CREDENCIALES DEL NUEVO EMBAJADOR DE COREA

CIUDAD DEL VATICANO, 4 JUL 2003 (VIS) - Juan Pablo II recibió esta mañana las cartas credenciales del nuevo embajador de Corea ante la Santa Sede, Seong Youm. En su discurso el Santo Padre recordó que hoy se cumplían "cuarenta años de la apertura de una delegación de la República de Corea ante la Santa Sede".

"El Evangelio ha crecido y se ha difundido en la tierra coreana -dijo el Papa-. El gran número de coreanos elevados a los honores de los altares da fe de que la santidad tiene raíces sólidas entre el pueblo y esto acrecienta el brillo de la Iglesia universal".

Juan Pablo II subrayó que en sus dos visitas a Corea constató "los progresos y las conquistas de la libertad y de bienestar de una sociedad joven y dinámica. Sin embargo, he visto también la amargura de muchos ante el hecho de que la península, habitada por un único pueblo, esté obligada a vivir una división penosa. Además es motivo de preocupación que haya todavía sentimientos de hostilidad y de contraposición entre las dos naciones, si bien sea motivo de esperanza saber que existe la voluntad concreta de aliviar la tensión a través de diálogos y encuentros".

"Este camino político -agregó- gozará de fuerza y credibilidad mayores si el área desarrollada de la península sabrá hacerse cargo, en la medida de sus posibilidades, de las necesidades acuciantes de la otra".

"La Santa Sede observa de buen grado cualquier esfuerzo en pro del diálogo y la cooperación, como también la atención hacia los sectores más débiles de la población (...). Es necesario construir el presente y el futuro de Corea sobre las bases sólidas del respeto de la persona en la búsqueda constante de la justicia y de la paz. Para ese fin, en la coyuntura actual, es necesario proseguir incansablemente los esfuerzos encaminados a la eliminación progresiva, equilibrada y verificable de las armas de destrucción de masa, y en particular de las nucleares".

Después refiriéndose a la comunidad católica en Corea, el Santo Padre afirmó que "constituye una realidad prometedora y goza de estima y respeto. Lleva a cabo su misión inspirándose en el Evangelio y da un testimonio religioso concreto con instituciones educativas, de asistencia y de caridad, apreciadas por tantos".

Pero, observó el Papa, la Iglesia Católica "no esconde su preocupación por el triste fenómeno del aborto, que constituye una plaga social terrible. Hay también una práctica muy difundida del control artificial de la natalidad y se propaga una mentalidad pragm tica que justifica y alienta la manipulación genética, incluso la más desaprensiva, como también la pena de muerte. Frente a estas graves amenazas a la vida, la Iglesia siente que su deber es reafirmar los valores en que cree, valores que son patrimonio de la humanidad porque mediante la ley natural están grabados por Dios en el corazón de los seres humanos".

Juan Pablo II concluyó afirmando que "un programa cuyo objetivo primario sea la defensa de la vida y de la familia, será ciertamente beneficioso para la solidez y la estabilidad de la sociedad coreana".

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