Ciudad
del Vaticano, 1 junio 2012
(VIS).- “Todos tenemos que aprender siempre de nuestra Madre
celeste: su fe nos invita a mirar más allá de las apariencias y a
creer firmemente que las dificultades cotidianas nos conducen a una
primavera que ya ha comenzado con Cristo Resucitado”. Estas fueron
las palabras que Benedicto XVI dirigió a los fieles reunidos en la
Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos, con motivo de la
conclusión del mes de mayo, dedicado a la Virgen María.
A
las 20.00 h., tuvo lugar la tradicional procesión con el rezo del
rosario desde la iglesia de San Esteban de los Abisinios hasta la
gruta de la Virgen de Lourdes. La celebración estuvo presidida por
el cardenal Angelo Comastri, Vicario General de Su Santidad para la
Ciudad del Vaticano y Arcipreste de la Basílica de San Pedro. El
Papa Benedicto XVI llegó a la gruta a las 21.00, y antes de impartir
la Bendición Apostólica realizó una breve alocución.
“Esta
tarde -dijo el Pontífice-, queremos dirigirnos al Corazón
Inmaculado de María con renovada confianza, para dejarnos contagiar
por su alegría, que encuentra su manantial más profundo en el
Señor. La alegría, fruto del Espíritu Santo, es un rasgo
distintivo del cristiano. Se basa en la esperanza en Dios, saca
fuerzas de la oración incesante, permite afrontar con serenidad las
tribulaciones. San Pablo nos recuerda: 'Sed alegres en la esperanza,
pacientes en la tribulación, constantes en la oración'. Estas
palabras del apóstol son como un eco del 'Magnificat' de María, y
nos exhortan a reproducir en nosotros mismos, en la vida de todos los
días, los sentimientos de alegría en la fe propios del cántico
mariano”.
Para
terminar, el Papa expresó su deseo de que esta alegría espiritual,
“que rebosa del corazón lleno de gratitud de la Madre de Cristo y
Madre nuestra, (…) se consolide en nuestro ánimo, en nuestra vida
personal y familiar, en todos los ambientes, especialmente en la vida
de esta familia que aquí, en el Vaticano, sirve a la Iglesia
universal”.
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