ITALIA DEBE AYUDAR A EUROPA A RECONOCER RAICES CRISTIANAS

CIUDAD DEL VATICANO, 9 GEN 2004 (VIS).-Juan Pablo II recibió hoy las cartas credenciales del nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede, Giuseppe Balboni Acqua, y recordó el rico patrimonio de valores religiosos, espirituales y culturales, así como el altruismo y la solidaridad tanto nacional como internacional que caracterizan a esa nación.

El Santo Padre subrayó "los vínculos milenarios que unen a la Sede de Pedro con los habitantes de la península, cuyo rico patrimonio de valores cristianos es una fuente viva de inspiración e identidad. El acuerdo del 18 de febrero de 1984 afirma que la República Italiana reconoce 'el valor de la cultura religiosa' teniendo en cuenta el hecho de que 'los principios del catolicismo forman parte del patrimonio histórico del Pueblo italiano'".

"Italia, por lo tanto, tiene un papel particular para obrar en favor de que Europa, en las instancias competentes, reconozca las propias raíces cristianas, que pueden asegurar a los ciudadanos del Continente una identidad que no sea efímera o basada solamente en intereses político-económicos, sino en los valores profundos e imperecederos. Los fundamentos éticos y los ideales que constituyeron la base de los esfuerzos para la unidad europea hoy son todavía mas necesarios, si se desea dar un perfil institucional estable a la Unión Europea".

"Quiero alentar al gobierno italiano -prosiguió- y a todos los representantes políticos italianos a proseguir los esfuerzos llevados a cabo hasta ahora en este sentido. ¡Que Italia siga recordando a las naciones hermanas la extraordinaria herencia religiosa, cultural y civil que ha permitido a lo largo de los siglos la grandeza de Europa!".

Juan Pablo II recordó entonces que durante el 2004 se celebrarán dos aniversarios de las relaciones entre Italia y la Santa Sede: el 75 aniversario de los Pactos Lateranenses, firmados el 11 de febrero de 1929, que crearon el Estado soberano de la Ciudad del Vaticano y el 20 aniversario de su modificación en 1984. El Papa afirmó que respecto a cuanto queda por hacer o completar "la Iglesia no pide privilegios, ni quiere sobrepasar el ámbito espiritual proprio de su misión. Los acuerdos que brotan de este diálogo respetuoso no tienen otra finalidad que la de permitirle que desarrolle en completa libertad su tarea universal y favorecer el bien espiritual del pueblo italiano.

El Santo Padre dedicó los últimos párrafos de su discurso al "papel fundamental de la familia, amenazada hoy, según el parecer de muchas personas, por una interpretación mal entendida de los derechos. La Constitución italiana recuerda y tutela el carácter central de esta 'sociedad natural fundada sobre el matrimonio. Por eso, es tarea de los gobernantes promover leyes que favorezcan su vitalidad. (…) Es importante que el Estado preste ayuda a la familia, sin sofocar jamás la libertad de elección educacional de los padres y que les sostenga en sus derechos inalienables y en sus esfuerzos para consolidar el núcleo familiar".
CD/CREDENCIALES/ITALIA:ACQUA VIS 20040109 (450)