CIUDAD DEL VATICANO, 12 JUN 2007 (VIS).-Ayer por la tarde, en la basílica de San Juan de Letrán, catedral de Roma, Benedicto XVI inauguró el Congreso eclesial de su diócesis, que se celebra del 11 al 14 de junio, sobre el tema: "Jesús es el Señor. Educar en la fe, en el seguimiento, en el testimonio".
El Papa afirmó que la afirmación inicial, "Jesús es el Señor", "da el tono y el sentido al congreso. (...) En Jesús encontramos el verdadero rostro de Dios, aquel de quien tenemos realmente necesidad para vivir".
"Educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio quiere decir ayudar a nuestros hermanos, o mejor dicho, ayudarnos recíprocamente a entrar en una relación viva con Cristo y con el Padre".
Tras poner de relieve que "educar en la fe no es una empresa fácil", el Santo Padre constato que "hoy se habla de una gran "emergencia educativa", de la gran dificultad para transmitir a las nuevas generaciones los valores-base de la existencia y de un recto comportamiento, dificultad tanto para la escuela como para la familia, y se puede decir también para los organismos que tengan fines educativos".
"Podemos añadir que se trata de una emergencia educativa: en una sociedad y en una cultura que muy a menudo hacen del relativismo el propio credo, desaparece la luz de la verdad y se termina por dudar de la bondad de la vida y de la validez de las relaciones y de los compromisos que la constituyen".
Benedicto XVI señaló que "la educación tiende a reducirse a la transmisión de determinadas habilidades o capacidades, mientras se intenta satisfacer el deseo de felicidad de las nuevas generaciones, colmándolas de objetos de consumo o de gratificaciones efímeras. De este modo, tanto los padres como los profesores son fácilmente tentados de abdicar de sus propios deberes educativos y de no comprender ni siquiera cuál es su papel, o la misión que se les ha confiado".
En este contexto, continuó, "el compromiso de la Iglesia por educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio del Señor Jesús asume más que nunca el valor de una contribución para hacer salir a la sociedad en la que vivimos de la crisis educativa que la aflige".
El Papa dijo que "para la educación y la formación cristiana es decisiva sobre todo la oración y nuestra amistad personal con Jesús: sólo quien conoce y ama a Jesucristo puede introducir a los hermanos en una relación vital con El". Por eso, añadió, "nuestras comunidades podrán trabajar con fruto y educar en la fe y en el seguimiento de Cristo siendo ellas mismas auténticas "escuelas" de oración".
El Santo Padre subrayó que en la educación cristiana "es decisivo el acompañamiento personal, que da a quien crece la certeza de ser amado, comprendido y escuchado. (...) Así, los niños y los jóvenes pueden ser ayudados a liberarse de prejuicios y darse cuenta de que el modo de vivir cristiano es realizable y razonable, es con mucho el más razonable".
"Es, sin embargo, evidente que en la educación y en la formación en la fe la familia tiene una misión propia y fundamental y una responsabilidad primaria". En este sentido afirmó que "entre la familia cristiana, pequeña "Iglesia doméstica" y la familia más grande de la Iglesia debe desarrollarse la colaboración más estrecha, sobre todo en lo concerniente a la educación de los hijos".
Benedicto XVI subrayó que tanto las familias cristianas como las parroquias, oratorios y comunidades juveniles deben ayudar y sostener a las familias que no tienen interés o son contrarias a la educación cristiana de los hijos.
Refiriéndose a la adolescencia, el Papa dijo que en este período "el deseo de autonomía personal se expresa en una distancia crítica de la propia familia". Sin embargo, dijo, "cuando los adolescentes y los jóvenes se dan cuenta de que son respetados y tomados en serio en su libertad, aun a pesar de su inconstancia y fragilidad, no son en absoluto reacios a dejarse interpelar por propuestas exigentes: es más, se sienten atraídos y con frecuencia fascinados por ellas".
"Nuestro congreso trata no solamente de educación en la fe, (...) sino también del testimonio del Señor Jesús. El testimonio activo no compete solo (...) a quienes en nuestra comunidad tienen la tarea de formadores sino también a los jóvenes y a todos aquellos que se educan en la fe".
"Por lo tanto, es necesario que se radiquen en el ánimo de los creyentes la voluntad y la convicción de ser partícipes de la vocación misionera de la Iglesia, en todas las situaciones y circunstancias de la vida: no podemos guardarnos la alegría de la fe, debemos difundirla y transmitirla. A través de ello pasa, ampliamente, la nueva evangelización a la que nos llamó nuestro amado Papa Juan Pablo II".
El Papa habló después de la importante tarea en la educación a la fe de la escuela católica, que "cumple su misión basándose en un proyecto educacional centrado en el Evangelio, punto de referencia decisivo para la formación de la persona y para toda la propuesta cultural, (...) en un intento de promover esa unidad entre fe, cultura y vida, que es el objetivo fundamental de la educación cristiana".
"Las escuelas estatales también (...) pueden ser sostenidas en su tarea educativa con la presencia de maestros creyentes -en primer lugar, pero no exclusivamente, los docentes de religión católica- (...) y con la colaboración de tantas familias. (...) La sana laicidad de la escuela, como de las otras instituciones del Estado, no implica cerrarse a la trascendencia y una neutralidad falsa frente a los valores morales básicos para la formación auténtica de la persona".
"Hoy más que en el pasado -observó Benedicto XVI- la educación y la formación están influenciadas por los mensajes (...) que llegan a través de los grandes medios de comunicación y que se inspiran en una mentalidad (...) caracterizada por el relativismo, el consumismo y la falsa y destructiva exaltación, o mejor dicho, profanación, del cuerpo y la sexualidad. (...) Precisamente por ese "sí" que como creyentes en Cristo decimos al ser humano amado por Dios, no podemos desinteresarnos de la orientación general de la sociedad a la que pertenecemos (...) y de los influjos positivos o negativos que ejerce en la formación de las nuevas generaciones".
El Santo Padre concluyó tocando el tema de la vocación sacerdotal, y recordó que si en las últimas décadas la diócesis de Roma "ha asistido con alegría a muchas ordenaciones sacerdotales, (...) las señales más recientes parecen menos favorables y estimulan a toda la comunidad diocesana a renovar al Señor la petición (...) de enviar obreros a su mies".
"Debemos invitar especialmente al seguimiento de Jesús -dijo- a aquellos chicos y chicas que parecen más atraídos y fascinados por la amistad con Él".
AC/CONGRESO FAMILIA:EDUCACION/... VIS 20070612 (1150)
El Papa afirmó que la afirmación inicial, "Jesús es el Señor", "da el tono y el sentido al congreso. (...) En Jesús encontramos el verdadero rostro de Dios, aquel de quien tenemos realmente necesidad para vivir".
"Educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio quiere decir ayudar a nuestros hermanos, o mejor dicho, ayudarnos recíprocamente a entrar en una relación viva con Cristo y con el Padre".
Tras poner de relieve que "educar en la fe no es una empresa fácil", el Santo Padre constato que "hoy se habla de una gran "emergencia educativa", de la gran dificultad para transmitir a las nuevas generaciones los valores-base de la existencia y de un recto comportamiento, dificultad tanto para la escuela como para la familia, y se puede decir también para los organismos que tengan fines educativos".
"Podemos añadir que se trata de una emergencia educativa: en una sociedad y en una cultura que muy a menudo hacen del relativismo el propio credo, desaparece la luz de la verdad y se termina por dudar de la bondad de la vida y de la validez de las relaciones y de los compromisos que la constituyen".
Benedicto XVI señaló que "la educación tiende a reducirse a la transmisión de determinadas habilidades o capacidades, mientras se intenta satisfacer el deseo de felicidad de las nuevas generaciones, colmándolas de objetos de consumo o de gratificaciones efímeras. De este modo, tanto los padres como los profesores son fácilmente tentados de abdicar de sus propios deberes educativos y de no comprender ni siquiera cuál es su papel, o la misión que se les ha confiado".
En este contexto, continuó, "el compromiso de la Iglesia por educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio del Señor Jesús asume más que nunca el valor de una contribución para hacer salir a la sociedad en la que vivimos de la crisis educativa que la aflige".
El Papa dijo que "para la educación y la formación cristiana es decisiva sobre todo la oración y nuestra amistad personal con Jesús: sólo quien conoce y ama a Jesucristo puede introducir a los hermanos en una relación vital con El". Por eso, añadió, "nuestras comunidades podrán trabajar con fruto y educar en la fe y en el seguimiento de Cristo siendo ellas mismas auténticas "escuelas" de oración".
El Santo Padre subrayó que en la educación cristiana "es decisivo el acompañamiento personal, que da a quien crece la certeza de ser amado, comprendido y escuchado. (...) Así, los niños y los jóvenes pueden ser ayudados a liberarse de prejuicios y darse cuenta de que el modo de vivir cristiano es realizable y razonable, es con mucho el más razonable".
"Es, sin embargo, evidente que en la educación y en la formación en la fe la familia tiene una misión propia y fundamental y una responsabilidad primaria". En este sentido afirmó que "entre la familia cristiana, pequeña "Iglesia doméstica" y la familia más grande de la Iglesia debe desarrollarse la colaboración más estrecha, sobre todo en lo concerniente a la educación de los hijos".
Benedicto XVI subrayó que tanto las familias cristianas como las parroquias, oratorios y comunidades juveniles deben ayudar y sostener a las familias que no tienen interés o son contrarias a la educación cristiana de los hijos.
Refiriéndose a la adolescencia, el Papa dijo que en este período "el deseo de autonomía personal se expresa en una distancia crítica de la propia familia". Sin embargo, dijo, "cuando los adolescentes y los jóvenes se dan cuenta de que son respetados y tomados en serio en su libertad, aun a pesar de su inconstancia y fragilidad, no son en absoluto reacios a dejarse interpelar por propuestas exigentes: es más, se sienten atraídos y con frecuencia fascinados por ellas".
"Nuestro congreso trata no solamente de educación en la fe, (...) sino también del testimonio del Señor Jesús. El testimonio activo no compete solo (...) a quienes en nuestra comunidad tienen la tarea de formadores sino también a los jóvenes y a todos aquellos que se educan en la fe".
"Por lo tanto, es necesario que se radiquen en el ánimo de los creyentes la voluntad y la convicción de ser partícipes de la vocación misionera de la Iglesia, en todas las situaciones y circunstancias de la vida: no podemos guardarnos la alegría de la fe, debemos difundirla y transmitirla. A través de ello pasa, ampliamente, la nueva evangelización a la que nos llamó nuestro amado Papa Juan Pablo II".
El Papa habló después de la importante tarea en la educación a la fe de la escuela católica, que "cumple su misión basándose en un proyecto educacional centrado en el Evangelio, punto de referencia decisivo para la formación de la persona y para toda la propuesta cultural, (...) en un intento de promover esa unidad entre fe, cultura y vida, que es el objetivo fundamental de la educación cristiana".
"Las escuelas estatales también (...) pueden ser sostenidas en su tarea educativa con la presencia de maestros creyentes -en primer lugar, pero no exclusivamente, los docentes de religión católica- (...) y con la colaboración de tantas familias. (...) La sana laicidad de la escuela, como de las otras instituciones del Estado, no implica cerrarse a la trascendencia y una neutralidad falsa frente a los valores morales básicos para la formación auténtica de la persona".
"Hoy más que en el pasado -observó Benedicto XVI- la educación y la formación están influenciadas por los mensajes (...) que llegan a través de los grandes medios de comunicación y que se inspiran en una mentalidad (...) caracterizada por el relativismo, el consumismo y la falsa y destructiva exaltación, o mejor dicho, profanación, del cuerpo y la sexualidad. (...) Precisamente por ese "sí" que como creyentes en Cristo decimos al ser humano amado por Dios, no podemos desinteresarnos de la orientación general de la sociedad a la que pertenecemos (...) y de los influjos positivos o negativos que ejerce en la formación de las nuevas generaciones".
El Santo Padre concluyó tocando el tema de la vocación sacerdotal, y recordó que si en las últimas décadas la diócesis de Roma "ha asistido con alegría a muchas ordenaciones sacerdotales, (...) las señales más recientes parecen menos favorables y estimulan a toda la comunidad diocesana a renovar al Señor la petición (...) de enviar obreros a su mies".
"Debemos invitar especialmente al seguimiento de Jesús -dijo- a aquellos chicos y chicas que parecen más atraídos y fascinados por la amistad con Él".
AC/CONGRESO FAMILIA:EDUCACION/... VIS 20070612 (1150)
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