CIUDAD DEL VATICANO, 9 JUN 2008 (VIS).-El Santo Padre recibió hoy a los alumnos -sacerdotes- de la Pontificia Academia Eclesiástica, con su presidente el arzobispo Beniamino Stella.
El Papa dijo a los futuros representantes pontificios que además de la "necesaria y debida preparación jurídica, teológica y diplomática, lo más importante es que vuestra vida y vuestra actividad se caractericen por un amor fiel a Cristo y a la Iglesia, que suscite en vosotros una acogedora atención pastoral hacia todos".
"El secreto del auténtico éxito del ministerio del sacerdote es la unidad con Jesús. Durante el servicio que realicéis en la Iglesia, preocupaos por ser siempre sus verdaderos amigos, amigos fieles que lo han encontrado y han aprendido a amarlo por encima de todas las cosas. La comunión con El, el Maestro divino de nuestras almas, os asegurará la serenidad y la paz también en los momentos más complejos y difíciles".
Frente al "peligro de perder el sentido de la existencia" y de una "cierta cultura contemporánea que pone en duda todos los valores absolutos, e incluso la posibilidad de conocer la verdad y el bien", dijo Benedicto XVI, "hay que testimoniar la presencia de Dios, de un Dios que comprenda al ser humano y sepa hablar a su corazón".
Tras poner de relieve que el sacerdote "debe proclamar con la vida antes que con las palabras el anuncio glorioso y consolador del Evangelio del amor en ambientes a veces muy lejanos de la experiencia cristiana", el Papa exclamó: "¡Anunciad la Verdad que es Cristo! Que la oración, la meditación y la escucha de la Palabra de Dios sean para vosotros el pan cotidiano".
El Santo Padre pidió que "la celebración eucarística sea el corazón y el centro de cada jornada y de todo el ministerio. (...) No es posible -dijo- acercarse cada día al Señor, pronunciar las tremendas y estupendas palabras "Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre", ni se puede tomar entre las manos el Cuerpo y la Sangre del Señor sin dejarse aferrar por El, (...) sin permitir que su amor infinito nos cambie interiormente. Que la Eucaristía sea para vosotros una escuela de vida, en la que el sacrificio de Jesús en la Cruz os enseñe a hacer de vosotros un don total a los hermanos".
"El representante pontificio, al desarrollar su misión -terminó-, está llamado a ofrecer este testimonio de acogida al prójimo, fruto de una unión constante con Cristo".
AC/SACERDOTE/ACADEMIA ECLESIASTICA VIS 20080609 (420)
El Papa dijo a los futuros representantes pontificios que además de la "necesaria y debida preparación jurídica, teológica y diplomática, lo más importante es que vuestra vida y vuestra actividad se caractericen por un amor fiel a Cristo y a la Iglesia, que suscite en vosotros una acogedora atención pastoral hacia todos".
"El secreto del auténtico éxito del ministerio del sacerdote es la unidad con Jesús. Durante el servicio que realicéis en la Iglesia, preocupaos por ser siempre sus verdaderos amigos, amigos fieles que lo han encontrado y han aprendido a amarlo por encima de todas las cosas. La comunión con El, el Maestro divino de nuestras almas, os asegurará la serenidad y la paz también en los momentos más complejos y difíciles".
Frente al "peligro de perder el sentido de la existencia" y de una "cierta cultura contemporánea que pone en duda todos los valores absolutos, e incluso la posibilidad de conocer la verdad y el bien", dijo Benedicto XVI, "hay que testimoniar la presencia de Dios, de un Dios que comprenda al ser humano y sepa hablar a su corazón".
Tras poner de relieve que el sacerdote "debe proclamar con la vida antes que con las palabras el anuncio glorioso y consolador del Evangelio del amor en ambientes a veces muy lejanos de la experiencia cristiana", el Papa exclamó: "¡Anunciad la Verdad que es Cristo! Que la oración, la meditación y la escucha de la Palabra de Dios sean para vosotros el pan cotidiano".
El Santo Padre pidió que "la celebración eucarística sea el corazón y el centro de cada jornada y de todo el ministerio. (...) No es posible -dijo- acercarse cada día al Señor, pronunciar las tremendas y estupendas palabras "Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre", ni se puede tomar entre las manos el Cuerpo y la Sangre del Señor sin dejarse aferrar por El, (...) sin permitir que su amor infinito nos cambie interiormente. Que la Eucaristía sea para vosotros una escuela de vida, en la que el sacrificio de Jesús en la Cruz os enseñe a hacer de vosotros un don total a los hermanos".
"El representante pontificio, al desarrollar su misión -terminó-, está llamado a ofrecer este testimonio de acogida al prójimo, fruto de una unión constante con Cristo".
AC/SACERDOTE/ACADEMIA ECLESIASTICA VIS 20080609 (420)
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