Ciudad
del Vaticano, 12 de noviembre de 2015 (Vis).-El Papa ha saludado esta
mañana en el Aula Pablo VI a cinco mil miembros de la Familia de san
Luis Guanella, conocido simplemente como Don Guanella (1842-1915) el
sacerdote italiano fundador de la Congregación de Hijas de Santa
María de la Providencia y de la Orden de los Siervos de La Caridad.
beatificado en 1964 y canonizado en 2011.
La
peregrinación a Roma de la Familia Don Guanella coincide con el
primer centenario de la muerte del santo y, el Santo Padre, en el
discurso que dirigió a los peregrinos , intentó imaginar que habría
dicho el santo a sus seguidores para confirmarlos en la fe, la
esperanza y la caridad, con tres verbos: fiarse, mirar y apresurarse,
El
primer verbo es fiarse. ''La vida de Don Guanella -dijo el Papa- tuvo
como centro la certeza de que Dios es un Padre misericordioso y
providente. Esto era para él el corazón de la fe: saberse hijo
siempre amado, cuidado por el Padre, y por tanto, hermano de todos,
llamado a infundir confianza... Creo que a nuestro Padre Celestial le
disguste ver que sus hijos no confían en él plenamente: creen tal
vez en un Dios lejano, más que en un Padre misericordioso. En
muchos de ellos también puede surgir la duda de que Dios, además
de Padre, sea también padrón.... Pero esto es un gran engaño: es
el engaño del antiguo enemigo de Dios y del hombre, que trastoca la
realidad y disfraza el bien como mal. Es la primera tentación:
distanciarse de Dios, intimidado por la sospecha de que su paternidad
no sea realmente buena y providente. Dios es en cambio sólo amor,
amor puro y providente. Nos ama más de lo que nosotros nos amemos
y sabe cuál es nuestro verdadero bien. Por eso quiere que en la vida
nos convirtamos en lo que somos por el bautismo: hijos amados, que
son capaces de superar el miedo y no caer en la queja, porque el
Padre nos cuida''.
El
segundo verbo es mirar. ''El Padre creador también inspira la
creatividad en los que viven como hijos suyos. Aprenden entonces a
ver el mundo con ojos nuevos, que se vuelven más luminosos por el
amor y la esperanza. Son ojos que permiten mirarse dentro con verdad
y ver lejos en la caridad...En el mundo no faltan problemas y en
nuestra época hay nuevas pobrezas y muchas injusticias. Pero la
mayor carestía es la de la caridad: hacen falta sobre todo personas
con ojos renovados por el amor y miradas que infundan esperanza''.
''A
veces -comentó Franciscó- nuestro punto de vista espiritual es
miope, porque no podemos ver más allá de nuestro ego. Otras veces
somos présbites: nos gusta ayudar a los que están lejos, pero no
somos capaces de acercarnos a los que viven a nuestro lado. A veces,
sin embargo, preferimos cerrar los ojos, porque estamos cansados,
abrumados por el pesimismo. Don Guanella, que recomendaba mirar a
Jesús partiendo de su corazón, nos invita a tener la misma mirada
del Señor: una mirada que infunde esperanza y alegría, capaz al
mismo tiempo de sentir un "profundo sentimiento de compasión"
hacia los que sufren''.
Y,
por último, apresurarse. "Los pobres son los hijos predilectos"
del Padre, como decía san Luis, a quien le gustaba repetir: "El
que da a los pobres presta a Dios." Como el Padre es delicado y
concreto con los hijos más pequeños y débiles -terminó Francisco-
tampoco nosotros podemos hacer esperar a los hermanos y hermanas en
dificultad, porque - son siempre palabras de Don Guanella - "la
miseria no puede esperar. Y no nos podemos parar mientras haya
pobres que socorrer''.
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