Ciudad
del Vaticano, 22 de noviembre de 2015 (Vis).-En la Solemnidad de
Cristo Rey, que se celebra el último domingo del año litúrgico, el
Papa dedicó la reflexión que precede al Ángelus a la diferencia
entre la realeza de Jesús y la del mundo, partiendo del pasaje
evangélico que narra su comparecencia ante Pilatos cuando afirma
que es rey de un reino que ''no es de este mundo''.
''Esto
no significa -explicó Francisco- que Cristo sea rey de otro mundo,
sino que es rey de otro modo, y sin embargo, es rey en este mundo.
Se trata de una contraposición entre dos lógicas. La lógica
mundana se asiemta en la ambición, en la competición, combate con
las armas del miedo, del chantaje y de la manipulación de las
conciencias. La lógica del Evangelio, es decir la lógica de Jesús,
en cambio se expresa en la humildad y en la gratuidad, se afirma
silenciosa pero eficazmente con la fuerza de la verdad. Los reinos de
este mundo a veces se rigen con la prepotencia, la rivalidad y la
opresión; el reino de Cristo es un ''reino de justicia, de amor y de
paz''.
Jesús
se reveló rey en la crucifixión, desvelando la gratuidad del amor,
aunque para algunos la Cruz parezca un fracaso. Pero precisamente
''en el fracaso del pecado porque el pecado es un fracaso, en el
fracaso de la ambición humana, está el triunfo de la Cruz, está la
gratuidad del amor''. ''Para el cristiano hablar de potencia y de
fuerza, significa referirse a la potencia de la Cruz y a la fuerza
del amor de Jesús -subrayó el Pontífice- un amor que permanece
firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que se presenta como el
cumplimiento de una vida entregada completamente en favor de la
humanidad''.
Paradójicamente,
la verdad de Jesús, es la ironía de los que en el Calvario decían:
''No puede salvarse a sí mismo'', porque si Cristo hubiera bajado de
la cruz ''habría cedido a las tentaciones del Príncipe de este
mundo. No puede salvarse a sí mismo para poder salvar a los demás,
porque dio su vida por nosotros, por cada uno de nosotros''. Y quien
mejor lo entendió fue el buen ladrón cuando pidió al Crucificado
que se acordase de él en el Paraíso. Aquel malhechor, condenado a
muerte vió el amor en la actitud y en la humildad de Jesús. ''La
fuerza del reino de Cristo es el amor -agregó el Papa- Por eso la
majestad de Jesús no nos oprime, sino que nos libera de nuestras
debilidades y miserias, alentándonos a recorrer los caminos del
bien, de la reconciliación y del perdón''.
''Ante
tantas laceraciones en el mundo y tantas heridas en la carne de los
hombres, pidamos a la Virgen María -concluyó Francisco- que nos
sostenga en nuestro esfuerzo por imitar a Jesús, nuestro rey,
haciendo visible su reino con gestos de ternura, de comprensión y de
misericordia''.
Después
de rezar el Ángelus, el Papa recordó que ayer en Barcelona (España)
fueron proclamados beatos ''Federico de Berga y otros veinticinco
compañeros mártires, asesinados en España durante la feroz
persecución contra la Iglesia en el siglo pasado. Eran sacerdotes
-explicó- jóvenes profesos en espera de ser ordenados y hermanos
laicos pertenecientes a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos.
Confiamos a su intercesión tantos hermanos y hermanas nuestros que
desgraciadamente, todavía hoy, son perseguidos a causa de su fe en
Cristo''.
Por
último habló de que el próximo miércoles comenzará su viaje a
Africa para visitar Kenia, Uganda y la República Centroafricana y
pidió a todos que rezasen por este viaje para que fuera para todos
''un signo de cercanía y de amor''.''Pidamos juntos a la Virgen
-dijo- que bendiga esas amadas tierras para que reine en ellas la paz
y la prosperidad''.
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