Ciudad
del Vaticano, 30 octubre 2014
(VIS).-''Un viaje espiritual desde el encuentro a la amistad, desde
la amistad a la hermandad y desde la hermandad a la comunión''. Es
el que católicos y veterocatólicos deben proseguir para alcanzar la
unidad de la Iglesia en Cristo, como ha afirmado el Papa Francisco
este mañana recibiendo a los miembros de la Conferencia de los
Obispos Veterocatólicos de la Unión de Utrecht. cuyo viaje a Roma
coincide con el quincuagésimo aniversario de la promulgación del
decreto del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo ''Unitatis
redintegratio'' que marcó el comienzo de una nueva era para la
búsqueda de la unidad de los discípulos de Cristo.
En
su discurso el Santo Padre recordó el trabajo desempeñado en estos
años por la Comisión Internacional de diálogo
católica-veterocatólica, gracias al cual ha sido posible
''construir puentes de entendimiento recíproco y de cooperación
práctica... hallar convergencias e individuar divergencias de forma
más precisa, situándolas en contextos nuevos''.
''Si,
por un lado nos alegramos cada vez que podemos dar un paso adelante
hacia una comunión más fuerte de fe y de vida -observó- por otro
nos afligimos cuando tomamos conciencia de los nuevos desacuerdos que
han surgido entre nosotros a lo largo de los años. Las cuestiones
teológicas y eclesiológicas que acompañaron nuestra separación
son ahora más difíciles de superar debido a nuestra creciente
distancia en los temas concernientes al ministerio y al
discernimiento ético. Por tanto, el reto que enfrentan los católicos
y los veterocatólicos es perseverar en un diálogo teológico
sustancial y el continuar a caminar juntos, a orar juntos y trabajar
juntos en un espíritu de conversión más profunda a todo lo que
Cristo quiere para su Iglesia. En nuestra separación hubo, por ambas
partes grandes pecados y debilidades humanas. En un espíritu de
perdón recíproco y de humilde arrepentimiento, ahora necesitamos
fortalecer nuestro deseo de reconciliación y de paz. El camino hacia
la unidad comienza con una transformación del corazón, con una
conversión interior... En el camino, el cambio es inevitable.
Siempre debemos estar dispuestos a escuchar y seguir las sugerencias
del Espíritu que nos guía a la verdad entera.''
''Mientras
tanto, en el corazón de Europa, tan confundida acerca de su
identidad y de su vocación, hay muchas áreas en las que los
católicos y los veterocatólicos pueden colaborar tratando de
responder a la profunda crisis espiritual que afecta a los individuos
y la sociedad. Hay sed de Dios. Hay un profundo deseo de redescubrir
el sentido de la vida. Y hay una necesidad urgente de un testimonio
creíble de las verdades y los valores del Evangelio. En esto
podemos apoyarnos y animarnos unos a otros, sobre todo en las
parroquias y en las comunidades locales. De hecho, el alma del
ecumenismo consiste en la "conversión del corazón" y la
"santidad de la vida, junto con las oraciones privadas y
públicas por la unidad de los cristianos''. Rezando unos con otros,
nuestras diferencias serán asumidas y superadas en la fidelidad al
Señor y a su Evangelio''.
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