Ciudad
del Vaticano, 4 octubre 2013
(VIS).-La segunda etapa de la visita pastoral del Papa a Asís ha
sido el obispado; allí en 1206 san Francisco, frente a su padre
Pietro Bernardone, -que, enojado por su conducta lo había hecho
procesar- y ante el obispo Guido - representante de la autoridad
eclesial a la que el Poverello se había apelado- se despojó de sus
vestiduras y proclamó a Dios como su verdadero Padre. Ante este
gesto, el obispo lo abrazó y lo tapó con su manto.
En
la “Sala della Spoliazione”, donde tuvo lugar ese episodio, el
Santo Padre ha encontrado a los pobres asistidos por la Caritas,
después de escuchar las palabras del obispo Domenico Sorrentino que
ha subrayado que Francisco era el primer papa que visitaba esa
estancia en los últimos ochocientos años.
El
pontífice, improvisando de nuevo su discurso, ha dicho que en estos
últimos días los periódicos se preguntaban sobre lo que habría
dicho en esa sala: “¡El Papa irá allí a despojar a la Iglesia!
¡Quitará las vestiduras a los obispos, a los cardenales; se las
quitará él mismo!”. “Esta- ha observado- es una buena ocasión
para invitar a la Iglesia a despojarse. Pero la Iglesia somos
todos,¡todos!. Desde el primer bautizado, todos somos Iglesia. Y
todos tenemos que seguir el camino de Jesús, que se despojó a sí
mismo. Se hizo siervo, servidor; quiso humillarse hasta la cruz. Y si
nosotros queremos ser cristianos, no hay otro camino”.
“Pero
algunos dicen -ha proseguido- '¿No podemos hacer un cristianismo un
poco más humano: sin cruz, sin Jesús, sin despojarnos?'. Ah!, así
nos convertiríamos en 'cristianos de pastelería', como tartas,
bonitas y dulces... Muy bien, pero eso no es ser cristiano de verdad.
Alguno que otro dirá: ¿Y de que tiene que despojarse la Iglesia?
Tiene que despojarse de un peligro gravísimo que amenaza a todas las
personas en la Iglesia, a todos: el peligro de la mundanidad. El
cristiano no puede convivir con el espíritu del mundo. La mundanidad
que nos lleva a la vanidad, a la prepotencia, al orgullo. Eso es un
ídolo: no es Dios. Y la idolatría es el pecado más grave”.
“Cuando
en los medios de comunicación se habla de la Iglesia, creen que la
Iglesia son los curas, las monjas, los obispos, los cardenales y el
Papa. Pero la Iglesia somos todos. Y todos tenemos que despojarnos de
esta mundanidad que es el espíritu contrario de las
bienaventuranzas, el espíritu contrario al espíritu de Jesús. La
mundanidad nos hace daño. Y es tan triste encontrar a un cristiano
mundano, seguro de esa seguridad que le da -en su opinión- la fe y
seguro de la seguridad que le da el mundo. No se puede jugar a dos
barajas. La Iglesia, todos nosotros, tenemos que despojarnos de la
mundanidad que la lleva a la vanidad, al orgullo, que es la
idolatría”.
“Jesús
mismo decía : 'No se puede servir a dos padrones. O sirves a Dios o
sirves al dinero. En el dinero estaba incluido este espíritu mundano
¿no? Dinero,vanidad, orgullo; ese camino. Nosotros no podemos
seguirlo... es triste borrar con una mano lo que se escribe con la
otra. El Evangelio es el Evangelio. Dios es único y Jesús se hizo
siervo por nosotros y el espíritu del mundo no tiene nada que ver
con eso”.
“Y
hoy, muchos de vosotros - ha afirmado, dirigiéndose a los presentes-
habéis sido despojados por este mundo salvaje que no da trabajo, que
no ayuda; no importa si en el mundo hay niños que mueren de hambre;
no importa si tantas familias no tienen que comer; no tienen la
dignidad de llevar pan a casa; no importa que tanta gente tenga que
escapar de la esclavitud, del hambre y huir buscando la libertad y,
con cuanto dolor, tantas veces vemos que encuentran la muerte, como
sucedió ayer en Lampedusa. ¡Hoy es un día de llanto! Estas cosas
son obra del espíritu del mundo. Es ridículo que un cristiano, un
cristiano verdadero, un cura, una monja, un obispo, un cardenal, un
papa, quieran recorrer este camino de la mundanidad; es una actitud
homicida. La mundanidad espiritual mata. ¡Mata el alma! ¡Mata a las
personas! ¡Mata a la Iglesia!”.
“Cuando
Francisco se desnudó aquí era un muchacho, no tenía fuerza; fue la
fuerza de Dios la que le llevó a hacerlo. Pero la fuerza de Dios que
quería recordarnos lo que Jesús nos decía sobre el espíritu del
mundo, lo que Jesús ha pedido al Padre para que nos librase del
espíritu del mundo”.
“Hoy,
aquí -ha terminado- pidamos la gracia para todos los cristianos:
¡Que el Señor nos de a todos el valor de despojarnos!, pero no de
20 liras, no, no... Despojarnos del espíritu del mundo que es la
lepra, es el cáncer de la sociedad. Es el cáncer de la revelación
de Dios. El espíritu del mundo es el enemigo de Jesús. Pido al
Señor que nos de a todos la gracias de despojarnos”.
Al
final, el Papa después de dar las gracias a todos por la acogida ha
dicho: “Rezad por mí; lo necesito mucho”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario