CIUDAD DEL VATICANO, 14 FEB 2004 (VIS).-Ayer por la tarde Juan Pablo II recibió a los obispos de las provincias eclesiásticas de Burdeos y Poitiers (Francia) al final de su visita "ad limina". El Papa centró su discurso en la pastoral de los jóvenes y subrayó la necesidad de una sólida formación humana y espiritual en todas las edades, sobre todo teniendo en cuenta "el marco complejo y difícil en que los jóvenes viven hoy".
"El universo cultural de los jóvenes -dijo- está caracterizado por las nuevas tecnologías de la comunicación que hacen problemática su relación con el mundo por una parte y modelan su comportamiento por otra. Se crea así una cultura de lo inmediato y lo efímero, que no siempre es favorable a la profundización ni a la maduración interior o al discernimiento moral. Pero la utilización de las nuevas tecnologías presenta un interés que no se puede negar". El Papa se refirió, por ejemplo, a las parroquias que utilizan sitos en Internet, muchos de ellos dedicados a la formación e información de los jóvenes.
Juan Pablo II subrayó a continuación "las numerosas fracturas que hacen que los jóvenes sean particularmente frágiles: separaciones familiares, (…) ruptura de los lazos sociales, (…) desintegración de la célula familiar" y otras situaciones de precariedad. Citó también "la evolución de una mentalidad que es fuente de inquietud" y de la que forma parte "una subjetividad exacerbada, la liberalización excesiva de las costumbres que lleva a que los jóvenes piensen que cualquier comportamiento, solo porque es realizable, es bueno, la grave disminución del sentido moral". A veces, prosiguió, los jóvenes "dan la impresión de haber entrado demasiado pronto en la vida adulta en razón de sus conocimientos y sus comportamientos y de no haber tenido tiempo para madurar física, intelectual, afectiva y moralmente".
"Como pastores -prosiguió-, estáis atentos a esta realidad y conocéis también la generosidad de los jóvenes, dispuestos a movilizarse en favor de causas justas y deseosos de encontrar la felicidad". Después recordó que la educación era la clave de la formación de los jóvenes, tanto a nivel familiar, como parroquial o escolar y subrayó la tradición de grandes educadores franceses. "Os invito -agregó- a pesar de los pocos medios, a no ahorrar esfuerzos en el ámbito de la educación".
"Los jóvenes aspiran a vivir en grupos donde se les reconoce y ama", dijo el Papa, en primer lugar la familia, los amigos y, no por último, la comunidad diocesana. "La presencia de otras personas, que no sean sólo familiares es a menudo beneficiosa", añadió. Juan Pablo II invitó a las escuelas católicas a ser comunidades que impartan siempre valores cristianos y transmitan el magisterio a los jóvenes.
"La pastoral de los jóvenes requiere perseverancia, atención e imaginación. Para ello no dudéis en emplear sacerdotes preparados, con buena formación y una vida espiritual y moral ejemplar. (…) La vida de fe y la práctica sacramental (…) no pueden constituir una actividad entre otras de la existencia".
Al final, Juan Pablo II abordó el tema de los jóvenes que se preparan para el matrimonio, recordando que muchos de ellos han conocido el sufrimiento en sus familias de origen. "En la sociedad hay modelos diversos de relación, sin alguna calificación antropológica o moral", dijo. "La Iglesia recuerda que el matrimonio entre un hombre y una mujer, y una familia se construyen ante todo mediante un fuerte vínculo entre las personas y un compromiso definitivo y no sobre el aspecto puramente afectivo, que no puede constituir la única base de la vida conyugal. ¡Que los pastores y los matrimonios cristianos no tengan miedo de ayudar a los jóvenes a reflexionar sobre estas cuestiones tan delicadas y esenciales!".
AL/JUVENTUD/FRANCIA VIS 20040216 (620)
"El universo cultural de los jóvenes -dijo- está caracterizado por las nuevas tecnologías de la comunicación que hacen problemática su relación con el mundo por una parte y modelan su comportamiento por otra. Se crea así una cultura de lo inmediato y lo efímero, que no siempre es favorable a la profundización ni a la maduración interior o al discernimiento moral. Pero la utilización de las nuevas tecnologías presenta un interés que no se puede negar". El Papa se refirió, por ejemplo, a las parroquias que utilizan sitos en Internet, muchos de ellos dedicados a la formación e información de los jóvenes.
Juan Pablo II subrayó a continuación "las numerosas fracturas que hacen que los jóvenes sean particularmente frágiles: separaciones familiares, (…) ruptura de los lazos sociales, (…) desintegración de la célula familiar" y otras situaciones de precariedad. Citó también "la evolución de una mentalidad que es fuente de inquietud" y de la que forma parte "una subjetividad exacerbada, la liberalización excesiva de las costumbres que lleva a que los jóvenes piensen que cualquier comportamiento, solo porque es realizable, es bueno, la grave disminución del sentido moral". A veces, prosiguió, los jóvenes "dan la impresión de haber entrado demasiado pronto en la vida adulta en razón de sus conocimientos y sus comportamientos y de no haber tenido tiempo para madurar física, intelectual, afectiva y moralmente".
"Como pastores -prosiguió-, estáis atentos a esta realidad y conocéis también la generosidad de los jóvenes, dispuestos a movilizarse en favor de causas justas y deseosos de encontrar la felicidad". Después recordó que la educación era la clave de la formación de los jóvenes, tanto a nivel familiar, como parroquial o escolar y subrayó la tradición de grandes educadores franceses. "Os invito -agregó- a pesar de los pocos medios, a no ahorrar esfuerzos en el ámbito de la educación".
"Los jóvenes aspiran a vivir en grupos donde se les reconoce y ama", dijo el Papa, en primer lugar la familia, los amigos y, no por último, la comunidad diocesana. "La presencia de otras personas, que no sean sólo familiares es a menudo beneficiosa", añadió. Juan Pablo II invitó a las escuelas católicas a ser comunidades que impartan siempre valores cristianos y transmitan el magisterio a los jóvenes.
"La pastoral de los jóvenes requiere perseverancia, atención e imaginación. Para ello no dudéis en emplear sacerdotes preparados, con buena formación y una vida espiritual y moral ejemplar. (…) La vida de fe y la práctica sacramental (…) no pueden constituir una actividad entre otras de la existencia".
Al final, Juan Pablo II abordó el tema de los jóvenes que se preparan para el matrimonio, recordando que muchos de ellos han conocido el sufrimiento en sus familias de origen. "En la sociedad hay modelos diversos de relación, sin alguna calificación antropológica o moral", dijo. "La Iglesia recuerda que el matrimonio entre un hombre y una mujer, y una familia se construyen ante todo mediante un fuerte vínculo entre las personas y un compromiso definitivo y no sobre el aspecto puramente afectivo, que no puede constituir la única base de la vida conyugal. ¡Que los pastores y los matrimonios cristianos no tengan miedo de ayudar a los jóvenes a reflexionar sobre estas cuestiones tan delicadas y esenciales!".
AL/JUVENTUD/FRANCIA VIS 20040216 (620)
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