Ciudad
del Vaticano, 20 marzo 2015
(VIS).- El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia a una
delegación de la Comisión Internacional contra la pena de muerte.
Ofrecemos a continuación amplios extractos de la carta que el Papa
ha entregado durante la audiencia a Federico Mayor, Presidente de
dicha Comisión, para hacer llegar su saludo y agradecimiento
personal a todos sus miembros, al grupo de países que la apoyan y a
todos los que con ella colaboran.
''En
esta oportunidad, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones
con las que la Iglesia contribuya al esfuerzo humanista de la
Comisión. El Magisterio de la Iglesia, a partir de la Sagrada
Escritura y de la experiencia milenaria del Pueblo de Dios, defiende
la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y sostiene la
plena dignidad humana en cuanto imagen de Dios. La vida humana es
sagrada porque desde su inicio, desde el primer instante de la
concepción, es fruto de la acción creadora de Dios''.
''Los
Estados pueden matar por acción cuando aplican la pena de muerte,
cuando llevan a sus pueblos a la guerra o cuando realizan ejecuciones
extrajudiciales o sumarias. Pueden matar también por omisión,
cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los medios esenciales
para la vida... En algunas ocasiones es necesario repeler
proporcionadamente una agresión en curso para evitar que un agresor
cause un daño, y la necesidad de neutralizarlo puede conllevar su
eliminación: es el caso de la legítima defensa. Sin embargo, los
presupuestos de la legítima defensa personal no son aplicables al
medio social, sin riesgo de tergiversación. Es que cuando se aplica
la pena de muerte, se mata a personas no por agresiones actuales,
sino por daños cometidos en el pasado. Se aplica, además, a
personas cuya capacidad de dañar no es actual sino que ya ha sido
neutralizada, y que se encuentran privadas de su libertad''.
''Hoy
en día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido
el delito del condenado. Es una ofensa a la inviolabilidad de la vida
y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de
Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e
impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace
justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza''.
''Para
un Estado de derecho, la pena de muerte representa un fracaso, porque
lo obliga a matar en nombre de la justicia... Nunca se alcanzará la
justicia dando muerte a un ser humano... Con la aplicación de la
pena capital, se le niega al condenado la posibilidad de la
reparación o enmienda del daño causado; la posibilidad de la
confesión, por la que el hombre expresa su conversión interior; y
de la contrición, pórtico del arrepentimiento y de la expiación,
para llegar al encuentro con el amor misericordioso y sanador de
Dios. es, además, un recurso frecuente al que echan mano algunos
regímenes totalitarios y grupos de fanáticos, para el exterminio de
disidentes políticos, de minorías, y de todo sujeto etiquetado como
''peligroso'' o que puede ser percibido como una amenaza para su
poder o para la consecución de sus fines''.
''La
pena de muerte es contraria al sentido de la humanitas y a la
misericordia divina, que debe ser modelo para la justicia de los
hombres... Se debate en algunos lugares acerca del modo de matar,
como si se tratara de encontrar el modo de “hacerlo bien”... Pero
no hay forma humana de matar a otra persona''.
''Por
otra parte, la pena de prisión perpetua, así como aquellas que por
su duración conlleven la imposibilidad para el penado de proyectar
un futuro en libertad, pueden ser consideradas penas de muerte
encubiertas, puesto que con ellas no se priva al culpable de su
libertad sino que se intenta privarlo de la esperanza. Pero aunque el
sistema penal pueda cobrarse el tiempo de los culpables, jamás podrá
cobrarse su esperanza''.
''Queridos
amigos, los aliento a continuar con la obra que realizan, pues el
mundo necesita testigos de la misericordia y de la ternura de Dios y
que el Señor Jesús les conceda el don de la sabiduría, para que
las acciones que emprendan en pos de la abolición de esta pena
cruel, sean acertadas y fructíferas''.
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