CIUDAD DEL VATICANO, 13 ENE 2008 (VIS).-Después de haber celebrado la Santa Misa en la Capilla Sixtina, donde administró el sacramento del Bautismo a trece niños, el Santo Padre se asomó a la ventana de su estudio sobre la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus con los miles de personas allí presentes.
Antes de la oración mariana, el Papa recordó que la festividad del Bautismo de Jesús, celebrada hoy, cierra el tiempo litúrgico de la Navidad y que ese acto "fue la primera manifestación pública" de Cristo "después de treinta años de vida escondida en Nazaret".
El bautismo fue al mismo tiempo "cristofanía y teofanía", explicó Benedicto XVI, porque "Jesús se manifestó como el Cristo, un término griego para traducir el hebraico Mesías, que significa ungido", pero "Él no fue ungido con aceite como los reyes y los sumos sacerdotes de Israel, sino con el Espíritu Santo". El Papa citó el Evangelio de San Mateo, que narra cómo en el momento del bautismo de Jesús "los cielos se abrieron y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma".
El sentido profundo de toda la escena, prosiguió el Santo Padre, "se descubrirá sólo al final de la vida terrena de Cristo, o sea con su muerte y resurrección. Haciéndose bautizar por Juan, junto con los pecadores, Jesús comenzó a cargar con el peso de la culpa de toda la humanidad como Cordero de Dios que "quita" el pecado del mundo. Una obra que cumplió sobre la cruz cuando recibió también su "bautismo".
"Efectivamente, muriendo se sumergió en el amor del Padre y difundió el Espíritu Santo para que los que creen en Él renacieran de esa fuente inagotable de vida nueva y eterna. Toda la misión de Cristo se resume en esto: bautizarse en el Espíritu Santo para librarnos de la esclavitud de la muerte y "abrirnos el cielo" es decir, el acceso a la vida verdadera y plena".
Después de rezar el Ángelus Benedicto XVI habló de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que se celebra hoy y está dedicada este año a los jóvenes emigrantes. "Son muy numerosos -dijo el Papa- los jóvenes que por varios motivos se ven obligados a vivir lejos de sus familias y sus países. La situación más delicada es la de las muchachas y los menores. Algunos niños y adolescentes han nacido y crecido en los campos de refugiados: también ellos tienen derecho a un futuro".
El Papa expresó a continuación su aprecio a "cuantos trabajan en favor de los jóvenes inmigrantes y de sus familias y para favorecer su integración laboral y escolar", e invitó a las comunidades eclesiales a "acoger con simpatía a los jóvenes y jovencísimos con sus padres, intentando comprender sus historias y favorecer su inserción".
Por último, el Santo Padre se dirigió a los jóvenes inmigrantes, invitándolos a construir con sus coetáneos "una sociedad más justa y fraterna, cumpliendo vuestros deberes, respetando las leyes y no dejándose llevar jamás por la violencia".
ANG/BAUTISMO:INMIGRANTES/... VIS 20080114 (510)
Antes de la oración mariana, el Papa recordó que la festividad del Bautismo de Jesús, celebrada hoy, cierra el tiempo litúrgico de la Navidad y que ese acto "fue la primera manifestación pública" de Cristo "después de treinta años de vida escondida en Nazaret".
El bautismo fue al mismo tiempo "cristofanía y teofanía", explicó Benedicto XVI, porque "Jesús se manifestó como el Cristo, un término griego para traducir el hebraico Mesías, que significa ungido", pero "Él no fue ungido con aceite como los reyes y los sumos sacerdotes de Israel, sino con el Espíritu Santo". El Papa citó el Evangelio de San Mateo, que narra cómo en el momento del bautismo de Jesús "los cielos se abrieron y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma".
El sentido profundo de toda la escena, prosiguió el Santo Padre, "se descubrirá sólo al final de la vida terrena de Cristo, o sea con su muerte y resurrección. Haciéndose bautizar por Juan, junto con los pecadores, Jesús comenzó a cargar con el peso de la culpa de toda la humanidad como Cordero de Dios que "quita" el pecado del mundo. Una obra que cumplió sobre la cruz cuando recibió también su "bautismo".
"Efectivamente, muriendo se sumergió en el amor del Padre y difundió el Espíritu Santo para que los que creen en Él renacieran de esa fuente inagotable de vida nueva y eterna. Toda la misión de Cristo se resume en esto: bautizarse en el Espíritu Santo para librarnos de la esclavitud de la muerte y "abrirnos el cielo" es decir, el acceso a la vida verdadera y plena".
Después de rezar el Ángelus Benedicto XVI habló de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que se celebra hoy y está dedicada este año a los jóvenes emigrantes. "Son muy numerosos -dijo el Papa- los jóvenes que por varios motivos se ven obligados a vivir lejos de sus familias y sus países. La situación más delicada es la de las muchachas y los menores. Algunos niños y adolescentes han nacido y crecido en los campos de refugiados: también ellos tienen derecho a un futuro".
El Papa expresó a continuación su aprecio a "cuantos trabajan en favor de los jóvenes inmigrantes y de sus familias y para favorecer su integración laboral y escolar", e invitó a las comunidades eclesiales a "acoger con simpatía a los jóvenes y jovencísimos con sus padres, intentando comprender sus historias y favorecer su inserción".
Por último, el Santo Padre se dirigió a los jóvenes inmigrantes, invitándolos a construir con sus coetáneos "una sociedad más justa y fraterna, cumpliendo vuestros deberes, respetando las leyes y no dejándose llevar jamás por la violencia".
ANG/BAUTISMO:INMIGRANTES/... VIS 20080114 (510)
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