Ciudad
del Vaticano, 28 de noviembre de 2015 (Vis).-El Papa Francisco llegó
ayer tarde a Uganda, la segunda etapa de su viaje apostólico en
Africa. Lo esperaban en el aeropuerto el Presidente Yoweri Kaguta
Museweni, diversas autoridades religiosas y civiles y un grupo de
danzadores que ejecutó en su honor un baile tradicional. Desde el
aeropuerto el Santo Padre se trasladó al State House, de Entebbe,
donde después de saludar en privado a la familia del presidente -que
también era Jefe de Estado durante la visita de San Juan Pablo a
ese país en 1993- encontró a las autoridades y al cuerpo
diplomático de Uganda.
En
el discurso pronunciado en el Salón de las Conferencias, Francisco
recordó que con su visita quería conmemorar el quincuagésimo
aniversario de la canonización de los mártires de Uganda por su
predecesor, el Papa Pablo VI, pero que esperaba, al mismo tiempo que
su visita fuera vista ''como un signo de amistad, aprecio y aliento a
todo el pueblo de esta gran nación''.
''Los
mártires, tanto católicos como anglicanos, son verdaderos héroes
nacionales -subrayó- Ellos dan testimonio de los principios rectores
expresados en el lema de Uganda: ''Por Dios y mi país''.. Nos
recuerdan el papel fundamental que ha tenido y sigue teniendo la fe,
la rectitud moral y el compromiso por el bien común, en la vida
cultural, económica y política de este país. También nos
recuerdan que, a pesar de nuestros diferentes credos y convicciones,
todos estamos llamados a buscar la verdad, a trabajar por la justicia
y la reconciliación, y a respetarnos, protegernos y ayudarnos unos a
otros como miembros de una única familia humana. Estos altos ideales
son especialmente importantes en hombres y mujeres, como ustedes, que
han de garantizar una buena y transparente gestión pública, un
desarrollo humano integral, una amplia participación en la vida
nacional, así como una distribución racional y justa de los bienes
que el Creador ha otorgado con abundancia a estas tierras''.
''Mi
visita -prosiguio- pretende también llamar la atención sobre África
en su conjunto, sus promesas, sus esperanzas, sus luchas y sus
logros. El mundo mira a África como al continente de la esperanza.
En efecto, Uganda ha sido bendecida por Dios con abundantes recursos
naturales, que ustedes tienen el cometido de administrar con
responsabilidad. Pero, sobre todo, la nación ha sido bendecida en su
gente: sus familias fuertes, sus jóvenes y sus ancianos... que son
la memoria viva de todos los pueblos''.
Francisco
elogió igualmente la ''preocupación excepcional'' que Uganda había
mostrado por acoger a los refugiados, ''para que puedan reconstruir
sus vidas con seguridad y con el sentido de la dignidad que
proporciona el ganarse el sustento mediante un trabajo honrado.
Nuestro mundo, atrapado en guerras, violencia, y diversas formas de
injusticia, es testigo de un movimiento de personas sin precedentes.
La manera como los tratamos es una prueba de nuestra capacidad de
humanidad, de nuestro respeto por la dignidad humana y, sobre todo,
de nuestra solidaridad con estos hermanos y hermanas necesitados''.
''Deseo
seguir alentando -dijo al final de su discurso- los muchos esfuerzos
que de modo discreto se están realizando en favor de los pobres, los
enfermos y todos los que pasan dificultad. En estos pequeños signos
se manifiesta el alma verdadera de un pueblo. En muchos sentidos,
nuestro mundo experimenta hoy un crecimiento armónico; al mismo
tiempo, sin embargo, vemos con preocupación la globalización de una
''cultura del descarte'', que nos hace perder de vista los valores
espirituales, endurece nuestros corazones ante las necesidades de los
pobres y roba la esperanza a nuestros jóvenes''.
''Con
el deseo de encontrarme con ustedes y compartir este tiempo juntos,
pido a Dios que usted, Señor Presidente, y todo el querido pueblo de
Uganda respondan siempre a los valores que han forjado el alma de su
nación. Invoco de todo corazón sobre todos ustedes las abundantes
bendiciones del Señor'', concluyó.
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