CIUDAD DEL VATICANO, 16 SEP 2007 (VIS).-Benedicto XVI rezó este mediodía el Angelus con los peregrinos reunidos en el patio del palacio apostólico de Castelgandolfo. Antes de la oración mariana, el Papa comentó el capítulo XV del Evangelio de San Lucas, dedicado a la misericordia de Dios, que contiene "una de las páginas (...) más conmovedoras de toda la Sagrada Escritura".
"¡Qué hermoso es pensar -dijo el Papa- que en cualquier lugar donde se reúna la comunidad cristiana para celebrar la Eucaristía dominical resuena en este día la Buena Nueva de verdad y salvación: Dios es amor misericordioso!".
"Dios no quiere que se pierda uno sólo de sus hijos y su ánimo se desborda de alegría cuando un pecador se convierte. La religión verdadera consiste, pues, en entrar en sintonía con este corazón "rico de misericordia" que nos pide que amemos a todos, incluso a los alejados y los enemigos, imitando al Padre celestial que respeta la libertad de cada uno y atrae a sí a todos con la fuerza invencible de la fidelidad".
"En nuestra época -prosiguió- la humanidad necesita que la misericordia de Dios se proclame y testimonie decididamente. (...) Juan Pablo II, que fue un gran apóstol de la misericordia divina, intuyó proféticamente esta urgencia pastoral" y "durante todo su pontificado se hizo misionero del amor de Dios a todas las gentes. Tras los trágicos hechos del 11 de septiembre de 2001, que oscurecieron el alba del tercer milenio, invitó a los cristianos y a todos los seres humanos de buena voluntad a creer que la misericordia de Dios es más fuerte que todo mal, y que la salvación del mundo se encuentra sólo en la Cruz de Cristo".
ANG/MISERICORDIA DIVINA/... VIS 20070917 (300)
"¡Qué hermoso es pensar -dijo el Papa- que en cualquier lugar donde se reúna la comunidad cristiana para celebrar la Eucaristía dominical resuena en este día la Buena Nueva de verdad y salvación: Dios es amor misericordioso!".
"Dios no quiere que se pierda uno sólo de sus hijos y su ánimo se desborda de alegría cuando un pecador se convierte. La religión verdadera consiste, pues, en entrar en sintonía con este corazón "rico de misericordia" que nos pide que amemos a todos, incluso a los alejados y los enemigos, imitando al Padre celestial que respeta la libertad de cada uno y atrae a sí a todos con la fuerza invencible de la fidelidad".
"En nuestra época -prosiguió- la humanidad necesita que la misericordia de Dios se proclame y testimonie decididamente. (...) Juan Pablo II, que fue un gran apóstol de la misericordia divina, intuyó proféticamente esta urgencia pastoral" y "durante todo su pontificado se hizo misionero del amor de Dios a todas las gentes. Tras los trágicos hechos del 11 de septiembre de 2001, que oscurecieron el alba del tercer milenio, invitó a los cristianos y a todos los seres humanos de buena voluntad a creer que la misericordia de Dios es más fuerte que todo mal, y que la salvación del mundo se encuentra sólo en la Cruz de Cristo".
ANG/MISERICORDIA DIVINA/... VIS 20070917 (300)
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