CIUDAD DEL VATICANO, 9 OCT 2004 (VIS).-El arzobispo Celestino Migliore, nuncio apostólico y observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, pronunció el pasado 7 de octubre en Nueva York un discurso sobre "Desarme completo y general". Tras recordar que los ideales de la Carta de las Naciones Unidas "han sido fuente de esperanza" desde hace casi 60 años, agregó que "en los últimos tiempos, una sensación de miedo parece nublar nuestra visión: miedo de atentados terroristas, miedo de guerras nuevas, miedo de una ruptura en el proceso del derecho internacional".
"Un síntoma de este miedo -agregó- es el aumento global de la inversión en armamentos que el año pasado alcanzó los 956.000 millones de dólares, un aumento del 11% respecto a 2002 y del 18% respecto a 2001. (...) Un resultado claro de esa inversión extraordinaria en herramientas de muerte es que los gobiernos son menos capaces de cumplir sus compromisos a largo plazo en los sectores de la educación, la sanidad y la vivienda".
"La Santa Sede ha respondido a la naturaleza ideológica y supuestamente religiosa del terrorismo internacional -subrayó el arzobispo- condenando esos atentados blasfemos".
"Los terroristas matan, mutilan y provocan carnicerías sirviéndose de un conjunto impresionante de armas. Su disponibilidad mundial significa que esas armas se producen y se venden internacionalmente, tanto en el mercado negro como con el patrocinio de los Estados. (...) El mundo es cada vez más consciente de la grave amenaza que representa la adquisición por parte de los terroristas de las armas de destrucción de masas, sobre todo armas nucleares. La frágil situación del Tratado de No Proliferación Nuclear suscita en estos momentos grave preocupación, ya que la proliferación de esas armas aumenta enormemente la facilidad de su adquisición por los terroristas".
A la inquietud provocada por las armas nucleares y su proliferación, además de la "posible adquisición por los terroristas" de armas de destrucción de masas, hay que añadir, dijo el prelado, la suscitada por la difusión de armas convencionales y la lucha contra las minas anti-persona. "Las Naciones Unidas y sus estados miembros -concluyó- deben apoyar todos los esfuerzos encaminados al desarme, la desmovilización y la reintegración. (...) La Santa Sede ha apoyado siempre las iniciativas de la ONU a favor de una 'cultura de la paz'".
DELSS/DESARME/ONU:MIGLIORE VIS 20041011 (330)
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