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lunes, 10 de septiembre de 2007

TESTIGOS DEL AMOR DE DIOS QUE SE OPONE A LA DESESPERACION


CIUDAD DEL VATICANO, 8 SEP 2007 (VIS).-Esta tarde, después de despedirse de la comunidad benedictina del santuario de Mariazell, el Papa se trasladó a la basílica del mismo nombre, donde rezó las segundas vísperas con los sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas y pronunció una homilía.

  "El Señor llama a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas y a los laicos a entrar en el mundo, en su compleja realidad, para cooperar en la edificación del Reino de Dios - dijo el Santo Padre-. (...) Os invita a la peregrinación de la Iglesia "en su camino a través de los tiempos" (...) a haceros peregrinos con El y a participar en su vida, que todavía hoy es Via Crucis y camino del Resucitado a través de la Galilea de nuestra existencia".

  "La participación en su camino comporta, por tanto, ambas cosas: la dimensión de la Cruz con fracasos, (...) incomprensiones e incluso desprecio y persecución, pero también la experiencia de un gozo profundo en su servicio y la experiencia del consuelo que se deriva del encuentro con Él".

  El centro de la misión de Jesucristo y de todos los cristianos, que es el anuncio del Reino de Dios, prosiguió, presupone "el compromiso de estar presentes en el mundo como testigos suyos: vosotros dais testimonio de un sentido enraizado en el amor creador de Dios y que se opone a cualquier insensatez y desesperación. (...) Dais testimonio de ese Amor que se entregó por los seres humanos y venció la muerte. (...) Os oponéis así a los múltiples tipos de injusticia solapada o abierta, como también al desprecio de los seres humanos que se difunde cada vez más".

  "Seguir a Cristo significa compartir sus sentimientos y asimilar su estilo de vida", subrayó Benedicto XVI, recordando las tres características que para la Iglesia resaltan en su actitud: pobreza, castidad y obediencia.

  "Jesucristo que era rico de toda la riqueza de Dios se hizo pobre por nosotros, (...) llamó bienaventurados a los pobres, (...) pero la simple pobreza material, de por sí, no garantiza la cercanía a Dios, aunque Dios está particularmente  cerca de estos pobres (..) y el cristiano ve en Ellos a Cristo que lo espera. (...) Quien quiere seguir a Cristo de forma radical debe renunciar decididamente a los bienes materiales. Para todos los cristianos, pero especialmente para los sacerdotes, religiosos y religiosas, para los individuos como para las comunidades, la cuestión de la pobreza y de los pobres debe ser siempre objeto de examen de conciencia".

  "Para comprender bien qué significa la castidad -dijo el Santo Padre- debemos partir de su contenido positivo", explicando que la misión de Cristo "lo llevaba a una dedicación pura y total con los seres humanos. En las Sagradas Escrituras no hay ningún momento de su existencia donde en su comportamiento con las personas se atisben huellas de interés personal. (...) Los sacerdotes, religiosos y religiosas, (...) con el voto de castidad en el celibato, no se consagran al individualismo o a una vida aislada sino que prometen solemnemente poner totalmente y sin reservas al servicio del Reino de  Dios las relaciones intensas de las que son capaces".

  Por último, refiriéndose a la obediencia, el Papa observó que Jesús, desde los años de Nazaret hasta la Cruz, vivió siempre "a la escucha del Padre, obedeciendo al Padre" y que "los cristianos han experimentado siempre que abandonándose a la voluntad del Padre no se pierden, sino que encuentran el camino hacia una identidad y una libertad interior muy profundas". Por eso, "escuchar a Dios y obedecerle no tiene nada que ver con la coacción externa y la pérdida de sí mismo".

  "Jesús está presente ante nosotros de forma concreta sólo en su cuerpo, la Iglesia -concluyó Benedicto XVI-. Por eso, la obediencia a la voluntad de Dios, la obediencia a Jesucristo, en la praxis debe ser concretamente una humilde obediencia a su Iglesia".

  La ceremonia finalizó con una procesión hasta la capilla de la imagen de Mariazell, acabada la cual el Santo Padre se trasladó en automóvil al helipuerto de la ciudad para emprender el regreso a Viena, donde pernoctó en la nunciatura apostólica.
PV-AUSTRIA/VISPERAS/MARIAZELL                VIS 20070910 (700)


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