CIUDAD DEL VATICANO, 16 ABR 2008 (VIS).-Benedicto XVI llegó poco antes de las 10,30 (hora local) a la Casa Blanca, la residencia oficial y privada del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, que lo acogió junto con la first lady, Laura Welch Bush.
El Papa, que hoy celebra su 81 cumpleaños, pronunció un discurso desde el podium colocado en el parque que rodea el edificio (South lawn), al que asistieron además de las autoridades políticas y civiles estadounidenses los cardenales de esa nación, el Praesidium de la USCCB (Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos), los obispos auxiliares de Washington y el obispo de Arlington, en cuya jurisdicción se encuentra el cementerio donde están enterrados diversos presidentes de Estados Unidos y víctimas de la guerra. Participaron en el acto alrededor de cinco mil personas.
Después de agradecer al presidente Bush su invitación a visitar "este gran país", el Papa recordó que su viaje coincidía con el doscientos aniversario de la elevación de la primera diócesis de la comunidad católica estadounidense, Baltimore, a archidiócesis metropolitana, y afirmó: "También me siento dichoso de ser huésped de todos los americanos. Vengo como amigo y anunciador del Evangelio, como uno que tiene gran respeto por esta vasta sociedad pluralista".
"Los católicos americanos -prosiguió- han ofrecido y siguen ofreciendo una excelente contribución a la vida de su país. (...) Confío en que mi presencia pueda ser fuente de renovación y esperanza para la Iglesia en Estados Unidos y refuerce la voluntad de los católicos de contribuir mas responsablemente aún a la vida de esta nación".
El Santo Padre subrayó que desde los albores de la República, "la búsqueda de libertad de América ha sido guiada por la convicción de que los principios que gobiernan la vida política y social están íntimamente relacionados con un orden moral, basado en la señoría de Dios Creador" y en el proceso que forjó el alma de la nación americana, "las creencia religiosas fueron una constante inspiración y una fuerza orientadora, como por ejemplo, en la lucha contra la esclavitud y en el movimiento en favor de los derechos civiles. También en nuestro tiempo, especialmente en los momentos de crisis, los americanos siguen encontrando energía en sí mismos, adhiriéndose a este patrimonio de ideales y aspiraciones compartidos".
Refiriéndose a las numerosas tradiciones religiosas presentes en Estados Unidos, Benedicto XVI afirmó que "históricamente no solo los católicos, sino todos los creyentes han encontrado aquí la libertad de adorar a Dios según los dictámenes de su conciencia, siendo aceptados al mismo tiempo como parte de una confederación en la que cada individuo y cada grupo puede hacer oír su propia voz".
"Ahora que la Nación tiene que afrontar cuestiones políticas y éticas cada vez más complejas, confío en que los americanos encuentren en sus creencias religiosas una fuente preciosa de discernimiento y una inspiración para buscar un diálogo razonable, responsable y respetuoso en el esfuerzo de edificar una sociedad más humana y más libre."
"La libertad es no sólo un don, sino también una llamada a la responsabilidad personal. Los americanos lo saben por experiencia: casi todas las ciudades de este país tienen monumentos en honor a cuantos han sacrificado su vida en defensa de la libertad, tanto en su propia tierra como en otros lugares. La defensa de la libertad es una llamada a cultivar la virtud, la autodisciplina, el sacrificio por el bien común y un sentido de responsabilidad ante los menos afortunados. Además, exige el valor de empeñarse en la vida civil, llevando las propias creencias religiosas y los valores más profundos a un debate público razonable".
"Por su parte, la Iglesia desea contribuir a la construcción de un mundo cada vez más digno de la persona humana" porqué "está convencida de que la fe proyecta una luz nueva sobre todas las cosas y (....) nos ofrece (...) la esperanza que nos lleva a trabajar por una sociedad cada vez más justa y fraterna. La democracia sólo puede florecer (...) cuando los líderes políticos y los que ellos representan son guiados por la verdad y aplican la sabiduría, que nace de firmes principios morales, a las decisiones que conciernen a la vida y el futuro de la Nación".
"Los Estados Unidos de América han desempeñado desde hace más de un siglo un papel importante en la comunidad internacional -concluyó el Papa- y América se ha mostrado siempre generosa al salir al encuentro de las necesidades humanas inmediatas, promoviendo el desarrollo y ofreciendo alivio a las víctimas de las catástrofes naturales. Tengo la confianza de que esta preocupación por la gran familia humana seguirá manifestándose con el apoyo a los esfuerzos pacientes de la diplomacia internacional orientados a solucionar los conflictos y a promover el progreso."
Finalizada la ceremonia el Papa se encontró privadamente con el presidente Bush en el Estudio Oval. Después del encuentro se trasladó a la nunciatura apostólica de Washington, donde almorzó con los cardenales estadounidenses y con el Praesidium de la Conferencia Episcopal. Más tarde, siempre en la nunciatura, recibió a los responsables de cinco fundaciones caritativas: The Knights of Columbus, The Patrons of the Arts, Centesimus Annus Pro Pontifice, The Papal Foundation y The Franciscan Foundation for the Holy Land.
PV-EE.UU/BIENVENIDA/WASHINGTON VIS 20080417 (860)
El Papa, que hoy celebra su 81 cumpleaños, pronunció un discurso desde el podium colocado en el parque que rodea el edificio (South lawn), al que asistieron además de las autoridades políticas y civiles estadounidenses los cardenales de esa nación, el Praesidium de la USCCB (Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos), los obispos auxiliares de Washington y el obispo de Arlington, en cuya jurisdicción se encuentra el cementerio donde están enterrados diversos presidentes de Estados Unidos y víctimas de la guerra. Participaron en el acto alrededor de cinco mil personas.
Después de agradecer al presidente Bush su invitación a visitar "este gran país", el Papa recordó que su viaje coincidía con el doscientos aniversario de la elevación de la primera diócesis de la comunidad católica estadounidense, Baltimore, a archidiócesis metropolitana, y afirmó: "También me siento dichoso de ser huésped de todos los americanos. Vengo como amigo y anunciador del Evangelio, como uno que tiene gran respeto por esta vasta sociedad pluralista".
"Los católicos americanos -prosiguió- han ofrecido y siguen ofreciendo una excelente contribución a la vida de su país. (...) Confío en que mi presencia pueda ser fuente de renovación y esperanza para la Iglesia en Estados Unidos y refuerce la voluntad de los católicos de contribuir mas responsablemente aún a la vida de esta nación".
El Santo Padre subrayó que desde los albores de la República, "la búsqueda de libertad de América ha sido guiada por la convicción de que los principios que gobiernan la vida política y social están íntimamente relacionados con un orden moral, basado en la señoría de Dios Creador" y en el proceso que forjó el alma de la nación americana, "las creencia religiosas fueron una constante inspiración y una fuerza orientadora, como por ejemplo, en la lucha contra la esclavitud y en el movimiento en favor de los derechos civiles. También en nuestro tiempo, especialmente en los momentos de crisis, los americanos siguen encontrando energía en sí mismos, adhiriéndose a este patrimonio de ideales y aspiraciones compartidos".
Refiriéndose a las numerosas tradiciones religiosas presentes en Estados Unidos, Benedicto XVI afirmó que "históricamente no solo los católicos, sino todos los creyentes han encontrado aquí la libertad de adorar a Dios según los dictámenes de su conciencia, siendo aceptados al mismo tiempo como parte de una confederación en la que cada individuo y cada grupo puede hacer oír su propia voz".
"Ahora que la Nación tiene que afrontar cuestiones políticas y éticas cada vez más complejas, confío en que los americanos encuentren en sus creencias religiosas una fuente preciosa de discernimiento y una inspiración para buscar un diálogo razonable, responsable y respetuoso en el esfuerzo de edificar una sociedad más humana y más libre."
"La libertad es no sólo un don, sino también una llamada a la responsabilidad personal. Los americanos lo saben por experiencia: casi todas las ciudades de este país tienen monumentos en honor a cuantos han sacrificado su vida en defensa de la libertad, tanto en su propia tierra como en otros lugares. La defensa de la libertad es una llamada a cultivar la virtud, la autodisciplina, el sacrificio por el bien común y un sentido de responsabilidad ante los menos afortunados. Además, exige el valor de empeñarse en la vida civil, llevando las propias creencias religiosas y los valores más profundos a un debate público razonable".
"Por su parte, la Iglesia desea contribuir a la construcción de un mundo cada vez más digno de la persona humana" porqué "está convencida de que la fe proyecta una luz nueva sobre todas las cosas y (....) nos ofrece (...) la esperanza que nos lleva a trabajar por una sociedad cada vez más justa y fraterna. La democracia sólo puede florecer (...) cuando los líderes políticos y los que ellos representan son guiados por la verdad y aplican la sabiduría, que nace de firmes principios morales, a las decisiones que conciernen a la vida y el futuro de la Nación".
"Los Estados Unidos de América han desempeñado desde hace más de un siglo un papel importante en la comunidad internacional -concluyó el Papa- y América se ha mostrado siempre generosa al salir al encuentro de las necesidades humanas inmediatas, promoviendo el desarrollo y ofreciendo alivio a las víctimas de las catástrofes naturales. Tengo la confianza de que esta preocupación por la gran familia humana seguirá manifestándose con el apoyo a los esfuerzos pacientes de la diplomacia internacional orientados a solucionar los conflictos y a promover el progreso."
Finalizada la ceremonia el Papa se encontró privadamente con el presidente Bush en el Estudio Oval. Después del encuentro se trasladó a la nunciatura apostólica de Washington, donde almorzó con los cardenales estadounidenses y con el Praesidium de la Conferencia Episcopal. Más tarde, siempre en la nunciatura, recibió a los responsables de cinco fundaciones caritativas: The Knights of Columbus, The Patrons of the Arts, Centesimus Annus Pro Pontifice, The Papal Foundation y The Franciscan Foundation for the Holy Land.
PV-EE.UU/BIENVENIDA/WASHINGTON VIS 20080417 (860)
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