CIUDAD DEL VATICANO, 30 SEP 2007 (VIS).- En el último Angelus rezado en Castelgandolfo, donde ha transcurrido buena parte del verano, Benedicto XVI comentó la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro, que recoge el Evangelio de San Lucas.
"El rico personifica el uso inicuo de la riqueza por parte de aquellos que la utilizan sólo para un lujo desenfrenado y egoísta -explicó el Papa-, mientras el pobre representa a las personas a las que sólo Dios cuida. (...) Dios no se olvida de los que están olvidados por todos. (...) La narración muestra cómo la justicia divina trastoca la iniquidad terrenal: cuando muere Lázaro es acogido (...) en la beatitud eterna y el rico acaba "en el infierno entre tormentos".
El Santo Padre subrayó que la parábola se prestaba también a "una lectura en clave social" y citó la "memorable" interpretación de la misma por el Papa Pablo VI en la encíclica "Populorum progressio", que hablando del hambre escribía: "Se trata de construir un mundo donde todo hombre… pueda vivir una vida plenamente humana … donde el pobre Lázaro pueda sentarse en la misma mesa del rico". "Las causas de las numerosas situaciones de miseria son -recuerda la encíclica- por una parte, "las servidumbres de parte de los hombres", y por otra, "una naturaleza insuficientemente dominada".
"Desgraciadamente algunas poblaciones experimentan ambos factores -dijo Benedicto XVI- ¿Cómo no pensar (...) en los países de África subsahariana afectados recientemente por graves inundaciones? O en las muchas situaciones de emergencia humanitaria en diferentes regiones del planeta donde los conflictos por el poder político y económico agravan situaciones de malestar ambiental ya de por sí muy duras".
"El llamamiento lanzado por Pablo VI -"los países del hambre interpelan de forma dramática a los de la opulencia"- sigue manteniendo toda su actualidad", recalcó el Papa, agregando que "no podemos decir que no conocemos el camino que hay que seguir: tenemos la Ley y los Profetas, como dice Cristo en el Evangelio. Pero quien no quiere escucharlos no cambiaría ni siquiera si alguno de los muertos volviera para advertirlo".
El Santo Padre concluyó pidiendo que la Virgen María nos haga "preocuparnos más por nuestros hermanos necesitados, para compartir con ellos lo mucho o lo poco que tengamos y contribuir, comenzando por nosotros mismos, a la difusión de la lógica y del estilo de la solidaridad auténtica".
ANG/RIQUEZAS/CASTELGANDOLFO VIS 20071001 (400)
"El rico personifica el uso inicuo de la riqueza por parte de aquellos que la utilizan sólo para un lujo desenfrenado y egoísta -explicó el Papa-, mientras el pobre representa a las personas a las que sólo Dios cuida. (...) Dios no se olvida de los que están olvidados por todos. (...) La narración muestra cómo la justicia divina trastoca la iniquidad terrenal: cuando muere Lázaro es acogido (...) en la beatitud eterna y el rico acaba "en el infierno entre tormentos".
El Santo Padre subrayó que la parábola se prestaba también a "una lectura en clave social" y citó la "memorable" interpretación de la misma por el Papa Pablo VI en la encíclica "Populorum progressio", que hablando del hambre escribía: "Se trata de construir un mundo donde todo hombre… pueda vivir una vida plenamente humana … donde el pobre Lázaro pueda sentarse en la misma mesa del rico". "Las causas de las numerosas situaciones de miseria son -recuerda la encíclica- por una parte, "las servidumbres de parte de los hombres", y por otra, "una naturaleza insuficientemente dominada".
"Desgraciadamente algunas poblaciones experimentan ambos factores -dijo Benedicto XVI- ¿Cómo no pensar (...) en los países de África subsahariana afectados recientemente por graves inundaciones? O en las muchas situaciones de emergencia humanitaria en diferentes regiones del planeta donde los conflictos por el poder político y económico agravan situaciones de malestar ambiental ya de por sí muy duras".
"El llamamiento lanzado por Pablo VI -"los países del hambre interpelan de forma dramática a los de la opulencia"- sigue manteniendo toda su actualidad", recalcó el Papa, agregando que "no podemos decir que no conocemos el camino que hay que seguir: tenemos la Ley y los Profetas, como dice Cristo en el Evangelio. Pero quien no quiere escucharlos no cambiaría ni siquiera si alguno de los muertos volviera para advertirlo".
El Santo Padre concluyó pidiendo que la Virgen María nos haga "preocuparnos más por nuestros hermanos necesitados, para compartir con ellos lo mucho o lo poco que tengamos y contribuir, comenzando por nosotros mismos, a la difusión de la lógica y del estilo de la solidaridad auténtica".
ANG/RIQUEZAS/CASTELGANDOLFO VIS 20071001 (400)
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