CIUDAD DEL VATICANO, 1 NOV 2006 (VIS).-Hoy, solemnidad de Todos los Santos, Benedicto XVI celebró la Santa Misa en la basílica vaticana.
En la homilía, el Papa puso de relieve que los santos "no son una exigua casta de elegidos, sino una multitud sin número, hacia la cual la liturgia de hoy nos exhorta a levantar la mirada. En esta multitud no sólo están representados los santos oficialmente reconocidos, sino los bautizados de todas las épocas y naciones, que han intentado cumplir con amor y fidelidad la voluntad divina".
El Santo Padre afirmó que "el luminoso ejemplo de los santos despierta en nosotros el gran deseo de ser como los santos: felices de vivir cerca de Dios, en su luz, en la gran familia de los amigos de Dios. (...) Esta es la vocación de todos nosotros, confirmada con vigor por el Concilio Vaticano II, y que hoy se vuelve a proponer a nuestra atención de modo solemne".
"Para ser santos -explicó- no es necesario realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales. (...) Es necesario, sobre todo, escuchar a Jesús y después seguirle sin desalentarse ante las dificultades".
Benedicto XVI señaló que "la experiencia de la Iglesia demuestra que toda forma de santidad, aun siguiendo caminos diferentes, siempre pasa por la vía de la cruz, de la renuncia. Las biografías de los santos describen a hombres y mujeres que, siendo dóciles a los designios divinos, afrontaron en ocasiones pruebas y sufrimientos indescriptibles, persecuciones y martirio".
"El ejemplo de los santos es para nosotros un aliento a seguir los mismos pasos, a experimentar la alegría de quien se fía de Dios, pues la única verdadera causa de tristeza y de infelicidad para el hombre es vivir lejos de Él".
El Papa subrayó que la santidad "exige un esfuerzo constante, pero es posible para todos, porque más que obra del ser humano es sobre todo don de Dios, tres veces Santo".
"En Cristo -terminó-, Dios se ha entregado totalmente a nosotros, y nos llama a una relación personal y profunda con El. Cuanto más imitemos a Jesús y permanezcamos unidos a El, tanto más entramos en el misterio de la santidad divina. Descubrir que nos ama de modo infinito, nos estimula a amar a los hermanos. Amar implica siempre un acto de renuncia personal, y de este modo somos felices".
HML/SANTIDAD/... VIS 20061103 (370)
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