CIUDAD DEL VATICANO, 9 ABR 2003 (VIS) - El arzobispo Diarmuid Martin, nuncio apostólico y observador permanente de la Santa Sede en la Oficina de las Naciones Unidas de Ginebra, es el jefe de la Delegación de la Santa Sede en la 59 sesión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La reunión, en curso actualmente en la ciudad suiza, comenzó el pasado 17 de marzo y acabará el 25 de abril.
El arzobispo Martin ha intervenido en tres ocasiones ante la asamblea. El 25 de marzo habló sobre el tema 6 del programa: Racismo, discriminación racial, xenofobia y todas las formas de discriminación. Esa vez recordó que desde la Conferencia Mundial de Durban (2001) sobre este tema "la comunidad de las naciones parece seguir teniendo dificultades a la hora de hacer frente al racismo. Es como si algún miedo profundamente arraigado o alguna inhibición social nos impidieran hacer frente, con serenidad y objetividad, a este fenómeno ampliamente difuso". "Han salido a la luz -prosiguió- nuevas formas de división y exclusión, de intolerancia y odio" y subrayó que la forma mejor para combatirlas es la educación. "El odio racista de hoy no debe transmitirse, no puede llegar a la próxima generación. Tenemos que encontrar la manera de educar a las generaciones futuras a una visión diferente de las relaciones humanas, una visión que corresponde a la verdad relativa a la unidad de la especie humana".
El 7 de abril, el nuncio abordó ante la Comisión de Derechos Humanos el tema 10: Derechos sociales, económicos y culturales -Pobreza extremada en la era de la globalización. "La concentración y la intensidad de la pobreza extremada en algunas regiones del mundo -dijo- representan uno de los símbolos más patentes de las inaceptables desigualdades que todavía existen en el mundo actual. La agregación tendría que ser un signo distintivo de un enfoque de la mitigación de la pobreza basado en los derechos humanos, un enfoque que subrayase la indivisibilidad y la universalidad de los derechos humanos, cuyo núcleo fuera la dignidad integral de cada persona humana y la unidad de la familia humana".
La tercera intervención del arzobispo Martin se centró en el tema 11: Derechos civiles y políticos e intolerancia religiosa. El prelado observó que en el informe especial sobre libertad religiosa y creencias se subrayaba el llamamiento de Juan Pablo II en favor del diálogo entre las religiones al servicio de la paz y la firma del Dec logo por la Paz en Asís el 24 de enero de 2002. "Este dec logo -dijo- fija algunos de los componentes básicos que deben caracterizar el diálogo entre las religiones, entre ellos la afirmación de que la violencia y el terrorismo son contrarios a todo espíritu religioso verdadero; la educación al respeto y a la estima mutua entre los miembros de grupos étnicos, culturas y pueblos diferentes; el reconocimiento del hecho de que hacer frente a las diferencias puede ser una ocasión para una mayor comprensión recíproca; el perdón de los errores y prejuicios del presente y del pasado; la promoción de una cultura del diálogo, abierta a la comprensión y a la confianza".
"Los líderes religiosos -afirmó- tienen una responsabilidad especial para reafirmar con firmeza, juntos siempre que sea posible, que los intentos de manipular los sentimientos religiosos para engendrar divisiones, o el recurrir a la religión como excusa de la violencia o del terrorismo no puede reconciliarse con el verdadero espíritu religioso. Requisito de esta afirmación es asegurarse de que los creyentes eviten cualquier tentación de estereotipar o describir engañosamente a las otras religiones y a sus creyentes.
DELSS;DERECHOS HUMANOS;...;GINEBRA; MARTIN;VIS;20030409;600;
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