CIUDAD DEL VATICANO, 1 SEP 2006 (VIS).-Benedicto XVI viajó esta mañana en helicóptero desde la residencia veraniega de Castelgandolfo al Santuario del Rostro Santo de Manoppello, en la región italiana de los Abruzos.
En 1506, hace exactamente 500 años, un desconocido llevó a Manoppello el Velo y lo entregó a uno de los magnates del pueblo. Años más tarde, pasó a manos de otra familia, que lo donó a los Frailes Menores Capuchinos del santuario en 1638 y fue expuesto en una preciosa teca sobre el altar mayor.
El Santo Rostro es un velo desplegado y protegido entre dos hojas de vidrio. Mide 17x24 cm. Las dos mejillas son desiguales: una, más redonda que la otra, parece muy hinchada. Los ojos miran muy intensamente hacia arriba. Las pupilas están totalmente abiertas, pero de una manera irregular. La mirada es interrogativa y muy benévola.
El Papa entró en el santuario acompañado por el arzobispo Bruno Forte, de Chieti-Vasto. Después de un momento de adoración ante el Santísimo Sacramento y una plegaria ante la reliquia del Rostro Santo, dirigió unas palabras a los peregrinos allí congregados.
"Quien encuentra a Jesús, quien se deja atraer por El y está dispuesto a seguirlo hasta el sacrificio de la vida -afirmó-, experimenta personalmente, como El hizo en la cruz, que solo "el grano de trigo" que cae en la tierra y muere produce "mucho fruto".
Tras poner de relieve que "este es el camino de Cristo, el camino del amor total que vence la muerte", dijo: "Esta es la experiencia de los verdaderos amigos de Dios, los santos, que han reconocido y amado en los hermanos, especialmente los más pobres y necesitados, el rostro de aquel Dios contemplado durante mucho tiempo con amor en la oración. Estos son valientes ejemplos que debemos imitar".
"Para entrar en comunión con Cristo y contemplar su rostro -continuó- son necesarias (...) vidas iluminadas por la verdad del amor que vence la indiferencia, la duda, la mentira y el egoísmo, además de corazones puros".
Dirigiéndose a los sacerdotes, el Papa señaló que si la santidad del rostro de Cristo quedaba impresa en ellos, "también los fieles confiados a vuestros cuidados serán contagiados y transformados". A los seminaristas, pidió que no se dejaran "atraer por nada más que Jesús y por el deseo de servir a su Iglesia". Finalmente, a los religiosos y religiosas, exhortó a que todas sus actividades fueran "un reflejo visible de la bondad y de la misericordia divina. (...) Buscar el rostro de Jesús debe ser el deseo de todos los cristianos".
Benedicto XVI pidió a la Virgen María, "en cuyo rostro se delinean más que en otra criatura los rasgos del Verbo encarnado, que vele sobre las familias y las parroquias, las ciudades y naciones del mundo entero. Que la Madre del Creador nos ayude a respetar también la naturaleza, gran don de Dios" que, "sin embargo, está cada vez más expuesto a serios riesgos de degradación ambiental y que, por tanto, debe ser defendido y tutelado".
Tras una breve visita a la comunidad religiosa del convento de los frailes menores capuchinos, el Santo Padre regresó a Castelgandolfo.
BXVI-VISITA/SANTUARIO MANOPPELLO/FORTE VIS 20060901 (540)
En 1506, hace exactamente 500 años, un desconocido llevó a Manoppello el Velo y lo entregó a uno de los magnates del pueblo. Años más tarde, pasó a manos de otra familia, que lo donó a los Frailes Menores Capuchinos del santuario en 1638 y fue expuesto en una preciosa teca sobre el altar mayor.
El Santo Rostro es un velo desplegado y protegido entre dos hojas de vidrio. Mide 17x24 cm. Las dos mejillas son desiguales: una, más redonda que la otra, parece muy hinchada. Los ojos miran muy intensamente hacia arriba. Las pupilas están totalmente abiertas, pero de una manera irregular. La mirada es interrogativa y muy benévola.
El Papa entró en el santuario acompañado por el arzobispo Bruno Forte, de Chieti-Vasto. Después de un momento de adoración ante el Santísimo Sacramento y una plegaria ante la reliquia del Rostro Santo, dirigió unas palabras a los peregrinos allí congregados.
"Quien encuentra a Jesús, quien se deja atraer por El y está dispuesto a seguirlo hasta el sacrificio de la vida -afirmó-, experimenta personalmente, como El hizo en la cruz, que solo "el grano de trigo" que cae en la tierra y muere produce "mucho fruto".
Tras poner de relieve que "este es el camino de Cristo, el camino del amor total que vence la muerte", dijo: "Esta es la experiencia de los verdaderos amigos de Dios, los santos, que han reconocido y amado en los hermanos, especialmente los más pobres y necesitados, el rostro de aquel Dios contemplado durante mucho tiempo con amor en la oración. Estos son valientes ejemplos que debemos imitar".
"Para entrar en comunión con Cristo y contemplar su rostro -continuó- son necesarias (...) vidas iluminadas por la verdad del amor que vence la indiferencia, la duda, la mentira y el egoísmo, además de corazones puros".
Dirigiéndose a los sacerdotes, el Papa señaló que si la santidad del rostro de Cristo quedaba impresa en ellos, "también los fieles confiados a vuestros cuidados serán contagiados y transformados". A los seminaristas, pidió que no se dejaran "atraer por nada más que Jesús y por el deseo de servir a su Iglesia". Finalmente, a los religiosos y religiosas, exhortó a que todas sus actividades fueran "un reflejo visible de la bondad y de la misericordia divina. (...) Buscar el rostro de Jesús debe ser el deseo de todos los cristianos".
Benedicto XVI pidió a la Virgen María, "en cuyo rostro se delinean más que en otra criatura los rasgos del Verbo encarnado, que vele sobre las familias y las parroquias, las ciudades y naciones del mundo entero. Que la Madre del Creador nos ayude a respetar también la naturaleza, gran don de Dios" que, "sin embargo, está cada vez más expuesto a serios riesgos de degradación ambiental y que, por tanto, debe ser defendido y tutelado".
Tras una breve visita a la comunidad religiosa del convento de los frailes menores capuchinos, el Santo Padre regresó a Castelgandolfo.
BXVI-VISITA/SANTUARIO MANOPPELLO/FORTE VIS 20060901 (540)
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