Ciudad
del Vaticano, 1 de noviembre de 2015 (Vis).-Esta tarde, en la
Solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco celebró la santa
misa en el cementerio monumental del Verano a la que siguió una
oración por los difuntos y la bendición de las tumbas.
Concelebraron con el Santo Padre el cardenal vicario de Roma,
Agostino Vallini, el arzobispo Filippo Iannome, vicerregente de la
diócesis de Roma y el párroco de San Lorenzo Extramuros, padre
Armando Ambrosi.
El
Papa dedicó la homilía al Sermón de la Montaña, cuando Jesús
indica a los discípulos y a la multitud reunida en la colina junto
al lago de Galilea, el camino de las bienaventuranzas para alcanzar
la verdadera felicidad. ''Se trata de camino difícil de entender,
-dijo Francisco- ya que va a contra corriente, pero el Señor nos
dice que los que recorren esta senda son felices; que tarde o
temprano se vuelven felices''.
"Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos."
''Podemos preguntarnos cómo puede ser feliz una persona pobre de
corazón cuya única riqueza es el Reino de los cielos. Pero la razón
es efectivamente esta; teniendo el corazón despojado y libre de
tantas cosas mundanas, esta persona es "esperada" en el
Reino de los Cielos''.
"Bienaventurados
los que lloran, porque ellos serán consolados"...''Los que
nunca en la vida han sentido la tristeza, la angustia, el dolor
-dijo el Santo Padre- nunca conocerán el poder del consuelo.
Felices, en cambio, aquellos que tienen la capacidad de conmoverse,
la capacidad de sentir dentro de sí el dolor que hay en su vida y en
la de los demás. Ellos serán felices, porque la tierna mano de Dios
Padre los consolará y acariciará''.
"Bienaventurados
los mansos". ''Y ,en cambio, nosotros, cuantas veces somos
impacientes, nerviosos, siempre dispuestos a quejarnos. Pretendemos
tanto de los demás pero cuando nos tocan reaccionamos levantando
la voz, como si fuéramos los dueños del mundo, cuando en realidad
todos somos hijos de Dios''.
"Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados." Sí, los que tienen un fuerte sentido de la justicia,
y no sólo hacia los demás, sino en primer lugar hacia sí
mismos, esos serán saciados, porque están listos para recibir la
justicia más grande, la que sólo Dios puede dar''.
Y
"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia." ''Dichosos los que saben perdonar, los que son
misericordiosos con los demás, los que no juzgan todo y a todos,
sino que tratan de ponerse en su lugar. El perdón es algo que todos
necesitamos, sin excepción. Por eso al principio de la Misa nos
reconocemos por lo que somos, pecadores''.
"Bienaventurados
los artífices de paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios''.
''Miremos las caras de los que siembran cizaña -señaló el Pontífice- ¿ se les ve felices? Los que buscan siempre la
oportunidad de hacer trampa, los que se aprovechan de los demás
¿son felices? No, no pueden serlo. En cambio los que todos los días,
con paciencia, intentan difundir la paz, son artesanos de la paz, de
la reconciliación: estos son bienaventurados, porque son verdaderos
hijos de nuestro Padre Celestial, que siembra siempre y solo paz,
hasta el extremo de que envió a su Hijo al mundo como semilla de
paz para la humanidad''.
''Este
es el camino de la santidad, y es el mismo camino de la felicidad
-terminó el Santo Padre- Es el camino que recorrió Jesús;
todavía más: Él mismo es el camino. Los que caminan con Él y
pasan a través de El, entran en la vida, en la vida eterna.
Pidamos a Dios la gracia de ser sencillos y humildes, la gracia de
ser capaces de llorar, la gracia de ser mansos, la gracia de trabajar
por la justicia y la paz, y sobre todo la gracia de dejarnos perdonar
por Dios para convertirnos en instrumentos de su misericordia . Así
lo hicieron los santos, que nos han precedido en la patria celestial.
Ellos nos acompañan en nuestra peregrinación terrena, nos animan a
seguir adelante''.
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