CIUDAD DEL VATICANO, 24 FEB 2008 (VIS).-Esta mañana, el Papa visitó la parroquia romana de Santa Maria Liberadora en Monte Testaccio, donde celebró la Santa Misa y posteriormente encontró a los miembros del consejo pastoral.
Benedicto XVI recordó al comienzo de la homilía que este año se celebra el centenario de la consagración de la iglesia actual. Comentando la liturgia de este tercer domingo de Cuaresma, que habla del simbolismo del agua, el Papa subrayó que "Dios tiene sed de nuestra fe y quiere que encontremos en El la fuente de nuestra auténtica felicidad. El riesgo que corre todo creyente es practicar una religiosidad no auténtica, no buscar en Dios la respuesta a las expectativas más íntimas del corazón, o incluso utilizar a Dios como si estuviera al servicio de nuestros deseos y proyectos".
Refiriéndose en concreto a la primera lectura del día, la actitud del pueblo judío que sufre en el desierto por falta de agua, el Santo Padre señaló que "el pueblo exige a Dios que salga al encuentro de sus propias expectativas y exigencias, más que abandonarse confiado en sus manos, y en la prueba pierde la confianza en Él".
En este contexto, preguntó: "¿Cuántas veces sucede esto también en nuestra vida? ¿En cuántas circunstancias, en lugar de conformarnos dócilmente con la voluntad divina, desearíamos que Dios realizase nuestros proyectos y colmase nuestras esperanzas? ¿En cuántas ocasiones nuestra fe se manifiesta frágil, nuestra confianza débil, nuestra religiosidad contaminada por elementos mágicos y meramente terrenos?".
En este tiempo cuaresmal en el que la Iglesia nos invita "a la conversión auténtica, acojamos con humilde docilidad la advertencia del Salmo responsorial: "¡Ojalá escuchéis hoy su voz!: "No endurezcáis vuestro corazón...".
Comentando el Evangelio del encuentro de Jesús con la Samaritana en el pozo de Sicar, Benedicto XVI puso de relieve que en un cierto momento, la mujer pide agua a Jesús, "manifestando de este modo que en cada persona existe una innata necesidad de Dios y de la salvación que solo El puede colmar".
"Jesús -continuó- quiere llevarnos, como la Samaritana, a profesar nuestra fe en El con fuerza para que podamos anunciar y testimoniar a nuestros hermanos la alegría del encuentro con El y las maravillas que su amor realiza en nuestra vida".
La liturgia de este domingo, afirmó el Papa, "nos estimula a examinar cómo es nuestra relación con Jesús, a buscar su rostro sin cansarnos. Esto es indispensable para que podáis seguir, en el nuevo contexto cultural y social -dijo dirigiéndose a los parroquianos- la obra de evangelización y de educación humana y cristiana desarrollada desde hace más de un siglo por esta parroquia".
"¡Abrid cada vez más vuestro corazón -añadió- a una acción pastoral misionera, que impulse a cada cristiano a encontrar a las personas -en particular a los jóvenes y a las familias- en el lugar donde viven, trabajan, pasan el tiempo libre, para anunciarles el amor misericordioso de Dios! (...) Os animo a perseverar -terminó- en el compromiso educativo, que constituye el carisma típico de toda parroquia salesiana".
Durante el encuentro posterior a la misa, el Papa volvió a evocar el Evangelio de la Samaritana. Esta mujer "podría ser -dijo- una representante del hombre moderno, de la vida moderna. Había tenido cinco maridos y convive con otro hombre. Hacía un amplio uso de su libertad y sin embargo, no era más libre sino más vacía. Pero esta mujer tenía un vivo deseo de encontrar la felicidad, la verdadera alegría". En este sentido, el Papa exhortó a los fieles a continuar con su "compromiso pastoral y misionero, con vuestro dinamismo -dijo- para ayudar a las personas de hoy a encontrar la verdadera libertad y la verdadera alegría".
Antes de concluir su visita, un parroquiano le dedicó una poesía en el dialecto romanesco, y el Papa dijo: ''Por desgracia, no hablo romanesco, pero como católicos, todos somos un poco romanos y llevamos a Roma en nuestro corazón, de modo que comprendemos un poco el dialecto romanesco".
HML/.../SANTA MARIA LIBERADORA VIS 20080225 (660)
Benedicto XVI recordó al comienzo de la homilía que este año se celebra el centenario de la consagración de la iglesia actual. Comentando la liturgia de este tercer domingo de Cuaresma, que habla del simbolismo del agua, el Papa subrayó que "Dios tiene sed de nuestra fe y quiere que encontremos en El la fuente de nuestra auténtica felicidad. El riesgo que corre todo creyente es practicar una religiosidad no auténtica, no buscar en Dios la respuesta a las expectativas más íntimas del corazón, o incluso utilizar a Dios como si estuviera al servicio de nuestros deseos y proyectos".
Refiriéndose en concreto a la primera lectura del día, la actitud del pueblo judío que sufre en el desierto por falta de agua, el Santo Padre señaló que "el pueblo exige a Dios que salga al encuentro de sus propias expectativas y exigencias, más que abandonarse confiado en sus manos, y en la prueba pierde la confianza en Él".
En este contexto, preguntó: "¿Cuántas veces sucede esto también en nuestra vida? ¿En cuántas circunstancias, en lugar de conformarnos dócilmente con la voluntad divina, desearíamos que Dios realizase nuestros proyectos y colmase nuestras esperanzas? ¿En cuántas ocasiones nuestra fe se manifiesta frágil, nuestra confianza débil, nuestra religiosidad contaminada por elementos mágicos y meramente terrenos?".
En este tiempo cuaresmal en el que la Iglesia nos invita "a la conversión auténtica, acojamos con humilde docilidad la advertencia del Salmo responsorial: "¡Ojalá escuchéis hoy su voz!: "No endurezcáis vuestro corazón...".
Comentando el Evangelio del encuentro de Jesús con la Samaritana en el pozo de Sicar, Benedicto XVI puso de relieve que en un cierto momento, la mujer pide agua a Jesús, "manifestando de este modo que en cada persona existe una innata necesidad de Dios y de la salvación que solo El puede colmar".
"Jesús -continuó- quiere llevarnos, como la Samaritana, a profesar nuestra fe en El con fuerza para que podamos anunciar y testimoniar a nuestros hermanos la alegría del encuentro con El y las maravillas que su amor realiza en nuestra vida".
La liturgia de este domingo, afirmó el Papa, "nos estimula a examinar cómo es nuestra relación con Jesús, a buscar su rostro sin cansarnos. Esto es indispensable para que podáis seguir, en el nuevo contexto cultural y social -dijo dirigiéndose a los parroquianos- la obra de evangelización y de educación humana y cristiana desarrollada desde hace más de un siglo por esta parroquia".
"¡Abrid cada vez más vuestro corazón -añadió- a una acción pastoral misionera, que impulse a cada cristiano a encontrar a las personas -en particular a los jóvenes y a las familias- en el lugar donde viven, trabajan, pasan el tiempo libre, para anunciarles el amor misericordioso de Dios! (...) Os animo a perseverar -terminó- en el compromiso educativo, que constituye el carisma típico de toda parroquia salesiana".
Durante el encuentro posterior a la misa, el Papa volvió a evocar el Evangelio de la Samaritana. Esta mujer "podría ser -dijo- una representante del hombre moderno, de la vida moderna. Había tenido cinco maridos y convive con otro hombre. Hacía un amplio uso de su libertad y sin embargo, no era más libre sino más vacía. Pero esta mujer tenía un vivo deseo de encontrar la felicidad, la verdadera alegría". En este sentido, el Papa exhortó a los fieles a continuar con su "compromiso pastoral y misionero, con vuestro dinamismo -dijo- para ayudar a las personas de hoy a encontrar la verdadera libertad y la verdadera alegría".
Antes de concluir su visita, un parroquiano le dedicó una poesía en el dialecto romanesco, y el Papa dijo: ''Por desgracia, no hablo romanesco, pero como católicos, todos somos un poco romanos y llevamos a Roma en nuestro corazón, de modo que comprendemos un poco el dialecto romanesco".
HML/.../SANTA MARIA LIBERADORA VIS 20080225 (660)
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