CIUDAD DEL VATICANO, 26 DIC 2006 (VIS).-Antes de rezar el Angelus este mediodía con miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, el Papa recordó que hoy celebramos la fiesta de San Esteban, diácono y primer mártir.
El recuerdo del "protomártir", el día siguiente a la fiesta de Navidad, dijo, "puede asombrar, a primera vista, por el contraste entre la paz y la alegría de Belén y el drama de Esteban, lapidado en Jerusalén en la primera persecución contra la Iglesia naciente".
Sin embargo, continuó el Santo Padre, el Niño Jesús, "que yace en la gruta" es quien "salvará a la humanidad con su muerte en la cruz".
Tras poner de relieve que "en los cuatro primeros siglos del cristianismo, todos los santos venerados por la Iglesia eran mártires", Benedicto XVI señaló que "para los creyentes, el día de la muerte, y más aún el día del martirio, no es el final de todo, sino el "tránsito" hacia la vida inmortal, el día del nacimiento definitivo, en latín "dies natalis". (...) Si Jesús no hubiese nacido en la tierra, los seres humanos no hubieran podido nacer al cielo. ¡Precisamente porque Cristo ha nacido, podemos "renacer!".
El Papa confió a la Virgen, "que tuvo entre sus brazos al Redentor en Belén" y después de ser desclavado de la cruz, a los que "son perseguidos y sufren por dar testimonio y servir el Evangelio".
"Con especial cercanía espiritual -dijo-, pienso en los católicos que mantienen su fidelidad a la sede de Pedro, sin ceder a compromisos, a veces incluso al precio de graves sufrimientos. Toda la Iglesia admira su ejemplo y reza para que tengan la fuerza de perseverar, sabiendo que sus tribulaciones son fuente de victoria, a pesar de que en el momento pudieran parecer un fracaso".
ANG/SAN ESTEBAN:MARTIRES/... VIS 20061228 (300)
El recuerdo del "protomártir", el día siguiente a la fiesta de Navidad, dijo, "puede asombrar, a primera vista, por el contraste entre la paz y la alegría de Belén y el drama de Esteban, lapidado en Jerusalén en la primera persecución contra la Iglesia naciente".
Sin embargo, continuó el Santo Padre, el Niño Jesús, "que yace en la gruta" es quien "salvará a la humanidad con su muerte en la cruz".
Tras poner de relieve que "en los cuatro primeros siglos del cristianismo, todos los santos venerados por la Iglesia eran mártires", Benedicto XVI señaló que "para los creyentes, el día de la muerte, y más aún el día del martirio, no es el final de todo, sino el "tránsito" hacia la vida inmortal, el día del nacimiento definitivo, en latín "dies natalis". (...) Si Jesús no hubiese nacido en la tierra, los seres humanos no hubieran podido nacer al cielo. ¡Precisamente porque Cristo ha nacido, podemos "renacer!".
El Papa confió a la Virgen, "que tuvo entre sus brazos al Redentor en Belén" y después de ser desclavado de la cruz, a los que "son perseguidos y sufren por dar testimonio y servir el Evangelio".
"Con especial cercanía espiritual -dijo-, pienso en los católicos que mantienen su fidelidad a la sede de Pedro, sin ceder a compromisos, a veces incluso al precio de graves sufrimientos. Toda la Iglesia admira su ejemplo y reza para que tengan la fuerza de perseverar, sabiendo que sus tribulaciones son fuente de victoria, a pesar de que en el momento pudieran parecer un fracaso".
ANG/SAN ESTEBAN:MARTIRES/... VIS 20061228 (300)
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