CIUDAD DEL VATICANO, 22 ENE 2002 (VIS) - Al recibir esta mañana a los miembros de la Conferencia Episcopal de Vietnam, que acaban de realizar su visita "ad limina", Juan Pablo II les agradeció su "perseverancia y testimonio valiente" en la labor que tienen encomendada.
El Papa comenzó hablando de la prioridad evangelizadora y misionera de la Iglesia en Vietnam. "La urgencia de la misión -dijo- debe inspirar siempre las decisiones valientes que toméis, guiados por el Espíritu Santo, agente principal de la evangelización. Con su ayuda seréis capaces de responder eficazmente a las exigencias del anuncio del Evangelio".
Tras recordar que en sus relaciones quinquenales los obispos se habían referido a la necesidad de desarrollar la formación catequística inicial y la formación permanente de los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, dijo: "Los numerosos años de conflicto, la dispersión de las comunidades cristianas y la disparidad en el nivel de instrucción de los fieles han hecho difíciles la propuesta y organización de esta formación. (...) Es especialmente urgente ofrecer a todos una sólida enseñanza de la doctrina social de la Iglesia".
"La Iglesia católica -continuó- también está invitada a compartir su esperanza proponiendo sin descanso el camino del diálogo. (...) Un diálogo confiado y constructivo entre todos los miembros de la sociedad civil permitirá dar una esperanza nueva a todo el pueblo de Vietnam".
El Santo Padre puso de relieve que la Iglesia no se confunde con la comunidad política, aunque debe existir entre ambas una "sana colaboración". Y añadió: "La Iglesia invita a sus miembros a comprometerse lealmente al crecimiento de todos y a la edificación de una sociedad justa, solidaria y equitativa. (...) Para realizar esta 'sana colaboración', la Iglesia espera que la comunidad política respete totalmente su independencia y su autonomía. El precioso bien de la libertad religiosa (...) es patrimonio tanto de los individuos como de las comunidades religiosas".
"Espero -afirmó- que todos los miembros de la nación se unan para promoverá una civilización del amor, fundada en los valores universales de la paz, de la justicia, de la solidaridad y de la libertad".
Juan Pablo II destacó la "vitalidad y el coraje de los laicos" vietnamitas "que viven y celebran su fe en unas condiciones a menudo difíciles". Y pidió que se les proporcionara una formación que "les convierta en testigos en la vida social, política y económica".
El Papa se refirió a la necesidad de que los sacerdotes reciban "una formación espiritual e intelectual adecuada a los desafíos misioneros que deben afrontar". Finalmente, manifestó su alegría por el aumento de vocaciones a la vida consagrada, sobre todo a la vida religiosa femenina, y alentó a las personas consagradas a "no flaquear en su compromiso misionero y a comprometerse con un fervor renovado en el anuncio de Cristo y en el servicio a todos los seres humanos".
AL;...;...;VIETNAM;VIS;20020122;470;
El Papa comenzó hablando de la prioridad evangelizadora y misionera de la Iglesia en Vietnam. "La urgencia de la misión -dijo- debe inspirar siempre las decisiones valientes que toméis, guiados por el Espíritu Santo, agente principal de la evangelización. Con su ayuda seréis capaces de responder eficazmente a las exigencias del anuncio del Evangelio".
Tras recordar que en sus relaciones quinquenales los obispos se habían referido a la necesidad de desarrollar la formación catequística inicial y la formación permanente de los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, dijo: "Los numerosos años de conflicto, la dispersión de las comunidades cristianas y la disparidad en el nivel de instrucción de los fieles han hecho difíciles la propuesta y organización de esta formación. (...) Es especialmente urgente ofrecer a todos una sólida enseñanza de la doctrina social de la Iglesia".
"La Iglesia católica -continuó- también está invitada a compartir su esperanza proponiendo sin descanso el camino del diálogo. (...) Un diálogo confiado y constructivo entre todos los miembros de la sociedad civil permitirá dar una esperanza nueva a todo el pueblo de Vietnam".
El Santo Padre puso de relieve que la Iglesia no se confunde con la comunidad política, aunque debe existir entre ambas una "sana colaboración". Y añadió: "La Iglesia invita a sus miembros a comprometerse lealmente al crecimiento de todos y a la edificación de una sociedad justa, solidaria y equitativa. (...) Para realizar esta 'sana colaboración', la Iglesia espera que la comunidad política respete totalmente su independencia y su autonomía. El precioso bien de la libertad religiosa (...) es patrimonio tanto de los individuos como de las comunidades religiosas".
"Espero -afirmó- que todos los miembros de la nación se unan para promoverá una civilización del amor, fundada en los valores universales de la paz, de la justicia, de la solidaridad y de la libertad".
Juan Pablo II destacó la "vitalidad y el coraje de los laicos" vietnamitas "que viven y celebran su fe en unas condiciones a menudo difíciles". Y pidió que se les proporcionara una formación que "les convierta en testigos en la vida social, política y económica".
El Papa se refirió a la necesidad de que los sacerdotes reciban "una formación espiritual e intelectual adecuada a los desafíos misioneros que deben afrontar". Finalmente, manifestó su alegría por el aumento de vocaciones a la vida consagrada, sobre todo a la vida religiosa femenina, y alentó a las personas consagradas a "no flaquear en su compromiso misionero y a comprometerse con un fervor renovado en el anuncio de Cristo y en el servicio a todos los seres humanos".
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