CIUDAD DEL VATICANO, 19 OCT 2008 (VIS).-Después de la solemne celebración eucarística y la tradicional Súplica a la Virgen de Pompeya, Benedicto XVI rezó el Ángelus con los miles de personas reunidos en el Santuario del Rosario.
Antes de la oración mariana el Papa confió a la Virgen el resultado de los trabajos de la Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, "para que dé frutos de renovación auténtica en cada una de las comunidades cristianas", y recordando que octubre es el "mes misionero y del Rosario", afirmó que "el primer compromiso misionero de cada uno de nosotros es la oración".
"Sobre todo rezando -dijo- se prepara el camino al evangelio, (...) se abren los corazones al misterio de Dios y el ánimo se dispone a acoger su Palabra de salvación".
Después, el Santo Padre se refirió a la beatificación, hoy en Lisieux, de Louis Martin y Zélie Guérin, padres de santa Teresa del Niño Jesús, declarada por Pío XI patrona de las misiones. Pensando en ellos, que "acompañaron con su oración y su testimonio evangélico" el camino de la santa, dijo: "Quiero recordar otra intención que para mí es muy importante: la familia, cuyo rol es fundamental en la educación de los hijos a un espíritu universal, abierto y responsable hacia el mundo y sus problemas, así como en la formación de las vocaciones a la vida misionera".
El Papa invocó la protección la Virgen de Pompeya sobre todos los núcleos familiares del mundo, "pensando ya en el VI Encuentro Mundial de las Familias, en Ciudad de México, el próximo mes de enero de 2009".
Al final, Benedicto XVI se dirigió en francés a los peregrinos reunidos en Lisieux y dijo que los nuevos beatos, "por medio de su ejemplar vida matrimonial, anunciaron el Evangelio de Cristo. Vivieron ardientemente su fe y la transmitieron a su familia y a su alrededor".
Después de rezar el Ángelus, el Papa se trasladó a la residencia de la delegación pontificia, donde almorzó con los obispos de la región de Campania y a primera hora de la tarde saludó a diversos benefactores del santuario pompeyano.
PV-ITALIA/ANGELUS/POMPEYA VIS 20081020 (360)
Antes de la oración mariana el Papa confió a la Virgen el resultado de los trabajos de la Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, "para que dé frutos de renovación auténtica en cada una de las comunidades cristianas", y recordando que octubre es el "mes misionero y del Rosario", afirmó que "el primer compromiso misionero de cada uno de nosotros es la oración".
"Sobre todo rezando -dijo- se prepara el camino al evangelio, (...) se abren los corazones al misterio de Dios y el ánimo se dispone a acoger su Palabra de salvación".
Después, el Santo Padre se refirió a la beatificación, hoy en Lisieux, de Louis Martin y Zélie Guérin, padres de santa Teresa del Niño Jesús, declarada por Pío XI patrona de las misiones. Pensando en ellos, que "acompañaron con su oración y su testimonio evangélico" el camino de la santa, dijo: "Quiero recordar otra intención que para mí es muy importante: la familia, cuyo rol es fundamental en la educación de los hijos a un espíritu universal, abierto y responsable hacia el mundo y sus problemas, así como en la formación de las vocaciones a la vida misionera".
El Papa invocó la protección la Virgen de Pompeya sobre todos los núcleos familiares del mundo, "pensando ya en el VI Encuentro Mundial de las Familias, en Ciudad de México, el próximo mes de enero de 2009".
Al final, Benedicto XVI se dirigió en francés a los peregrinos reunidos en Lisieux y dijo que los nuevos beatos, "por medio de su ejemplar vida matrimonial, anunciaron el Evangelio de Cristo. Vivieron ardientemente su fe y la transmitieron a su familia y a su alrededor".
Después de rezar el Ángelus, el Papa se trasladó a la residencia de la delegación pontificia, donde almorzó con los obispos de la región de Campania y a primera hora de la tarde saludó a diversos benefactores del santuario pompeyano.
PV-ITALIA/ANGELUS/POMPEYA VIS 20081020 (360)
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