Ciudad
del Vaticano, 23 de octubre de 2015 (Vis).-Con un llamamiento a la
misericordia el obispo checo Jan Vokal concluyó la breve meditación
matutina que abrió esta mañana la congregación general del Sínodo
de los Obispos sobre la Familia.
Mons.
Vokal citó las palabras del profeta Amós: ''Porque está aquí
quien forma los montes y crea el viento, quien descubre al hombre
cuál es su pensamiento, quien hace aurora de las tinieblas y avanza
por las alturas de la tierra. Señor, Dios de los ejércitos, es su
nombre''.
''De
vez en cuando -señaló- advertimos la necesidad de detenernos, de
levantar los ojos al cielo, y acordarnos de que no somos los amos del
mundo y de la vida. Tenemos que contemplar el cielo, las montañas,
el mar; sentir la fuerza del viento, la voz de las grandes aguas ...
como le gustaba hacer a San Juan Pablo II, de quien ayer fue la
memoria litúrgica. Necesitamos sentirnos pequeños - como en
realidad somos - en el gran universo que Dios ha creado y sigue
creando y vivificando en cada instante''.
''Vivir
cada vez más en medio de cosas artificiales, hechas por nosotros,
cambia lentamente nuestra percepción de la realidad y de nosotros
mismos -constató- Sin darnos cuenta nos olvidamos de dónde estamos
y de quiénes somos; perdemos el sentido de nuestra verdadera
dimensión: a veces nos sentimos omnipotentes, mientras no lo somos;
a veces nos sentimos impotentes, mientras no lo somos. Como el
profeta Amós nos recuerda, somos como una brizna de hierba, es
cierto, pero nuestro corazón es capaz de infinito. Somos "casi
nada", es cierto, pero podemos preguntar "¿por qué?",
y sentir dentro de nosotros un vínculo misterioso, a veces doloroso,
con Aquel que creó el mundo, el sol, la luna, las estrellas''.
''De
todas las criaturas - que, a su manera, son más humildes y
obedientes al Creador que nosotros -los seres humanos somos los
únicos que reconocemos , y a veces sentimos, que esta omnipotencia
de Dios, esta incomprensible magnitud, es solamente amor y amor
misericordioso, tierno, compasivo, como el de una madre por sus
hijos, pequeños y frágiles. Somos los únicos en darnos cuenta de
que toda la creación gime y sufre como si tuviera dolores de
parto''.
''San
Juan Pablo II -concluyó el prelado- nos ha legado la profecía de
que este es el tiempo de la misericordia. Dedicó a la Divina
Misericordia el segundo domingo de Pascua, y murió en la víspera de
ese domingo.¡Que siga intercediendo por nosotros para que seamos
cada vez más compasivos como es misericordioso nuestro Padre
celestial!''
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