CIUDAD DEL VATICANO, 18 MAR 2005 (VIS).-El cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, presentó esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la Carta del Papa a los Sacerdotes por Jueves Santo 2005. También estaban presentes en la rueda de prensa el arzobispo Csaba Ternyak y monseñor Giovanni Carrù, respectivamente secretario y subsecretario del dicasterio.
El documento, de once páginas, se ha publicado en inglés, francés, español, portugués, italiano y polaco y está fechado el 13 de marzo.
El cardenal Castrillón afirmó que la carta de este año tiene un acento particular porque está firmada "desde un lugar marcado por la Cruz de Cristo", el Policlínico Gemelli.
"El Papa -dijo el purpurado-, en el silencio de su sufrimiento repite con el ejemplo de una vida entregada 'hasta el final' la afirmación paulina: 'Nosotros predicamos a Cristo crucificado... potencia de Dios y sabiduría de Dios', amando con la caridad de Cristo a todos los hombres y completando en su cuerpo lo que falta a la pasión del único Salvador y Redentor".
Juan Pablo II "desde su cruz -continuó-, indica a cada sacerdote la insondable dignidad, conferida por la ordenación, de poder pronunciar las palabras de la Institución del misterio eucarístico 'in persona Christi', y de recibir la capacidad de transformar la propia existencia sacerdotal en una entrega radical a la Iglesia y a la humanidad".
"Configurados con Cristo -continuó-, nosotros sacerdotes somos exhortados por el Papa a transformarnos en pan eucarístico, dando gracias a Dios, con nuestra misma existencia, por la obra de salvación realizada en su Hijo Unigénito".
El prefecto de la congregación señaló que el Santo Padre "nos recuerda la 'obediencia del amor', la grata obligación de darnos enteramente al pueblo de Dios que se nos ha confiado, una obligación asumida el día de nuestra ordenación sacerdotal, y que se manifiesta de modo ejemplar para todos los fieles en su adhesión al discernimiento de los obispos, imitando a Cristo, que en la Ultima Cena se entregó a la Iglesia. Se trata de una donación de nuestra autonomía, también cuando es legítima, de una donación contra la que se rebela la cultura actual, que pretende la autorrealización de la razón desvinculada de todo límite".
"Una vez más, en este Año de la Eucaristía, el Santo Padre nos introduce con amor en el 'mysterium Paschae', que es el gran misterio de la fe. (...) Con la suavidad de la fe, el Papa nos invita a custodiar con reverencia las normas litúrgicas que no solo tutelan sino que hacen resplandecer la sacralidad del Rito. Acogeremos sus palabras para custodiar la Eucaristía, en una vela continua y en todos los rincones del mundo y pondremos de rodillas ante el sagrario todas nuestras intenciones".
El cardenal Castrillón concluyó haciendo hincapié en que "a pesar del paso de los años, confortados por las palabras del Papa, contagiaremos la juventud de Dios que está en nosotros y la irradiaremos sobre quienes encontremos en nuestro camino. (...) El Santo Padre nos asegura que de la santidad sacerdotal surgirá la vida nueva de la Iglesia, con vocaciones que garantizarán el ardor de la nueva evangelización, alimentado por el pan de vida eterna".
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OP/CARTA PAPA SACERDOTES/CASTRILLON VIS 20050318 (520)
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