Ciudad
del Vaticano, 26 de abril 2015 (VIS).-En la LII Jornada Mundial de
Oración por las Vocaciones el Papa Francisco confirió en la
basílica de San Pedro la ordenación sacerdotal a diecinueve
diáconos; trece procedentes de los seminarios diocesanos romanos
(Pontificio Seminario Romano Mayor, Colegio Diocesano Redemptoris
Mater, Seminario de la Virgen del Divino Amore) y seis de otros
colegios. Concelebraron la misa con el Santo Padre el cardenal
Agostino Vallini, vicario generale para la diocésis di Roma, el
arzobispo Filippo Iannone, vicegerente, los obispos auxiliares, los
superiores de los seminarios interesados y los párrocos de los
diáconos.
Durante
la liturgia de la ordenación, el Papa pronunció la homilía
prevista para este rito, improvisando algunos párrafos: ''Estos
hijos nuestros -dijo- han sido llamados al orden del presbiterado.
Haremos bien en reflexionar un poco sobre el ministerio al que serán
elevados en la Iglesia. Como bien sabéis, el Señor Jesús es el
único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, pero también en Él todo
el pueblo santo de Dios fue constituido pueblo sacerdotal. ¡Todos
nosotros! Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús
quiso elegir algunos en particular, para que ejerciendo públicamente
en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal en favor de todos los
hombres, continuasen su misión personal como maestro, sacerdote y
pastor. ...Ellos han reflexionado sobre su vocación, y ahora vienen
a recibir el orden presbiteral . Y el obispo se arriesga - ¡se
arriesga! - y los elige, como el Padre se arriesgó por cada uno de
nosotros''.
''En
cuanto a vosotros que estáis a punto de ser promovidos al orden del
presbiterado, considerad que, al ejercer el ministerio de la Santa
Doctrina, seréis partícipes en la misión de Cristo, el único
Maestro. Dispensad a todos esa Palabra de Dios, que vosotros mismos
recibistéis con alegría. Leed y meditad asiduamente la Palabra del
Señor para creer lo que leéis, enseñar lo que habéis aprendido en
la fe, vivir lo que os han enseñado. Y que éste sea el alimento
del pueblo de Dios; que vuestros sermones no sean aburridos; que
vuestras homilías lleguen a los corazones de la gente, porque salen
de los vuestros, porque lo que les decís es lo que lleváis en el
corazón. Así se da la Palabra de Dios, y asi vuestra doctrina sera
la alegría y el apoyo de los fieles de Cristo; el aroma de vuestra
vida será el testimonio, porque el ejemplo edifica , pero las
palabras sin ejemplo son palabras vacías, son ideas y nunca llegan
al corazón e incluso hacen daño: no hacen bien''.
''Cuando
celebreís la Misa, reconoced lo que haceís. No lo hagáis deprisa.
Imitad lo que celebraís - no es un rito artificial, un ritual
artificial -...Con el Bautismo agregareís nuevos fieles al Pueblo de
Dios. ¡Nunca hay que negar el bautismo a quien lo pide! Con el
Sacramento de la Penitencia perdonaréis los pecados en nombre de
Cristo y de la Iglesia. Y yo, en el nombre de Jesucristo, el Señor,
y de su Esposa, la Santa Iglesia, os pido que no os canséis de ser
misericordiosos. ¡Estáis en el confesionario para perdonar, no para
condenar! Imitad al Padre que nunca se cansa de perdonar. Con los
santos óleos daréis alivio a los enfermos. Celebrando los diversos
ritos y elevando en distintos momentos del día la oración de
alabanza y súplica, os haréis voz del pueblo de Dios y de toda la
humanidad. Conscientes de haber sido elegidos entre los hombres y
constituidos en su favor para ocuparos de las cosas de Dios, ejerced
en alegría y sincera caridad la obra sacerdotal de Cristo, dedicados
únicamente a agradar a Dios y no a vosotros mismos. ¡Que cosa más
fea es un sacerdote que vive para complacerse a sí mismo, que "hace
el pavo real"!''.
''Por
último, participando en la misión de Cristo, Cabeza y Pastor, en
comunión filial con vuestro obispo, esforzós por unir a los fieles
en una sóla familia - sed ministros de la unidad en la Iglesia, en
la familia -, para conducirlos a Dios Padre por medio de Cristo en el
Espíritu Santo. Y tened siempre ante nuestros ojos el ejemplo del
Buen Pastor, que no vino para ser servido, sino para servir; no para
quedarse donde estaba cómodo, sino para salir y tratar de salvar lo
que estaba perdido''.
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