Ciudad
del Vaticano, 5 enero 2014 (VIS).- A mediodía de hoy, el Santo Padre
se ha asomado a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con
los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
“Con
el nacimiento de Jesús -ha dicho el Papa- no sólo nace un nuevo
mundo, sino también un mundo que puede ser siempre renovado. Dios
está siempre presente para crear hombres nuevos, para limpiar al
mundo del pecado que lo envejece y lo corrompe. A pesar de que la
historia humana y la de cada uno de nosotros puede estar marcada por
las dificultades y debilidades, la fe en la encarnación nos dice que
Dios es solidario con el hombre y con su historia. Esta cercanía de
Dios al hombre, a cada hombre, es un regalo que nunca desaparece.
Aquí está la feliz noticia de la Navidad: la luz divina que llenó
los corazones de la Virgen María y San José, y guió los pasos de
los pastores y los reyes magos, brilla hoy para nosotros”.
El
Santo Padre ha recordado asimismo que en la encarnación del Hijo de
Dios hay un aspecto ligado a la libertad humana de cada uno de
nosotros. “La Palabra de Dios se instala entre
nosotros, los pecadores y necesitados de misericordia. Y todos
nosotros debemos darnos prisa para recibir la gracia que Él nos
ofrece. Pero en lugar de ello, tal y como dice el Evangelio de San
Juan, “su pueblo no le recibió”. Nosotros, también muchas veces
lo rechazamos, preferimos permanecer encerrados en nuestros errores y
en las angustias de nuestros pecados. Pero Jesús no se da por
vencido y nunca deja de ofrecerse a sí mismo y a su gracia que nos
salva. Este es un mensaje de salvación, antiguo y siempre nuevo. Y
nosotros estamos llamados a dar testimonio con alegría este mensaje
del Evangelio de la vida, y de la luz, de la esperanza y del amor”.
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