CIUDAD DEL VATICANO, 20 MAR 2005 (VIS).-El cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, presidió en nombre del Papa, la celebración eucarística del Domingo de Ramos en Plaza de San Pedro. Antes de comenzar la misa, el purpurado bendijo las palmas y los olivos.
Durante la ceremonia, la ventana del apartamento privado de Juan Pablo II estaba abierta, y a un lado se colocó una palma.
Participaron en la misa unas cincuenta mil personas, en su mayoría jóvenes, que hoy celebraban la Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano, como preludio de la que se celebrará a nivel internacional el próximo mes de agosto en Colonia (Alemania).
En la homilía, el cardenal Ruini habló de la Pasión del Señor, que se narra en el Evangelio de hoy. "Si vemos los muchos sufrimientos humanos, sobre todo el sufrimiento no culpable, nos quedamos como perdidos y nos vemos obligados a preguntarnos si verdaderamente Dios nos ama y nos cuida, o si no existe quizá un destino malvado que ni siquiera Dios puede cambiar".
"En la cruz de Cristo, sin embargo -continuó-, estamos en contacto con el auténtico rostro de Dios. (...) En la cruz de Cristo, el rostro de Dios no pierde su grandeza y su misterio, y sin embargo se hace extraordinariamente cercano y amigo, pues es el rostro de Aquél que, en el propio Hijo, comparte hasta el final incluso el lado más oscuro de la condición humana".
El vicario del Santo Padre para la diócesis de Roma subrayó que "por este motivo, de la cruz de Cristo se difunde una fuerza y una esperanza de redención sobre todo el sufrimiento humano: el drama y el misterio del sufrimiento, que son en el fondo el drama y el misterio de nuestra vida, no quedan de este modo eliminados, pero ya no se nos presentan como algo oscuro e insensato".
Dirigiéndose en modo especial a los jóvenes presentes, el purpurado les alentó a seguir la invitación de Cristo: "'Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a si mismo, que tome su cruz y que me siga'. Esta palabra -dijo-, provoca comprensiblemente miedo, particularmente a los seres humanos de nuestro tiempo que tendemos a ver en el sufrimiento sólo algo inútil y dañoso. Pero, precisamente este es nuestro error, que nos impide comprender no sólo el significado del sufrimiento, sino también el sentido de la vida".
"La Cruz de Cristo ni deprime ni debilita. Al contrario -concluyó el cardenal Ruini-, la cruz nos da energías siempre nuevas, las que resplandecen en las hazañas de los santos y que han hecho fecunda la historia de la Iglesia, las que hoy vemos con una claridad especial en el rostro cansado del Santo Padre".
HML/JOVENES:CRUZ/RUINI VIS 20050321 (470)
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