CIUDAD DEL VATICANO, 30 ENE 2008 (VIS).-En la audiencia general de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa continuó con sus catequesis -la tercera- sobre la figura de San Agustín.
El Santo Padre recordó que Juan Pablo II, en 1986, en el decimosexto centenario de la conversión del santo doctor de la Iglesia, quiso dedicarle la carta apostólica "Augustinum Hipponensem", que definió "una acción de gracias a Dios por el don que hizo a la Iglesia, y mediante ella a la humanidad entera, gracias a aquella admirable conversión".
Tras anunciar que en la próxima y última catequesis sobre San Agustín tratará sobre el tema de su conversión, "un tema fundamental no solo para la vida del santo, sino también para la nuestra", el Papa dijo que hoy deseaba hablar sobre el tema fe y razón, "el tema determinante de la biografía de San Agustín".
"Todo el itinerario espiritual e intelectual de San Agustín representa un modelo válido también hoy en la relación entre fe y razón, un tema no solo para los creyentes, sino para todo ser humano que busca la verdad, tema central para el equilibrio y el destino de todos. Estas dos dimensiones -fe y razón- no se deben separar ni contraponer, sino que deben ir juntas".
Benedicto XVI recordó en este contexto las dos fórmulas agustinas "que expresan esta coherente síntesis entre fe y razón: "crede ut intelligas" (cree para comprender); creer abre el camino para entrar por la puerta de la verdad; y también, de modo inseparable "intellige ut credas" (escruta la verdad para poder encontrar a Dios y creer)".
"La armonía entre fe y razón significa, sobre todo -continuó-, que Dios no está lejos de nuestra razón y de nuestra vida; está cerca de cada ser humano, cerca de nuestro corazón y cerca de nuestra razón si realmente nos ponemos en marcha".
El Papa señaló que "la presencia de Dios en el ser humano, profunda y al mismo tiempo misteriosa, puede ser reconocida y descubierta en nuestro interior. (...) Precisamente, como el santo subraya con una afirmación famosísima al inicio de "Las Confesiones", su autobiografía espiritual: "Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti".
"El ser humano, añade el santo, es "un gran enigma" y "un gran abismo", enigma y abismo que solo Cristo es capaz de iluminar y colmar. Esto es importante: Quien está lejos de Dios, está lejos de sí, alienado de sí mismo y sólo puede encontrarse si se encuentra con Dios y así (...) alcanza su verdadera identidad".
El Santo Padre afirmó que en la obra "La ciudad de Dios", el santo de Hipona subraya que "el ser humano es sociable por naturaleza, pero antisociable por vicio, y es salvado por Cristo, único mediador entre Dios y la humanidad y "camino universal de la libertad y de la salvación", como repitió Juan Pablo II en el documento anteriormente mencionado. "En cuanto único mediador de la salvación, Cristo es cabeza de la Iglesia y está místicamente unido a ella".
Refiriéndose de nuevo a la carta apostólica "Augustinum Hipponensem", Benedicto XVI señaló que Juan Pablo II "quiso preguntar al mismo santo qué podía decir a los hombres de hoy y responde sobre todo con las palabras que Agustín confió a una carta dictada poco después de su conversión: "Me parece que se debe llevar a los hombres a la esperanza de encontrar la verdad"; "aquella verdad que es Cristo, Dios verdadero".
"Agustín -concluyó el Papa- encontró a Dios y durante toda su vida experimentó su presencia, de tal manera que esta realidad, que es sobre todo encuentro con una persona, Jesús, cambió su vida, como cambia la de las mujeres y los hombres que tienen la gracia de encontrarlo en todos los tiempos. Pidamos al Señor que nos conceda esta gracia para encontrar así su paz".
AG/SAN AGUSTIN/... VIS 20080130 (650)
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