Ciudad
del Vaticano, 14 diciembre 2012
(VIS).-Benedicto XVI ha recibido esta mañana en
audiencia a una delegación de la región italiana de Molise de la
que procede este año el abeto que se coloca en Navidad en la Plaza
de San Pedro y cuyas luces se encenderán esta tarde.
El
Papa ha dado las gracias a la delegación por el abeto blanco -al que
acompañan otros más pequeños destinados al palacio apostólico y
a diversos lugares del Vaticano-, saludándoles, después con un
breve discurso.
“Dios
se ha hecho hombre y ha venido entre nosotros, para disipar las
tinieblas del error y del pecado, trayendo a la humanidad su luz
divina. Esta luz altísima, de la que el árbol navideño es signo y
recuerdo, no sólo no ha perdido tensión con el paso de los siglos,
sino que sigue resplandeciendo sobre nosotros e iluminado a todos los
que vienen al mundo, especialmente cuando deben atravesar momentos de
incertidumbre y dificultad. Jesús mismo dirá de sí: “Yo soy la
luz del mundo; quien me sigue, no camina en las tinieblas, sino que
tendrá la luz de vida” (...) Y, cuando en las diversas épocas se
ha intentado apagar la luz de Dios para encender fuegos ilusorios y
engañosos, se han abierto estaciones marcadas por trágicas
violencias sobre el ser humano. Ha sido así porque cuando se intenta
borrar el nombre de Dios de las páginas de la historia, el resultado
es que se trazan renglones torcidos, en los que hasta las palabras
más hermosas y nobles pierden su verdadero significado”.
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