Ciudad
del Vaticano, 28 noviembre 2013
(VIS).-''La Iglesia Católica es consciente del valor que reviste la
promoción de la amistad y del respeto entre hombres y mujeres de
tradiciones religiosas diversas. Cada vez comprendemos más su
importancia, sea porque el mundo se ha vuelto, de alguna manera, “mas
pequeño”, sea porque el fenómeno de las migraciones aumenta los
contactos entre personas y comunidades de tradiciones, culturas y
religiones diversas. Este hecho interpela nuestra conciencia de
cristianos y es un reto para la comprensión de la fe y para la vida
concreta de ...muchísimos creyentes”.
El
Papa Francisco ha acogido con estas palabras a los participantes en
la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para el Diálogo
Interreligioso -que preside el cardenal Jean-Louis Tauran- y que ha
estado dedicada al tema “Miembros de diferentes tradiciones
religiosas en la sociedad”. Dirigiéndose a ellos, el Santo Padre
ha citado su reciente exhortación apostólica “Evangelii gaudium”
para reafirmar que “una actitud de apertura en la verdad y en el
amor debe caracterizar el diálogo con los creyentes de las
religiones no cristianas, a pesar de los varios obstáculos y
dificultades, particularmente los fundamentalismos de ambas partes”.
Efectivamente
“no faltan en el mundo contextos en que la convivencia es difícil”
porque “ a menudo razones políticas o económicas se superponen a
las diferencias culturales y religiosas haciendo también hincapié
en incomprensiones y errores del pasado: todo ello puede generar
desconfianza y miedo. Hay un solo camino para vencer ese miedo y es
el diálogo, el encuentro caracterizado por la amistad y el respeto”.
“Dialogar
-ha explicado Francisco- no significa renunciar a la identidad propia
cuando se sale al encuentro del otro, ni tampoco ceder a compromisos
sobre la fe y la moral cristiana. Al contrario, la verdadera apertura
implica mantenerse firme en las propias convicciones más hondas, con
una identidad clara y gozosa y por eso abierta a comprender las
razones de los otros.... convencidos de que el encuentro con quien es
distinto puede ser una ocasión de... enriquecimiento y testimonio”.
De ahí que “el diálogo interreligioso y la evangelización no se
excluyen, sino que se alimentan recíprocamente. No imponemos nada,
no usamos ninguna estrategia solapada para atraer a los fieles, sino
que testimoniamos con alegría y sencillez lo que creemos y lo que
somos. En efecto, un encuentro en el que cada uno dejase de lado lo
que cree o fingiera renunciar a lo que más quiere, no sería una
relación auténtica y en ese caso se podría hablar de una
fraternidad fingida”.
El
diálogo constructivo entre personas de tradiciones religiosas
diversas “también sirve para superar otro miedo, que
desgraciadamente está en aumento en las sociedades fuertemente
secularizadas: el miedo de las varias tradiciones religiosas y de la
dimensión religiosa en cuanto tal... Está muy difundido el
pensamiento de que la convivencia sería posible solo escondiendo la
pertenencia religiosa y encontrándonos en una especie de espacio
neutro, privado de referencias a la trascendencia. Pero, entonces
¿cómo sería posible ...construir una sociedad que sea una casa
común auténtica, si se impone dejar de lado lo que cada uno
considera parte esencial de su propio ser?..Ciertamente, es necesario
que todo se desarrolle respetando las convicciones ajenas, también
de los que no creen, pero tenemos que tener el valor y la paciencia
de salir al encuentro los unos de los otros tal y como somos”.
“El
futuro - ha terminado el Papa- está en la convivencia respetuosa de
la diversidad, no en la homologación a un pensamiento único
teóricamente neutral. Por eso es imprescindible el reconocimiento
del derecho fundamental de libertad religiosa en todas sus
dimensiones. El Magisterio de la Iglesia se ha expresado en las
últimas décadas sobre este tema con gran determinación. Estamos
convencidos de que la construcción de la paz en el mundo pasa a
través de este camino”.
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