CIUDAD DEL VATICANO, 19 MAY 2004 (VIS).-En la audiencia general de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló sobre el Salmo 31, "Acción de gracias por el perdón de los pecados".
Juan Pablo II dijo ante unas 15.000 personas que en el salmo proclamado hoy encontramos el "testimonio personal de un convertido", que "habiendo cometido hechos graves, no tenía valor para confesar sus pecados a Dios. Era un tormento interior terrible, descrito con imágenes impresionantes. (…) Sentía el peso de la mano de Dios, consciente de que como guardián de la justicia y la verdad, no es indiferente al mal".
"Al no poder resistir más -continuó-, decide confesar su culpa, con una declaración valiente, que parece anticipar la del hijo pródigo de la parábola de Jesús" y Dios "responde en seguida con un generoso perdón. (…) Para los fieles arrepentidos y perdonados, a pesar de las pruebas de la vida, se abre un horizonte de seguridad, confianza y paz".
El Señor, dijo el Santo Padre, "promete guiar al pecador convertido. Efectivamente, no basta haber sido purificados; después, es necesario caminar por la vía justa. (…) La verdadera justicia -añadió- lleva a la conversión, dejando atrás el vicio y su poder oscuro de atracción. Pero sobre todo conduce al gozo de aquella paz que deriva del ser liberados y perdonados".
"Podemos aplicar este Salmo -concluyó- al sacramento de la Reconciliación. En él se experimenta la conciencia del pecado, a menudo ofuscada en nuestros días, y al mismo tiempo, la alegría que brota del perdón. El binomio 'delito-castigo' es sustituido por el binomio 'delito-perdón', porque el Señor es un Dios 'que perdona la culpa, el delito y el pecado'".
AG/SALMO 31/… VIS 20040519 (290)
Juan Pablo II dijo ante unas 15.000 personas que en el salmo proclamado hoy encontramos el "testimonio personal de un convertido", que "habiendo cometido hechos graves, no tenía valor para confesar sus pecados a Dios. Era un tormento interior terrible, descrito con imágenes impresionantes. (…) Sentía el peso de la mano de Dios, consciente de que como guardián de la justicia y la verdad, no es indiferente al mal".
"Al no poder resistir más -continuó-, decide confesar su culpa, con una declaración valiente, que parece anticipar la del hijo pródigo de la parábola de Jesús" y Dios "responde en seguida con un generoso perdón. (…) Para los fieles arrepentidos y perdonados, a pesar de las pruebas de la vida, se abre un horizonte de seguridad, confianza y paz".
El Señor, dijo el Santo Padre, "promete guiar al pecador convertido. Efectivamente, no basta haber sido purificados; después, es necesario caminar por la vía justa. (…) La verdadera justicia -añadió- lleva a la conversión, dejando atrás el vicio y su poder oscuro de atracción. Pero sobre todo conduce al gozo de aquella paz que deriva del ser liberados y perdonados".
"Podemos aplicar este Salmo -concluyó- al sacramento de la Reconciliación. En él se experimenta la conciencia del pecado, a menudo ofuscada en nuestros días, y al mismo tiempo, la alegría que brota del perdón. El binomio 'delito-castigo' es sustituido por el binomio 'delito-perdón', porque el Señor es un Dios 'que perdona la culpa, el delito y el pecado'".
AG/SALMO 31/… VIS 20040519 (290)
No hay comentarios:
Publicar un comentario