Ciudad
del Vaticano, 21 noviembre 2014
(VIS).-''Este aniversario nos invita a dar gracias a Dios por los
muchos frutos recogidos durante este medio siglo. En particular, se
ha cumplido lo que el Concilio había recomendado: el aprecio de todo
lo que de bueno y verdadero hay en la vida de los cristianos de toda
comunidad''. Así saludó ayer tarde el Papa Francisco a los
participantes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la
Unidad de los Cristianos cuyo tema ha sido "La meta del
ecumenismo: principios, oportunidades y desafíos a cincuenta años
de Unitatis Redintegratio''.
El
Pontífice recordó que el 21 de noviembre de hace 50 años, junto
con el documento Unitatis Redintegratio, se publicaron la
Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium y el Decreto
sobre las Iglesias orientales católicas Orientalium Ecclesiarum.
Tres textos profundamente vinculados que ofrecen la visión
eclesiológica del Concilio Vaticano II.
''En
primer lugar -afirmó Francisco- podemos regocijarnos de que la
enseñanza del Concilio haya sido ampliamente recibida. En los
últimos años, sobre la base de motivaciones teológicas arraigadas
en la Escritura y en la Tradición de la Iglesia, ha cambiado la
actitud de los católicos hacia los cristianos de otras Iglesias y
Comunidades eclesiales. Pertenecen al pasado la hostilidad y la
indiferencia, que habían abierto brechas aparentemente insalvables
y producido heridas profundas, y se ha iniciado un proceso de
curación que permite aceptar al otro como un hermano o hermana en la
unidad profunda que nace del Bautismo''.
Ese
dato ha hecho posible ''profundizar en los contactos con muchas
iglesias y comunidades eclesiales y desarrollar nuevas formas de
colaboración. Han sido muy importante en este sentido, las
traducciones ecuménicas de las Sagradas Escrituras. Cristianos de
diversas Iglesias y Comunidades eclesiales se esfuerzan juntos por
servir a la humanidad que sufre , en la defensa de la vida humana y
su dignidad inalienable, en la protección de la creación y en
contra de las injusticias que afligen a tantos seres humanos y a
tantos pueblos''.
Pero
a la acción de gracias hay que unir el hecho de que todavía
persisten divisiones entre los cristianos y que las divergencias
sobre nuevas cuestiones antropológicas y éticas dificultan el
camino hacia la unidad. ''Sin embargo -recalcó el Papa- no podemos
ceder al desaliento y a la resignación, sino seguir confiando en
Dios que pone en el corazón de los cristianos semillas de amor y de
unidad, para hacer frente con renovado vigor a los desafíos
ecuménicos de nuestra época: cultivar el ecumenismo espiritual,
valorizar el ecumenismo de la sangre, recorrer juntos el camino
del Evangelio''.
El
ecumenismo espiritual tiene su punto culminante en la Semana de
Oración por la Unidad de los Cristianos y es ''una red mundial de
momentos de oración que, desde el ámbito parroquial y el
internacional insuflan en el cuerpo de la Iglesia el oxígeno del
genuino espíritu ecuménico; una red de gestos, que nos hace
trabajar juntos en tantas obras de caridad; y es también un
intercambio de oraciones, meditaciones, y otros textos que circulan
por la web y pueden contribuir al desarrollo del conocimiento, el
respeto y la estima mutua''.
Unitatis
Redintegratio invita a valorizar el ecumenismo de la sangre
mediante el reconocimiento, en los hermanos y hermanas de otras
Iglesias y comunidades cristianas, de la capacidad - dada por Dios -
de dar testimonio de Cristo hasta el sacrificio de la vida . ''Estos
testimonios -observó el Obispo de Roma- nunca han faltado en los
últimos cincuenta años y continúan hasta nuestros días...
Aquellos que persiguen a Cristo en sus fieles no diferencian
confesiones: los persiguen simplemente porque son cristianos''.
El
Papa reveló también que en los últimos meses, encontrando a muchos
cristianos no católicos, o leyendo sus cartas, se dio cuenta de que
a pesar de los problemas abiertos que todavía nos separan, ''hay un
deseo generalizado y fuerte de caminar juntos, de rezar de conocer y
amar al Señor, de colaborar en el servicio y la solidaridad con los
débiles y los que sufren'' y reafirmó su convicción de que en un
camino común ''con la guía del Espíritu Santo y aprendiendo unos
de otros, podemos crecer en la comunión que ya nos une''.
''A
cincuenta años de la Unitatis Redintegratio -concluyó- la búsqueda
de la plena unidad entre los cristianos sigue siendo una prioridad
para la Iglesia católica, y por lo tanto es una de mis mayores
preocupaciones diarias . La unidad es ante todo don de Dios y obra
del Espíritu Santo, pero todos estamos llamados a trabajar juntos
siempre y en toda circunstancia''.
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