Ciudad
del Vaticano, 12 de noviembre de 2015 (Vis).-''Nutridos por Cristo
para nutrir a los demás'', es el tema del Congreso Eucarístico
Nacional de India que se ha inaugurado hoy en Mumbai, y en el que
participan 700 delegados de todo el país. El Congreso brinda también
la oportunidad de recordar la presencia en la misma ocasión y hace
cincuenta años del beato Pablo VI que durante su viaje a India en
1964 quiso presidir ese acontecimiento. Durante la apertura de los
trabajos,que concluirán el 15 de noviembre, los participantes han
visto el vídeo mensaje que el Papa Francisco les ha enviado deseando
que el evento sea ''heraldo de alegría y felicidad'' para todo el
pueblo hindú. Siguen amplios párrafos del mensaje:
''El
Congreso Eucarístico es un don de Dios, no sólo para los
cristianos de la India, sino para toda la población de un país tan
culturalmente diversa como espiritualmente rica. Durante miles de
años, la India ha sido permeada por el deseo de verdad, de la
búsqueda de lo divino, por el esfuerzo en la bondad y amabilidad''.
''La
Eucaristía, como el tema elegido señala acertadamente, nos nutre.
Como subrayé en la homilía del Corpus Domini, "la Eucaristía
actualiza el Pacto que nos santifica, nos purifica y nos une en la
maravillosa comunión con Dios. Así aprendemos que la Eucaristía no
es sólo es una recompensa para los buenos, sino también la
fortaleza para los débiles y pecadores. Es el perdón y el sustento
que nos ayuda en nuestro camino''.
''Hoy
todos los seres humanos en el mundo necesitan alimento. Y este
alimento no es sólo el que sirve para satisfacer el hambre física.
Hay otras hambres -de amor, de inmortalidad de la vida, de afecto,
de ser cuidado, de perdón, de misericordia. Este hambre puede ser
saciada sólo por el pan que viene de las alturas. Jesús mismo es el
Pan vivo que da la vida al mundo. Su cuerpo ofrecido por nosotros en
la cruz, su sangre derramada para el perdón de los pecados de la
humanidad se hace disponible para nosotros en el pan y el vino de la
Eucaristía que se transforma en la consagración''.
''Pero
la Eucaristía no termina con la participación en el pan y la
sangre del Señor. Nos lleva a la solidaridad con los demás. La
comunión con el Señor es necesariamente una comunión con nuestros
hermanos y hermanas. Y, por tanto, el que se nutre del cuerpo y la
sangre de Cristo no puede permanecer impasible cuando ve que sus
hermanos sufren la miseria y el hambre. Los alimentados por la
Eucaristía estamos llamados a llevar la alegría del Evangelio a
aquellos que no lo han recibido. Fortalecidos por el Pan vivo
estamos llamados a llevar esperanza a los que viven en las tinieblas
y en la desesperación''.
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