CIUDAD DEL VATICANO, 22 MAR 2011 (VIS).-Esta mañana a las 11,30 en la Oficina de Prensa de la Santa Sede tuvo lugar la conferencia de presentación del decreto de reforma de los estudios eclesiásticos de filosofía. Intervinieron en el acto el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica ( de los Seminarios e Institutos de Estudios), el obispo Jean-Louis Bruguès O.P., secretario del mismo dicasterio y el padre Charles Morerod O.P. ,rector magnífico de la Universidad Pontificia Santo Tomás de Aquino (Angelicum).
El cardenal Grocholewski explicó que los documentos normativos sobre los estudios eclesiásticos y por tanto sobre la filosofía son en la actualidad la Constitución apostólica de Juan Pablo II Sapientia christiana (1979) y las relativas normas aplicativas de la Congregación para la Educación Católica emanadas ese mismo año. “No obstante –añadió- “Ecclesia semper est reformanda” para responder a las nuevas exigencias de la vida eclesial en las diversas circunstancias histórico-culturales. Y esto atañe también a la realidad académica”.
Para el purpurado la reforma obedece a los siguientes motivos: “Por una parte la debilidad de la formación filosófica en muchas instituciones eclesiásticas con la ausencia de puntos precisos de referencia, sobre todo respecto a las materias de enseñanza y a la calidad de los docentes (...) Por otra, sea la convicción manifestada en la encíclica “Fides et ratio” de Juan Pablo II (1998), de la importancia de la filosofía en su componente metafísico(...) sea el conocimiento de que la filosofía es indispensable para la formación teológica. Por eso el Decreto de la Congregación “pretende revalorizar la filosofía sobre todo a la luz de la mencionada encíclica (...) recuperando su vocación originaria, o sea la búsqueda de la verdad y su dimensión sapiencial y metafísica”.
La preparación del texto se remonta al 2004 cuando la Congregación instituyó una comisión de expertos en el ámbito de la filosofía, con una doble competencia; intelectual e institucional , representantes de las principales áreas lingüísticas y geográficas para elaborar un proyecto de reforma. La versión definitiva se ratificó en la reunión ordinaria de ese dicasterio en 2010 y Benedicto XVI aprobó “de forma específica” el pasado mes de enero las modificaciones aportadas a la constitución apostólica “Sapientia Christiana” confirmando “en forma común” el resto del texto. “De hecho- especificó el cardenal- se han reformado solo tres artículos de “Sapientia Christiana” y la mayoría de las modificaciones corresponde a las Normas aplicativas de la Congregación”.
Por su parte el obispo Bruguès habló de las características de la reforma en las Facultades eclesiásticas de teología que atañe al número de los años de estudio que a partir de ahora serán tres, mientras por lo que respecta al currículum de estudios “el documento añade una disciplina: (...) la lógica y en particular subraya el papel de la metafísica”. La reforma toca también al cuerpo docente que debe ser estable y adecuadamente calificado.
La reforma abarca también el primer ciclo de las Facultades eclesiásticas de teología y de los Institutos afiliados en teología y se centra en la duración de la formación precisando que “las disciplinas estrictamente filosóficas deben constituir al menos el 60% del número de créditos de los dos primeros años”. Este presupuesto es válido también para los Seminarios Mayores afiliados.
En la conclusión el Rector Magnífico del “Angelicum”, afirmó: “El estudio de la filosofía ayuda al teólogo a ser consciente de sus presupuestos filosóficos, a criticarlos y a evitar de imponer a su teología o a su predicación un cuadro conceptual incompatible con la fe. Para ser justa la reflexión crítica sobre las teorías filosóficas debe buscar la verdad más allá de las apariencias. Un filósofo no cristiano puede ser útil a la teología, mientras un filósofo cristiano que quiere demostrar la existencia de Dios puede tener un impacto contrario”.
OP/ VIS 20110322 (640)
El cardenal Grocholewski explicó que los documentos normativos sobre los estudios eclesiásticos y por tanto sobre la filosofía son en la actualidad la Constitución apostólica de Juan Pablo II Sapientia christiana (1979) y las relativas normas aplicativas de la Congregación para la Educación Católica emanadas ese mismo año. “No obstante –añadió- “Ecclesia semper est reformanda” para responder a las nuevas exigencias de la vida eclesial en las diversas circunstancias histórico-culturales. Y esto atañe también a la realidad académica”.
Para el purpurado la reforma obedece a los siguientes motivos: “Por una parte la debilidad de la formación filosófica en muchas instituciones eclesiásticas con la ausencia de puntos precisos de referencia, sobre todo respecto a las materias de enseñanza y a la calidad de los docentes (...) Por otra, sea la convicción manifestada en la encíclica “Fides et ratio” de Juan Pablo II (1998), de la importancia de la filosofía en su componente metafísico(...) sea el conocimiento de que la filosofía es indispensable para la formación teológica. Por eso el Decreto de la Congregación “pretende revalorizar la filosofía sobre todo a la luz de la mencionada encíclica (...) recuperando su vocación originaria, o sea la búsqueda de la verdad y su dimensión sapiencial y metafísica”.
La preparación del texto se remonta al 2004 cuando la Congregación instituyó una comisión de expertos en el ámbito de la filosofía, con una doble competencia; intelectual e institucional , representantes de las principales áreas lingüísticas y geográficas para elaborar un proyecto de reforma. La versión definitiva se ratificó en la reunión ordinaria de ese dicasterio en 2010 y Benedicto XVI aprobó “de forma específica” el pasado mes de enero las modificaciones aportadas a la constitución apostólica “Sapientia Christiana” confirmando “en forma común” el resto del texto. “De hecho- especificó el cardenal- se han reformado solo tres artículos de “Sapientia Christiana” y la mayoría de las modificaciones corresponde a las Normas aplicativas de la Congregación”.
Por su parte el obispo Bruguès habló de las características de la reforma en las Facultades eclesiásticas de teología que atañe al número de los años de estudio que a partir de ahora serán tres, mientras por lo que respecta al currículum de estudios “el documento añade una disciplina: (...) la lógica y en particular subraya el papel de la metafísica”. La reforma toca también al cuerpo docente que debe ser estable y adecuadamente calificado.
La reforma abarca también el primer ciclo de las Facultades eclesiásticas de teología y de los Institutos afiliados en teología y se centra en la duración de la formación precisando que “las disciplinas estrictamente filosóficas deben constituir al menos el 60% del número de créditos de los dos primeros años”. Este presupuesto es válido también para los Seminarios Mayores afiliados.
En la conclusión el Rector Magnífico del “Angelicum”, afirmó: “El estudio de la filosofía ayuda al teólogo a ser consciente de sus presupuestos filosóficos, a criticarlos y a evitar de imponer a su teología o a su predicación un cuadro conceptual incompatible con la fe. Para ser justa la reflexión crítica sobre las teorías filosóficas debe buscar la verdad más allá de las apariencias. Un filósofo no cristiano puede ser útil a la teología, mientras un filósofo cristiano que quiere demostrar la existencia de Dios puede tener un impacto contrario”.
OP/ VIS 20110322 (640)
http://www.youtube.com/user/GALIAS55?gl=ES y todo estaba dicho desde antiguo las reformas marcan la falta de fe el que cree no cambia por que Dios es siempre el mismo
ResponderEliminarEl Cardenal Zenon Grocholewski señala que “el conocimiento de la filosofía en su componente metafísico, es indispensable para la formación teológica".
ResponderEliminarLamentablemente, la ciencia moderna impone su límite negándose a encarar el estudio de causas que defina como metafísicas. Establece sus objetivos en el mundo natural. Pero sorprende que también muchos filósofos pretendan poner fuera de la filosofía (en el sentido de invalidar la metafísica) el estudio de las primeras causas y del ser en sus raíces sobrenaturales. Negarse a considerar la posibilidad de que pueden existir otras razones de causa u origen, además de las que percibimos en el mundo sensible, es imponer una seria limitación a nuestros procesos lógicos, cognitivos, afectivos y morales. En su Encíclica Fides et ratio, Juan Pablo II dice: “Un pensamiento filosófico que rechazase cualquier apertura metafísica sería radicalmente inadecuado para desempeñar un papel de mediación en la comprensión de la Revelación”.
(blogdelafe2010.blogspot.com)