DECIMA SESION PUBLICA DE LAS ACADEMIAS PONTIFICIAS

CIUDAD DEL VATICANO, 17 NOV 2005 (VIS).-El pasado martes, 15 de noviembre, se celebró en el Aula Nueva del Sínodo en el Vaticano, la Sesión Pública anual de las Academias Pontificias. En esta sesión, la décima -desde que Juan Pablo II instituyó en 1995 el Consejo de Coordinación de esos ateneos-, la tarea de preparar el tema central de la misma, "Cristo, Hijo de Dios, hombre perfecto, "medida del humanismo verdadero", ha corrido a cargo de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino y de la Pontificia Academia de Teología.

En el curso de la asamblea, se han otorgado también el Premio de las Pontificias Academias. Benedicto XVI, que ha enviado un mensaje a los participantes en el acto, ha atribuido el Premio 2005 al italiano Giovanni Catapano por la obra "El concepto de filosofía en los primeros escritos de San Agustín. Análisis de los pasos meta-filosóficos desde el Contra Academicos al De vera religione" y dos medallas del pontificado al sacerdote español Santiago Sanz Sánchez, por el estudio "La relación entre creación y alianza en la teología contemporánea" y al italiano Massimiliano Marianelli, por la obra "La metáfora reencontrada. Mitos y símbolos en la filosofía de Simone Weil".

En su mensaje, el Papa manifiesta su aprecio por el tema de la asamblea, "dado su carácter central y esencial tanto en la reflexión teológica como en la experiencia de fe de los cristianos. La cultura actual, profundamente marcada por un subjetivismo que desemboca no pocas veces en el individualismo a ultranza o en el relativismo, empuja a los seres humanos a considerarse única medida de sí mismos, perdiendo de vida otros objetivos que no sean los que se centran en el propio yo, convertido en el único criterio de valoración tanto de la realidad como de las decisiones propias".

"De ese modo -prosigue el Papa-, el ser humano tiende a replegarse sobre sí mismo, a encerrarse en un microcosmos existencial sin aire, donde no hay cabida para los grandes ideales, abiertos a la trascendencia, a Dios. En cambio, el ser humano que supera su individualidad y no se cierra en el angosto recinto de su egoísmo, es capaz de mirar con autenticidad a los demás y a la creación".

"Algunas tendencias o corrientes culturales pretenden que los seres humanos permanezcan en un estado de minoría de edad, de infancia o adolescencia prolongada. La Palabra de Dios, al contrario, nos empuja decididamente hacia la madurez y nos invita a comprometernos con todas nuestras fuerzas con un concepto elevado de humanidad".

"Jesucristo, Hijo de Dios, entregado por el Padre a la humanidad para restaurar su imagen desfigurada por el pecado es, por lo tanto, el hombre perfecto, la medida del humanismo verdadero. Todo ser humano debe confrontarse con Él y, con la ayuda de la gracia, a El debe tender con todo el corazón, con toda la mente y con todas sus fuerzas para realizar plenamente su existencia".
MESS/SESION ACADEMIAS PONTIFICIAS/... VIS 20051117 (490)