Ciudad
del Vaticano, 29 de julio 2013 (VIS).-Finalizada la Santa Misa, el
Papa dio las gracias a los jóvenes “por las alegrías que me han
dado en estos días” y antes de rezar el Ángelus pronunció unas
breves palabras
“La
Virgen Inmaculada intercede por nosotros en el Cielo como una buena
madre que cuida de sus hijos. Que María nos enseñe con su vida qué
significa ser discípulo misionero. Cada vez que rezamos el Angelus,
recordamos el evento que ha cambiado para siempre la historia de los
hombres. Cuando el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser la
Madre de Jesús, del Salvador, ella, aun sin comprender del todo el
significado de aquella llamada, se fió de Dios y respondió: “Aquí
la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” Pero, ¿qué
hizo inmediatamente después? Después de recibir la gracia de ser la
Madre del Verbo encarnado, no se quedó con aquel regalo;
se sintió responsable, y
marchó, salió de su casa y se fue rápidamente a ayudar a su
pariente Isabel, que tenía necesidad de ayuda ; realizó un gesto de
amor, de caridad y de
servicio concreto, llevando a Jesús en su seno. Y este gesto lo hizo
diligentemente.
“Éste
es nuestro modelo. La que ha recibido el don más precioso de parte
de Dios, como primer gesto de respuesta se pone en camino para servir
y llevar a Jesús. Pidamos a la Virgen que nos ayude también a
nosotros a llevar la alegría de Cristo a nuestros familiares,
compañeros, amigos, a todos. No tengan nunca miedo de ser generosos
con Cristo. ¡Vale la pena! Salgan y vayan con valentía y
generosidad, para que todos los hombres y mujeres encuentren al
Señor”.
“Queridos
jóvenes -anunció por último- tenemos una cita en la próxima
Jornada Mundial de la Juventud, en 2016, en Cracovia, Polonia.
Pidamos, por la intercesión materna de María, la luz del Espíritu
Santo para el camino que nos llevará a esta nueva etapa de gozosa
celebración de la fe y del amor de Cristo”.
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