CIUDAD DEL VATICANO, 19 OCT 2008 (VIS).-Esta tarde, a las 17,00, Benedicto XVI, antes de rezar el Rosario con los fieles que lo esperaban en el santuario de la Bienaventurada Virgen del Rosario de Pompeya, se detuvo unos instantes en la capilla del beato Bartolo Longo, adyacente al templo. Durante la meditación posterior a la oración mariana, el Papa se preguntó: "¿De dónde sacó éste gran apóstol de María, la energía y la constancia necesarias para cumplir una obra tan importante? ¿No fue a través del Rosario que acogió como un verdadero don del corazón de la Virgen?".
"¡Sí, así fue! -dijo el Santo Padre-. "Esta oración mariana tan popular es un precioso medio espiritual para crecer en la intimidad con Jesús, y para aprender, siguiendo la escuela de la Virgen Santa, a cumplir siempre la voluntad divina".
"Pero para ser apóstoles del Rosario -explicó- es necesario experimentar personalmente la belleza de esta oración, sencilla y accesible a todos. (...) El Rosario es escuela de contemplación y de silencio. A primera vista, podría parecer una oración que acumula palabras, difícilmente conciliable con el silencio necesario para la meditación y la contemplación. En realidad, esta repetición rítmica del Ave María no turba el silencio interior, al contrario, lo hace necesario y lo alimenta".
El Papa recordó que al igual que sucede con los Salmos, cuando se reza la Liturgia de las Horas, "el silencio aflora a través de las palabras y las frases, no como un vacío, sino como una presencia de sentido último que trasciende las palabras y junto con ellas, habla al corazón. (...) Incluso cuando se reza en grandes asambleas (...) es necesario que se perciba el Rosario como una oración contemplativa". Además, esa oración "está entretejida con elementos de la Sagrada Escritura", como "la enunciación del misterio, utilizando (...) palabras elegidas de la Biblia; la primera parte del Ave María que procede del Evangelio (...); la segunda parte (...) que resuena como la respuesta de los hijos, que dirigiéndose a la Madre expresan su adhesión al plan salvífico. Así el pensamiento de los que rezan permanece siempre anclado en la Escritura y en los misterios que presenta".
Por último, Benedicto XVI habló de la Jornada Misionera Mundial, que se celebra hoy, y evocando de nuevo la figura de Bartolo Longo dijo que el beato, célebre por su espíritu caritativo, quiso que el santuario de Pompeya estuviese siempre "abierto al mundo entero, como centro de irradiación de la oración del Rosario y lugar de intercesión por la paz entre los pueblos". "Quiero confiaros -concluyó el Papa- el compromiso espiritual y pastoral de estas dos finalidades: el apostolado de la caridad y la oración por la paz".
Finalizado el rezo del Rosario, Benedicto XVI dejó el santuario de Pompeya y a las 18,30 emprendió en helicóptero el regreso al Vaticano.
PV-ITALIA/ROSARIO/POMPEYA VIS 20081020 (480)
"¡Sí, así fue! -dijo el Santo Padre-. "Esta oración mariana tan popular es un precioso medio espiritual para crecer en la intimidad con Jesús, y para aprender, siguiendo la escuela de la Virgen Santa, a cumplir siempre la voluntad divina".
"Pero para ser apóstoles del Rosario -explicó- es necesario experimentar personalmente la belleza de esta oración, sencilla y accesible a todos. (...) El Rosario es escuela de contemplación y de silencio. A primera vista, podría parecer una oración que acumula palabras, difícilmente conciliable con el silencio necesario para la meditación y la contemplación. En realidad, esta repetición rítmica del Ave María no turba el silencio interior, al contrario, lo hace necesario y lo alimenta".
El Papa recordó que al igual que sucede con los Salmos, cuando se reza la Liturgia de las Horas, "el silencio aflora a través de las palabras y las frases, no como un vacío, sino como una presencia de sentido último que trasciende las palabras y junto con ellas, habla al corazón. (...) Incluso cuando se reza en grandes asambleas (...) es necesario que se perciba el Rosario como una oración contemplativa". Además, esa oración "está entretejida con elementos de la Sagrada Escritura", como "la enunciación del misterio, utilizando (...) palabras elegidas de la Biblia; la primera parte del Ave María que procede del Evangelio (...); la segunda parte (...) que resuena como la respuesta de los hijos, que dirigiéndose a la Madre expresan su adhesión al plan salvífico. Así el pensamiento de los que rezan permanece siempre anclado en la Escritura y en los misterios que presenta".
Por último, Benedicto XVI habló de la Jornada Misionera Mundial, que se celebra hoy, y evocando de nuevo la figura de Bartolo Longo dijo que el beato, célebre por su espíritu caritativo, quiso que el santuario de Pompeya estuviese siempre "abierto al mundo entero, como centro de irradiación de la oración del Rosario y lugar de intercesión por la paz entre los pueblos". "Quiero confiaros -concluyó el Papa- el compromiso espiritual y pastoral de estas dos finalidades: el apostolado de la caridad y la oración por la paz".
Finalizado el rezo del Rosario, Benedicto XVI dejó el santuario de Pompeya y a las 18,30 emprendió en helicóptero el regreso al Vaticano.
PV-ITALIA/ROSARIO/POMPEYA VIS 20081020 (480)
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