CONSTRUYAMOS LA PAZ EN LAS FAMILIAS Y EN EL MUNDO

CIUDAD DEL VATICANO, 5 MAR 2003 (VIS) - Juan Pablo II dedicó la catequesis de su audiencia general a la Cuaresma, a la que definió "un tiempo de intensa oración, de penitencia y de mayor atención a las necesidades de los hermanos". "Con el rito de la imposición de cenizas -afirmó- nos reconocemos pecadores e invocamos el perdón de Dios manifestando un deseo sincero de conversión". El Papa recordó a los 6.500 peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI que hoy, Miércoles de Ceniza, está dedicado a la oración y el ayuno por la paz en el mundo.

"Según la antigua tradición de la Iglesia -dijo el Papa- todos los fieles están hoy llamados a la abstinencia de la carne y al ayuno, con la única excepción de aquellos que estén razonablemente impedidos por motivos de salud o de edad. El ayuno reviste un gran valor en la vida de los cristianos (...) y debe ir acompañado de un deseo sincero de purificación interior, de disponibilidad a obedecer a la voluntad divina y de solidaridad hacia los hermanos, particularmente los más pobres".

"Mientras entramos en el tiempo de Cuaresma -prosiguió- no podemos dejar de tener en cuenta el contexto internacional actual, en el que se agitan amenazadoras tensiones de guerra. Es necesario que todos asuman conscientemente sus responsabilidades y hagan un esfuerzo común para evitar a la humanidad otro conflicto dram tico. Por esto he querido que este Miércoles de Ceniza fuera una jornada de oración y ayuno para implorar la paz en el mundo. Debemos pedir a Dios, ante todo la conversión del corazón, en el que se enreda toda forma de mal y todo impulso hacia el pecado; tenemos que rezar y ayunar por la convivencia pacífica entre pueblos y naciones".

Juan Pablo II recordó que había propuesto esta invitación a la conversión, a la penitencia y a la solidaridad en su Mensaje Anual para la Cuaresma que este año tenía como tema "Mayor felicidad hay en dar que en recibir". "Solo convirtiéndose a esta lógica -subrayó- se puede construir un orden social establecido no sobre un equilibrio precario de intereses en conflicto, sino sobre una búsqueda equitativa y solidaria del bien común".

"¡Que esta jornada de oración y ayuno por la paz, con que abrimos la Cuaresma -concluyó- se traduzca en gestos concretos de reconciliación! Todos, desde el ámbito familiar al internacional deben sentirse y hacerse corresponsables de la construcción de la paz".

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