CIUDAD DEL VATICANO, 8 SEP 2010 (VIS).-El Santo Padre asistió ayer por la tarde en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Padua y del Veneto y del Coro “Accademia della voce” de Turín, dirigidos por el maestro Claudio Desderi, que interpretaron el “Réquiem” de Wolfgang Amadeus Mozart.
Al final del concierto, ofrecido con motivo de sus cinco años de pontificado, el Papa dio las gracias a los intérpretes y reafirmó el afecto particular que desde siempre lo liga a Mozart. Recordó que cada vez que escuchaba su música volvía con la memoria a su iglesia parroquial, cuando de niño, en los días de fiesta, durante la Misa “percibía en el corazón que un rayo de la belleza del cielo me había alcanzado. Pruebo esta sensación hoy todavía, siempre que escucho esta gran meditación, dramática y serena, sobre la muerte”, dijo.
“En Mozart todo está en perfecta armonía, cada nota y cada frase musical; (...) los opuestos se reconcilian y la “serenidad mozartiana2 envuelve todo. Es un don de la gracia de Dios, pero también el fruto de la fe viva de Mozart que, sobre todo en su música sacra, consigue reflejar la respuesta luminosa del amor divino que da esperanza incluso cuando la vida humana está lacerada por el sufrimiento y la muerte”, observó el Santo Padre.
Recordando la última carta del músico a su padre moribundo, en la que Mozart afirma que la imagen de la muerte no le asusta y agradece a Dios la oportunidad de reconocer en ella la clave de la felicidad, Benedicto XVI afirmó: “Es una texto que manifiesta una fe profunda y sencilla, que emerge también en la gran oración del “Réquiem”, y nos lleva, al mismo tiempo, a amar intensamente los acontecimientos de la existencia terrenal como un don de Dios y a elevarnos por encima de ellos, mirando serenamente a la muerte como “clave” para atravesar la puerta hacia la felicidad eterna”.
“El Réquiem de Mozart -concluyó- es una elevada expresión de fe, que conoce muy bien la tragedia de la existencia humana y no oculta sus aspectos dramáticos, y por lo tanto una expresión de fe propiamente cristiana, consciente de que toda la vida del ser humano está iluminada por el amor de Dios”.
BXVI-CONCIERTO/ VIS 20100908 (390)
Al final del concierto, ofrecido con motivo de sus cinco años de pontificado, el Papa dio las gracias a los intérpretes y reafirmó el afecto particular que desde siempre lo liga a Mozart. Recordó que cada vez que escuchaba su música volvía con la memoria a su iglesia parroquial, cuando de niño, en los días de fiesta, durante la Misa “percibía en el corazón que un rayo de la belleza del cielo me había alcanzado. Pruebo esta sensación hoy todavía, siempre que escucho esta gran meditación, dramática y serena, sobre la muerte”, dijo.
“En Mozart todo está en perfecta armonía, cada nota y cada frase musical; (...) los opuestos se reconcilian y la “serenidad mozartiana2 envuelve todo. Es un don de la gracia de Dios, pero también el fruto de la fe viva de Mozart que, sobre todo en su música sacra, consigue reflejar la respuesta luminosa del amor divino que da esperanza incluso cuando la vida humana está lacerada por el sufrimiento y la muerte”, observó el Santo Padre.
Recordando la última carta del músico a su padre moribundo, en la que Mozart afirma que la imagen de la muerte no le asusta y agradece a Dios la oportunidad de reconocer en ella la clave de la felicidad, Benedicto XVI afirmó: “Es una texto que manifiesta una fe profunda y sencilla, que emerge también en la gran oración del “Réquiem”, y nos lleva, al mismo tiempo, a amar intensamente los acontecimientos de la existencia terrenal como un don de Dios y a elevarnos por encima de ellos, mirando serenamente a la muerte como “clave” para atravesar la puerta hacia la felicidad eterna”.
“El Réquiem de Mozart -concluyó- es una elevada expresión de fe, que conoce muy bien la tragedia de la existencia humana y no oculta sus aspectos dramáticos, y por lo tanto una expresión de fe propiamente cristiana, consciente de que toda la vida del ser humano está iluminada por el amor de Dios”.
BXVI-CONCIERTO/ VIS 20100908 (390)
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