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miércoles, 12 de octubre de 2005

RELIGION: FERMENTO DE JUSTICIA Y SOLIDARIDAD


CIUDAD DEL VATICANO, 12 OCT 2005 (VIS).-El salmo 121, "Alegría de llegar a Jerusalén, la ciudad santa a la que se desea paz", fue el tema de la catequesis de Benedicto XVI durante la audiencia general de los miércoles, en la Plaza de San Pedro y en la que participaron 50.000 personas.

Jerusalén, dijo el Papa, ""Ciudad bien compacta", símbolo de seguridad y estabilidad, es el corazón de la unidad de las doce tribus de Israel que convergen hacia ella como centro de su fe y de su culto. (...) En ella hay otra realidad relevante, signo también de la presencia de Dios en Israel: "los tribunales de justicia" de la casa de David, la dinastía que gobierna, es decir la expresión de la acción divina en la historia".

Así, la capital política, explicó el Santo Padre, "era también la sede judicial más alta donde se resolvían en última instancia las controversias: saliendo de Sión, los peregrinos regresaban a sus aldeas más justos y pacificados".

En el Salmo, la ciudad es definida también "por su función religiosa y social, mostrando que la religión bíblica no es abstracta ni intimista, sino fermento de justicia y solidaridad, pues a la comunión con Dios sigue necesariamente la de los hermanos entre sí".

Benedicto XVI observó que en la invocación final resuena la palabra "shalom" (paz) "que alude a la paz mesiánica que recoge en sí alegría, prosperidad, bien y abundancia (...) y anticipa de alguna forma el saludo de San Francisco: "Paz y bien"".

Por último, el Papa recordó que San Gregorio Magno, en la "Homilía sobre Ezequiel", escribe que la ciudad santa de Jerusalén "está construida ya aquí sobre el comportamiento de los santos. En un edificio, una piedra sostiene a la otra (...) y quien sostiene es a su vez sostenido por otro. Así, justo así, en la santa Iglesia cada uno sostiene y es sostenido".

No hay que olvidar -concluyó-, que "hay un cimiento que soporta todo el peso de la construcción y es nuestro Redentor, (...) de quien el apóstol San Pablo dice: "Nadie puede poner otro cimiento distinto del que está puesto, que es Jesucristo".
AG/SALMO 121/... VIS 20051012 (370)

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