Ciudad
del Vaticano, 23 noviembre 2013
(VIS).-Las personas ancianas han sido siempre protagonistas de la
vida de la Iglesia que debe dar ejemplo a toda la sociedad de que son
siempre importantes, todavía más “indispensables”, ha dicho el
Papa recibiendo esta mañana a los participantes en la XXVIII
Conferencia internacional del Pontificio Consejo para los Agentes
Sanitarios (Pastoral de la Salud), que se ha desarrollado del 21 al
23 de noviembre en el Aula Nueva del Sínodo y cuyo tema ha sido ”La
Iglesia al servicio de la persona anciana enferma: el cuidado de las
personas afectadas por patologías neurodegenerativas” “.
Los
ancianos llevan consigo “la memoria y la sabiduría de la vida para
transmitirlas a los demás y participan con pleno derecho en la
misión de la Iglesia. Recordemos que la vida humana conserva siempre
su valor, a los ojos de Dios, más allá de cualquier visión
discriminatoria”, ha subrayado Francisco. Después ha recordado que
la prolongación de las expectativas de vida que ha tenido lugar en
el siglo XX conlleva también un aumento de las patologías
degenerativas que suelen ir acompañadas del deterioro de la
capacidad cognitiva. Esas patologías atañen al mundo sanitario,
tanto en el ámbito de la investigación, como en el de la cura y
también a la familia que necesita ayuda y servicios adecuados para
cuidar a los ancianos.
El
Papa ha reiterado la importancia de una asistencia que, “junto al
tradicional modelo biomédico, se enriquezca con espacios de dignidad
y libertad alejados del cierre y del silencio que, con demasiada
frecuencia, circundan a las personas en el ámbito asistencial” y,
con esta perspectiva, ha hablado de la importancia del aspecto
religioso y espiritual, insistiendo en la necesidad de “poner en
práctica un enfoque pastoral particular para acompañar la vida
religiosa de las personas ancianas con graves patologías
degenerativas, con formas y contenidos diversificados, para que de
todas formas su mente y su corazón no interrumpan el diálogo ni la
relación con Dios”.
“Queridos
amigos - ha concluido dirigiéndose a los ancianos- no sois sólo
destinatarios del anuncio del mensaje evangélico; sois siempre, con
pleno derecho y gracias a vuestro bautismo, también sus
anunciadores”.
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