Ciudad
del Vaticano, 16 noviembre 2012
(VIS).-”Id y haced discípulos a todos los pueblos”, es el título
del Mensaje del Santo Padre con ocasión de la XXVIII Jornada Mundial
de la Juventud 2013, que tendrá lugar en Rio de Janeiro (Brasil) en
el mes de julio de 2013. Ofrecemos a continuación amplios extractos
del documento.
“Quisiera
renovaros ante todo mi invitación a que participéis en esta
importante cita. La célebre estatua del Cristo Redentor, que domina
aquella hermosa ciudad brasileña, será su símbolo elocuente. Sus
brazos abiertos son el signo de la acogida que el Señor regala a
cuantos acuden a él, y su corazón representa el inmenso amor que
tiene por cada uno de vosotros. ¡Dejaos atraer por él! ¡Vivid esta
experiencia del encuentro con Cristo, junto a tantos otros jóvenes
que se reunirán en Río para el próximo encuentro mundial! Dejaos
amar por él y seréis los testigos que el mundo tanto necesita”.
1.Una
llamada apremiante.
“La
historia nos ha mostrado cuántos jóvenes, por medio del generoso
don de sí mismos y anunciando el Evangelio, han contribuido
enormemente al Reino de Dios y al desarrollo de este mundo. Con gran
entusiasmo, han llevado la Buena Nueva del Amor de Dios, que se ha
manifestado en Cristo, con medios y posibilidades muy inferiores con
respecto a los que disponemos hoy (...)Hay muchos jóvenes hoy que
dudan profundamente de que la vida sea un don y no ven con claridad
su camino. Ante las dificultades del mundo contemporáneo, muchos se
preguntan con frecuencia: ¿Qué puedo hacer? La luz de la fe ilumina
esta oscuridad, nos hace comprender que cada existencia tiene un
valor inestimable, porque es fruto del amor de Dios. Él ama también
a quien se ha alejado de él; tiene paciencia y espera, es más, él
ha entregado a su Hijo, muerto y resucitado, para que nos libere
radicalmente del mal”.
“En
su misión de evangelización, la Iglesia cuenta con vosotros (...)
Vosotros sois los primeros misioneros entre los jóvenes. Al final
del Concilio Vaticano II, cuyo 50º aniversario estamos celebrando en
este año, el siervo de Dios Pablo VI entregó a los jóvenes del
mundo un Mensaje que(...) concluía con una llamada: “¡Construid
con entusiasmo un mundo mejor que el de vuestros mayores!”
(...)Esta invitación es de gran actualidad. Estamos atravesando un
período histórico muy particular. El progreso técnico nos ha
ofrecido posibilidades inauditas de interacción entre los hombres y
la población, mas la globalización de estas relaciones sólo será
positiva y hará crecer el mundo en humanidad si se basa no en el
materialismo sino en el amor, que es la única realidad capaz de
colmar el corazón de cada uno y de unir a las personas. Dios es
amor. El hombre que se olvida de Dios se queda sin esperanza y es
incapaz de amar a su semejante. Por ello, es urgente testimoniar la
presencia de Dios, para que cada uno la pueda experimentar. La
salvación de la humanidad y la salvación de cada uno de nosotros
están en juego”.
2.Sed
discípulos de Cristo
Esta
llamada misionera se os dirige también por otra razón: Es necesaria
para vuestro camino de fe personal (...) Al anunciar el Evangelio
vosotros mismos crecéis arraigándoos cada vez más profundamente en
Cristo, os convertís en cristianos maduros. El compromiso misionero
es una dimensión esencial de la fe; no se puede ser un verdadero
creyente si no se evangeliza. ¿Qué significa ser misioneros?
Significa ante todo ser discípulos de Cristo, escuchar una y otra
vez la invitación a seguirle, la invitación a mirarle. (...) Os
aconsejo que hagáis memoria de los dones recibidos de Dios para
transmitirlos a su vez. Aprended a leer vuestra historia personal,
tomad también conciencia de la maravillosa herencia de las
generaciones que os han precedido: (...) No olvidemos nunca que
formamos parte de una enorme cadena de hombres y mujeres que nos han
transmitido la verdad de la fe y que cuentan con nosotros para que
otros la reciban. El ser misioneros presupone el conocimiento de este
patrimonio recibido, que es la fe de la Iglesia. Es necesario conocer
aquello en lo que se cree, para poder anunciarlo”.
3.Id
“Jesús
envió a sus discípulos en misión con este encargo: “Id al mundo
entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y
sea bautizado se salvará”. Evangelizar significa llevar a los
demás la Buena Nueva de la salvación y esta Buena Nueva es una
persona: Jesucristo (...)Cuanto más conocemos a Cristo, más
deseamos anunciarlo. Cuanto más hablamos con él, más deseamos
hablar de él. Cuanto más nos hemos dejado conquistar, más deseamos
llevar a otros hacia él (...)El alma de la misión es el Espíritu
de amor, que nos empuja a salir de nosotros mismos, para “ir” y
evangelizar. Queridos jóvenes, dejaos conducir por la fuerza del
amor de Dios, dejad que este amor venza la tendencia a encerrarse en
el propio mundo, en los propios problemas, en las propias
costumbres”.
4.Llegad
a todos los pueblos
“Cristo
resucitado envió a sus discípulos a testimoniar su presencia
salvadora a todos los pueblos, porque Dios, en su amor
sobreabundante, quiere que todos se salven y que nadie se pierda
(...)Abrid los ojos y mirad en torno a vosotros (...)Los “pueblos”
a los que hemos sido enviados no son sólo los demás países del
mundo, sino también los diferentes ámbitos de la vida: las
familias, los barrios, los ambientes de estudio o trabajo, los grupos
de amigos y los lugares de ocio. El anuncio gozoso del Evangelio está
destinado a todos los ambientes de nuestra vida, sin exclusión”.
!Quisiera
subrayar dos campos en los que debéis vivir con especial atención
vuestro compromiso misionero. El primero es el de las comunicaciones
sociales, en particular el mundo de Internet (...) A vosotros,
jóvenes, que casi espontáneamente os sentís en sintonía con estos
nuevos medios de comunicación, os corresponde de manera particular
la tarea de evangelizar este “continente digital” (...) El
segundo ámbito es el de la movilidad. Hoy son cada vez más
numerosos los jóvenes que viajan, tanto por motivos de estudio,
trabajo o diversión. Pero pienso también en todos los movimientos
migratorios, con los que millones de personas, a menudo jóvenes, se
trasladan y cambian de región o país por motivos económicos o
sociales. También estos fenómenos pueden convertirse en ocasiones
providenciales para la difusión del Evangelio”.
5.Haced
discípulos
“El
anuncio de Cristo no consiste sólo en palabras, sino que debe
implicar toda la vida y traducirse en gestos de amor. Es el amor que
Cristo ha infundido en nosotros el que nos hace evangelizadores;
nuestro amor debe conformarse cada vez más con el suyo. Como el buen
samaritano, debemos tratar con atención a los que encontramos,
debemos saber escuchar, comprender y ayudar, para poder guiar a quien
busca la verdad y el sentido de la vida hacia la casa de Dios, que es
la Iglesia, donde se encuentra la esperanza y la salvación(...)Los
medios que tenemos para “hacer discípulos” son principalmente el
bautismo y la catequesis. Esto significa que debemos conducir a las
personas que estamos evangelizando para que encuentren a Cristo vivo,
en modo particular en su Palabra y en los sacramentos. De este modo
podrán creer en él, conocerán a Dios y vivirán de su gracia
(...)Invocad al Espíritu Santo: Él os guiará para poder entrar
cada vez más en el conocimiento y el amor de Cristo y os hará
creativos para transmitir el Evangelio”.
6.Firmes
en la fe
“Cuando
os sintáis ineptos, incapaces y débiles para anunciar y testimoniar
la fe, no temáis. La evangelización no es una iniciativa nuestra
que dependa sobre todo de nuestros talentos, sino que es una
respuesta confiada y obediente a la llamada de Dios, y por ello no se
basa en nuestra fuerza, sino en la suya (...) Por ello os invito a
que os arraiguéis en la oración y en los sacramentos. La
evangelización auténtica nace siempre de la oración y está
sostenida por ella. Primero tenemos que hablar con Dios para poder
hablar de Dios (...)Sabed encontrar en la eucaristía la fuente de
vuestra vida de fe y de vuestro testimonio cristiano (...) Acudid
frecuentemente al sacramento de la reconciliación, (...)No dudéis
en recibir el sacramento de la confirmación (...) Es, junto con la
eucaristía, el sacramento de la misión por excelencia, que nos da
la fuerza y el amor del Espíritu Santo para profesar la fe sin
miedo. Os aliento también a que hagáis adoración eucarística(...)
Si seguís por este camino, Cristo mismo os dará la capacidad de ser
plenamente fieles a su Palabra y de testimoniarlo con lealtad y
valor. A veces seréis llamados a demostrar vuestra perseverancia, en
particular cuando la Palabra de Dios suscite oposición o cerrazón.
En ciertas regiones del mundo, por la falta de libertad religiosa,
algunos de vosotros sufrís por no poder dar testimonio de la propia
fe en Cristo. Hay quien ya ha pagado con la vida el precio de su
pertenencia a la Iglesia. Os animo a que permanezcáis firmes en la
fe, seguros de que Cristo está a vuestro lado en esta prueba”.
7.Con
toda la Iglesia
“Para
permanecer firmes en la confesión de la fe cristiana allí donde
habéis sido enviados, necesitáis a la Iglesia. Nadie puede ser
testigo del Evangelio en solitario. Jesús envió a sus discípulos a
la misión en grupos (...) Por tanto, nosotros siempre damos
testimonio en cuanto miembros de la comunidad cristiana; nuestra
misión es fecundada por la comunión que vivimos en la Iglesia, y
gracias a esa unidad y ese amor recíproco nos reconocerán como
discípulos de Cristo”.
8.
Aquí estoy, Señor.
“Al
concluir quisiera invitaros a que escuchéis en lo profundo de
vosotros mismos la llamada de Jesús a anunciar su Evangelio. Como
muestra la gran estatua de Cristo Redentor en Río de Janeiro, su
corazón está abierto para amar a todos, sin distinción, y sus
brazos están extendidos para abrazar a todos. Sed vosotros el
corazón y los brazos de Jesús. Id a dar testimonio de su amor, sed
los nuevos misioneros animados por el amor y la acogida (...) La
Iglesia confía en vosotros y os agradece sinceramente el dinamismo
que le dais. Usad vuestros talentos con generosidad al servicio del
anuncio del Evangelio. Sabemos que el Espíritu Santo se regala a los
que, en pobreza de corazón, se ponen a disposición de tal
anuncio(...) Esta llamada, que dirijo a los jóvenes de todo el
mundo, asume una particular relevancia para vosotros, queridos
jóvenes de América Latina. En la V Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano, que tuvo lugar en Aparecida en 2007, los
obispos lanzaron una “misión continental”. Los jóvenes, que en
aquel continente constituyen la mayoría de la población,
representan un potencial importante y valioso para la Iglesia y la
sociedad (...)Transmitid a vuestros coetáneos del mundo entero el
entusiasmo de vuestra fe”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario