CIUDAD DEL VATICANO, 18 DIC 2004 (VIS).-Esta mañana, en Lisboa, en la sede del ministerio de Asuntos Exteriores de Portugal, el arzobispo Giovanni Lajolo, secretario para las Relaciones con los Estados y el ministro de Exteriores y de las Comunidades Portuguesas, António Víctor Monteiro Martins, intercambiaron los documentos de ratificación del Concordato entre la Santa Sede y la República Portuguesa, firmado en el Vaticano el 18 de mayo 2004, para regular las materias de interés común entre la Iglesia y el Estado.
El acuerdo, que actualiza el Concordato del 7 de mayo de 1940, regula la posición jurídica de la Iglesia católica y de sus instituciones. El Estado garantiza a la Iglesia el ejercicio público y libre de sus actividades, en particular por lo que concierne al culto, al magisterio y al ministerio, además de la jurisdicción en materia eclesiástica; también reconoce la libertad religiosa, sobre todo en los ámbitos de conciencia, culto, reunión, asociación, expresión pública, enseñanza y actividad caritativa.
En una declaración posterior al intercambio de los documentos de ratificación, el arzobispo Lajolo subrayó "los dos grandes principios que inspiran el Concordato: el de la libertad de la Iglesia" y el de "la cooperación, que respetando la propia competencia del Estado, permite a la Iglesia asociarse a otras instituciones públicas y privadas en el servicio de la sociedad, por el bien del ser humano; y lo hace sobre todo por medio de sus obras educativas y caritativas, como corresponde a los dos fundamentos de su actuar: la verdad y la caridad".
"También son muy importantes -dijo- las cláusulas relativas a la enseñanza de la religión y de la moral católica en las escuelas públicas, la posibilidad de erigir nuevas escuelas católicas y el reconocimiento oficial de la Universidad católica portuguesa. ¿Cómo no ver la importancia de un acuerdo en el campo de la formación de los jóvenes, que representan el futuro de la Iglesia y de la sociedad?".
El secretario para las Relaciones con los Estados también citó, "como una de las disposiciones típicas de los concordatos contemporáneos, la norma para la salvaguardia del patrimonio cultural, que en Portugal en extraordinariamente rico y ha sido plasmado en gran parte por aquellos valores religiosos que constituyen el fundamento sobre el que se han desarrollado las nobles tradiciones del pueblo portugués. Destinar espacios para fines religiosos (...) indica la intención de que estos valores espirituales sigan siendo un punto de referencia también en el futuro".
SS/CONCORDATO PORTUGAL/LAJOLO VIS 20041220 (400)
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