CIUDAD DEL VATICANO, 21 JUN 2007 (VIS).-El Santo Padre recibió hoy en el Vaticano a Su Santidad Mar Dinkha IV, Catholicos Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente, acompañado de diversas personalidades.
En su discurso, el Papa recordó la visita del patriarca a Juan Pablo II en 1994 para firmar una declaración común relativa a la cristología, que incluía la decisión de establecer una Comisión Conjunta para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia Asiria de Oriente.
Esa comisión, dijo el Papa, "ha emprendido un estudio importante de la vida sacramental en nuestras tradiciones respectivas y ha forjado un acuerdo sobre la Anáfora de los Apóstoles Addai y Mari". El Santo Padre manifestó su satisfacción por los resultados de este diálogo, que "encierra la promesa de ulteriores progresos sobre otras cuestiones objeto de disputa".
"La Iglesia Asiria de Oriente está arraigada en tierras antiguas cuyos nombres están asociados con la historia del plan salvífico de Dios para toda la humanidad -observó el Papa-. (...) Hoy, trágicamente, los cristianos en esta región sufren tanto material como espiritualmente. En particular en Irak, la patria de tantos fieles asirios, las familias y comunidades cristianas sienten la presión creciente de la inseguridad, la agresión y el abandono. Muchos de ellos no ven ninguna otra posibilidad que dejar el país y buscar un nuevo futuro en el extranjero".
"Estas dificultades son para mí fuente de gran preocupación", dijo Benedicto XVI y expresó su "solidaridad a los pastores y fieles de las comunidades cristianas que permanecen allí, a menudo al precio de sacrificios heroicos".
"Como consecuencia de las sucesivas oleadas de emigración, muchos cristianos de las Iglesias Orientales viven ahora en Occidente. Esta nueva situación plantea diversos retos a su identidad cristiana y su vida comunitaria", pero "al mismo tiempo, cuando los cristianos orientales y occidentales viven juntos tienen una oportunidad preciosa de enriquecimiento mutuo y de comprensión plena de la catolicidad de la Iglesia que, peregrina en este mundo, vive, reza y da testimonio de Cristo en los diversos contextos culturales, sociales y humanos".
"Nuevas esperanzas y posibilidades a veces despiertan nuevos miedos, y esto es verdad también en el ámbito de las relaciones ecuménicas". No obstante, "hay que esperar que la fructífera labor de la Comisión prosiga (...) sin perder nunca de vista el objetivo final de nuestro viaje común hacia el restablecimiento de la plena unidad".
"Por largo y laborioso que pueda parecer el camino hacia la unidad -concluyó Benedicto XVI-, el Señor nos pide que unamos nuestras manos y nuestros corazones para que seamos claros testigos suyos, (...) en particular en las atribuladas regiones orientales donde muchos fieles nos miran a nosotros, sus Pastores, con esperanza e ilusión".
AC/IGLESIA ASIRIA ORIENTAL/DINKHA IV VIS 20070621 (470)
En su discurso, el Papa recordó la visita del patriarca a Juan Pablo II en 1994 para firmar una declaración común relativa a la cristología, que incluía la decisión de establecer una Comisión Conjunta para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia Asiria de Oriente.
Esa comisión, dijo el Papa, "ha emprendido un estudio importante de la vida sacramental en nuestras tradiciones respectivas y ha forjado un acuerdo sobre la Anáfora de los Apóstoles Addai y Mari". El Santo Padre manifestó su satisfacción por los resultados de este diálogo, que "encierra la promesa de ulteriores progresos sobre otras cuestiones objeto de disputa".
"La Iglesia Asiria de Oriente está arraigada en tierras antiguas cuyos nombres están asociados con la historia del plan salvífico de Dios para toda la humanidad -observó el Papa-. (...) Hoy, trágicamente, los cristianos en esta región sufren tanto material como espiritualmente. En particular en Irak, la patria de tantos fieles asirios, las familias y comunidades cristianas sienten la presión creciente de la inseguridad, la agresión y el abandono. Muchos de ellos no ven ninguna otra posibilidad que dejar el país y buscar un nuevo futuro en el extranjero".
"Estas dificultades son para mí fuente de gran preocupación", dijo Benedicto XVI y expresó su "solidaridad a los pastores y fieles de las comunidades cristianas que permanecen allí, a menudo al precio de sacrificios heroicos".
"Como consecuencia de las sucesivas oleadas de emigración, muchos cristianos de las Iglesias Orientales viven ahora en Occidente. Esta nueva situación plantea diversos retos a su identidad cristiana y su vida comunitaria", pero "al mismo tiempo, cuando los cristianos orientales y occidentales viven juntos tienen una oportunidad preciosa de enriquecimiento mutuo y de comprensión plena de la catolicidad de la Iglesia que, peregrina en este mundo, vive, reza y da testimonio de Cristo en los diversos contextos culturales, sociales y humanos".
"Nuevas esperanzas y posibilidades a veces despiertan nuevos miedos, y esto es verdad también en el ámbito de las relaciones ecuménicas". No obstante, "hay que esperar que la fructífera labor de la Comisión prosiga (...) sin perder nunca de vista el objetivo final de nuestro viaje común hacia el restablecimiento de la plena unidad".
"Por largo y laborioso que pueda parecer el camino hacia la unidad -concluyó Benedicto XVI-, el Señor nos pide que unamos nuestras manos y nuestros corazones para que seamos claros testigos suyos, (...) en particular en las atribuladas regiones orientales donde muchos fieles nos miran a nosotros, sus Pastores, con esperanza e ilusión".
AC/IGLESIA ASIRIA ORIENTAL/DINKHA IV VIS 20070621 (470)
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