CIUDAD DEL VATICANO, 6 SEP 2009 (VIS).-Después de visitar el Santuario de la Virgen de la Encina, Benedicto XVI se desplazó en helicóptero a Bagnoregio, ciudad natal de San Buenaventura (1218-1274, discípulo de Francisco de Asís, obispo y doctor de la Iglesia), donde aterrizó a las 17,20. Tras la bienvenida del alcalde, Francesco Bigiotti, el Papa visitó la catedral de San Nicolás, donde adoró el Santísimo Sacramento y veneró la reliquia del brazo de San Buenaventura. A continuación se trasladó en automóvil a la plaza de San Agustín, donde saludó a las autoridades civiles y religiosas y dirigió un discurso a los fieles presentes.
"No es fácil sintetizar la amplia doctrina filosófica, teológica y mística que nos ha legado San Buenaventura -dijo el Papa-. En este Año Sacerdotal invito especialmente a todos los sacerdotes a seguir la escuela de este gran doctor de la Iglesia para profundizar en la enseñanza de sabiduría enraizada en Cristo".
"Recordando a este profundo buscador y amante de la sabiduría -prosiguió- quiero expresar mi aliento y mi estima por el servicio que, en la comunidad eclesial, los teólogos están llamados a rendir a la fe que busca el intelecto, a esa fe que es amiga de la inteligencia y que se convierte en nueva vida según el proyecto de Dios".
Benedicto XVI subrayó que San Buenaventura fue "un buscador incasable de Dios (...) hasta su muerte" y cómo en sus obras indica "el itinerario que recorrer, (...) que abarca a toda la persona para llegar, a través de Cristo, al amor transformado de la Trinidad".
Por lo tanto, la fe es "perfeccionamiento de nuestras capacidades cognoscitivas y participación en el conocimiento que Dios tiene de sí mismo y del mundo. Advertimos la esperanza como una preparación al encuentro con el Señor, que marcará el cumplimiento pleno de la amistad que desde ahora nos une con Él. La caridad nos introduce en la vida divina, haciéndonos considerar a todos los seres humanos como hermanos, según la voluntad de nuestro común Padre celestial".
Buenaventura fue también un "cantor de la creación, que como San Francisco aprendió a alabar a Dios en todas las criaturas y por medio de ellas. ¡Que falta haría -exclamó el Papa- que también hoy se volviera a descubrir la belleza y el valor de la creación a la luz de la bondad y de la belleza divinas!".
Como "mensajero de esperanza", Buenaventura afirma que "esperar es volar". "Pero la esperanza exige que todos nuestros miembros se muevan y proyecten hacia la altura verdadera de nuestro ser, hacia las promesas de Dios".
"En realidad -dijo Benedicto XVI-, todos nos interrogamos sobre el porvenir de nuestro mundo y esta interrogación tiene mucho que ver con la esperanza. (...) Pero es indispensable que sea una esperanza fiable que dándonos la certeza de llegar a una meta grande justifique la fatiga del camino. Solo esta grande esperanza-certeza nos asegura que a pesar de los fracasos de la vida personal y de las contradicciones de la historia, nos custodia el poder indestructible del Amor".
"¡Que nos ayude San Buenaventura a desplegar las alas de la esperanza que nos lleva a ser, como él, buscadores incesantes de Dios, cantores de la belleza de la creación y testigos de ese Amor y de esa Belleza que "todo mueve"!".
Finalizado el discurso, el Santo Padre regresó al campo deportivo de Bagnoregio donde, a las 18,30, emprendió en helicóptero el regreso a Castelgandolfo, donde aterrizó una hora más tarde.
PV-ITALIA/CIUDADANIA/BAGNOREGIO VIS 20090907 (590)
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