. También hoy, a nosotros, Jesús nos pregunta:
''¿Me amas?''. Lo hace precisamente porque conoce nuestros miedos y
fatigas. Pedro nos muestra el camino: fiarse de él, que ''sabe
todo'' de nosotros, no confiando en nuestra capacidad de serle fieles
a él, sino en su fidelidad inquebrantable. Jesús nunca nos
abandona, porque no puede negarse a sí mismo . Es fiel. La fidelidad
que Dios nos confirma incesantemente a nosotros, los Pastores, es la
fuente de nuestra confianza y nuestra paz, más allá de nuestros
méritos. La fidelidad del Señor para con nosotros mantiene
encendido nuestro deseo de servirle y de servir a los hermanos en la
caridad''.
''El
amor de Jesús debe ser suficiente para Pedro -concluyó- Él no debe
ceder a la tentación de la curiosidad, de la envidia, como cuando,
al ver a Juan cerca de allí, preguntó a Jesús: ''Señor, y éste,
¿qué?''. Pero Jesús, frente a estas tentaciones, le respondió:
''¿A ti qué? Tú, sígueme'' Esta experiencia de Pedro es un
mensaje importante también para nosotros, queridos hermanos
arzobispos. El Señor repite hoy, a mí, a ustedes y a todos los
Pastores: ''Sígueme''. No pierdas tiempo en preguntas o chismes
inútiles; no te entretengas en lo secundario, sino mira a lo
esencial y sígueme. Sígueme a pesar de las dificultades. Sígueme
en la predicación del Evangelio. Sígueme en el testimonio de una
vida que corresponda al don de la gracia del Bautismo y la
Ordenación. Sígueme en el hablar de mí a aquellos con los que
vives, día tras día, en el esfuerzo del trabajo, del diálogo y de
la amistad. Sígueme en el anuncio del Evangelio a todos,
especialmente a los últimos, para que a nadie le falte la Palabra de
vida, que libera de todo miedo y da confianza en la fidelidad de
Dios. Tú, sígueme''.
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